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Salí de la casa solo con lo puesto, incapaz de pensar claramente. Dejando a oidos sordos todo lo que Tomas me gritaba a mis espaldas, echándome a la espalda las mierdas que había pasado.

Aunque ya caminaba bien aun sentía mis piernas débiles de vez en cuando y ahora sentía como si fueran a romperse y caería directo al piso siendo incapaz valerme por mi misma.

Y las mierdas que se me cruzaban en la mente.. hacían que menos pudiera pensar claramente. Estaba haciendo lo mismo que hice hace dos años, el mismo error que me había quitado tiempo de vida postrada en una cama, lo mismo que casi me mata. Huir.

Como una cobarde, no podía aun enfrentar los problemas sin salir huyendo del lugar. Supongo que era la única forma de sentir calma y no escuchar cosas que me seguirán hiriendo.

Hace dos años me encerre en un baño pensando que allí podría llorar tranquila, viendo a mi alrededor cosas horribles hacía mí. Dos años después me encierro en mi misma, teniendo la misma aspiración, llorar en paz. Pero la paz no viene, al contrario, desaparece cuando noto que las personas se me quedan viendo de forma acusadora.

–¡Mami mira, es ella! –Grita a mis espaldas un pequeño a su madre. Me giro asustada, bloqueada, preguntándome porque era nuevamente el centro de atención de todos los que estaban a mi alrededor quienes, sin disimular se me quedaban viendo e incluso detenían el paso para vigilar lo que hacía.

"Perra"

Un dolor en el estómago me sorprende.

"Zorra"

Miro a todos lados buscando quien dice esas cosas, pero no veo a nadie que abra la boca y me indique con el dedo.

"Que asco de mujer"

Mis piernas tiemblan y me cuesta respirar. Doy vueltas como una maníaca mirando a todos los que se me han quedado viendo.

"Muérete"

La vista se me nubla, mi respiración cesa y caigo al piso desorientada. Trato de levantar la cabeza, pero todo da vueltas, y como si no me dejaran respirar me falta el aire en los pulmones.

Para luego no ver nada.

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–Está enferma Tomas.

Abro los ojos de golpe y me incorporo sorprendiendo a la enfermera y a Tomas.

–¡Sam! ¡Estaba tan preocupado por ti no debiste irte así! –Exclamó Tomas sonriendo y viniendo a mi con los brazos abiertos.

–No –puse la mano entre nosotros–. No me vengas con mierdas.

Tomas sorprendido retrocede.

–Ella es la doctora Maire. –La señala él.

Rasco mi cabeza acomodándome en la camilla.

–Pensé que era enfermera, por el traje.

–Tampoco soy ese tipo de doctora Sam. Soy especialista. –Explicó sin mirarme a los ojos, estaba metida en unas hojas dentro de una carpeta.

–¿De que si se podría saber?

Ella y Tomas se miraron rápidamente.

–Escucha Sam... –Tomas se sentó a un lado de la camilla–. Esto no es fácil de decir y se que no me creerás y...

–¡Dilo ya! –El grito fue potente. Me arrepentí al momento–. Lo siento, solo... dilo ¿sí? Sin rodeos.

Después de tragar saliva él contestó:

–Estás enferma.

–¿Cáncer? –pregunté sin miedo.

–No, no ese tipo...

–Depresión –Soltó Maire, con los brazos cruzados.

–Por favor Maire déjanos hablar de esto entre nosotros –rogó Tomas a la especialista a quien poco le importaba como me lo tomara.

–¿Depresión?

–¿No sabes que es depresión acaso? –Pregunto en tono agresivo la especialista.

–¡Maire por favor sal de aquí! –exaltó la voz Tomas bastante enojado.

–¡Yo no tengo depresión! ¡Que estupidez! –Grité exasperada. Recién caía en cuenta de lo que me decían.

–Si. Tienes depresión, estás enferma –indicó Maire hastiada.

–¡Por la mierda vete de aquí! –Gritó al fin Tomas, haciendo que Maire tragara su orgullo y se fuera molesta del lugar.

Tomas se agarró la cabeza, exhausto.

–¡Como es eso que tengo depresión que mierda les...!

–¡Cállate! –Me gritó. –Si sigues alharaqueando no podré explicarte nada.

–Eso quiero, explicaciones y no solo de esta mierda.

–¿Hablas del aro?

–Si. No se con cuantas te acuestas, pero yo...

–Eran un regalo.

Sus palabras quedaron en el aire en medio del silencio. Entonces esperé. Esperé por algo que me abriera la mente.

–Antes que te dieran de alta me avisaron que esto podría pasar Sam

Mi vida no podría estar tan jodida ¿o sí?

–El doctor que te examinó por meses. Las cosas que pasaste obviamente dejarían marcas severas en ti, psicológicamente. Me dijo que era probable que tu entraras en una etapa de depresión tan pronto como supieras que saldrías de aquí.

–¿Porqué? Era lo más que quería Tomas. ¿Porqué entraría en depresión por tener libertad?

–Por extraño y triste que suene, tu mente estaba segura aquí. Aunque lo que mas quisieras fuera salir tu subconsciente estaba tranquila y segura de todas las cosas que pasaste.

–Pero...

–Yo se que te dabas cuenta la forma que contestabas. Como tratabas a la gente y las cosas que pensabas. Todas negativas ¿no?

–Yo...

–Creí que entregándote el celular podría ser algo que ayudaría para que cerraras esa etapa, pero fui un imbécil. Estas cosas se toman con tiempo y te pido disculpas por ponerte en esta situación Sam

–¿Y el aro...? –Dije, casi en un suspiro.

–Era un regalo. Te los iba a dar después de tomarnos algo, pero... todo se salió de control. Seguramente la caja se dio vuelta cuando te lancé al sofá... y no me diste tiempo para explicártelo Sam

Su rostro era doloroso. Tenía los ojos con lagrimas y alrededor se notaba que su piel se había enrojecido. Estaba despeinado y daba impresión de agotado. De cansado. De no poder más.

Pero yo no podía decir nada.

Me sentía culpable de como me había comportado todo este tiempo, de las cosas que había pensado. Tomas siempre se había preocupado por mi y yo era incapaz de siquiera escucharlo.

–No pude detenerte. –El lloraba–.Otra vez no pude detenerte y temí... En serio temí verte muerta nuevamente.

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Me demoré poco en actualizar quiero mi premio :c Espero les guste linda semana de lluvia a todos <3  

Eres mi desafío - TERMINADO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora