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Sam (Narra) Editado

–Por favor Sam, no me hagas esto más difícil –Tomas se agarraba la cabeza mientras caminaba de un lado a otro incapaz de mirarme.

–¡No te lo estoy haciendo mas difícil por la mierda!

–Sam...–él parecía cansado, y me miraba como si me comportara como una desquiciada. Lo que me irritaba más.

–¡Di la puta verdad!

–¡Te la estoy diciendo! –exaltó la voz–. Entre ella y yo nunca ha pasado nada... Nunca

6 horas antes

Tomas me había sacado de la clínica despues de discutir largamente con el doctor. Parecía que ellos querían dejarme internada nuevamente pero no lo consiguieron.
Al salir de allí Tomas  me llevó rápidamente a su casa para estar en paz lo antes posible, y lo entendía muy bien.

Aunque quería pedirle disculpas por mi actitud se me hacía difícil, tal parece que el problema lo había dejado hastiado ya no prestaba mucha atención, estaba serio, de vez en cuando respondía y su distancia me hacía sentir torpe, que lo molestaba.

Llegamos a su casa y me invitó a pasar. Entre con los mismos nervios que antes, en un territorio que desconocía totalmente.

–¿Quieres comer algo?

Creí que estaba rompiendo el hielo entre nosotros, me esperancé por intentarlo de nuevo y conseguir tener un primer día como se debe. Feliz.

Tomé asiento en el sillón donde antes muchas cosas habían pasado, recordé sus manos en mi cuerpo y su boca en mi cuello. Sentí escalofríos y quise verlo de nuevo sobre mí. Simplemente porque adoraba la forma en que me trataba, era tan delicado conmigo como si me fuese a romper en su tacto y eso me hacia sentir especial.

De repente Tomas tosió y recorde que no habia respondido.

–Si, gracias...

El me miraba atento, y aunque intentaba sonreír se me hacía difícil. Me sentía arrepentida de lo que había pasado después. Debí haberle preguntado de que se trataba los aros en ves de salir de allí envuelta en histeria.

–¿Sam? -preguntó él llamándome la atención-. ¿Salgamos a comer afuera?

Y aunque quisiera con todas mis ganas salir a caminar con él de la mano... Necesitaba quedarme aquí. Aun no me sentía preparada para estar afuera y menos ahora que sabía que algunos me conocían por lo que había hecho y como había sobrevivido.

–No... –no quería que se sintiera mal, pero podría ser una buena velada juntos y a solas. Hace mucho no teníamos tiempo para nosotros dos... Aunque nunca la tuvimos–. ¿Podemos comer aquí al menos por hoy?

Tomas se demoró un momento en responder. Claramente no le gustaba la idea, pero igualmente cedió.

–Está bien, pero mañana salimos ¿sí?

Quería correr a abrazarlo. Besarlo como nunca. Pero debía llevar las cosas con calma por lo que respondí lo más contenta que pude:

–Hecho.

Luego de una hora Tomas ya tenía la mesa preparada, parecía haberse esmerado porque estaba preciosa. Velas en el centro junto con unas rosas en un ramillete dentro de un jarro de cristal. Todo estaba tan bien ubicado que cualquiera creería que el trabajaba en eso, o simplemente era un experto en el romanticismo.

Mientras veía el horno me contaba cosas de sus clases, de lo que había hecho en estos dos años y me ilusionaba la manera en la que hablaba. Se proyectaba tan bien que se veía como una persona con un futuro seguro, un chico joven y arriesgado con claras ideas de su vida.

Eres mi desafío - TERMINADO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora