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Decir que me contuve era poco. ¿Sabes siquiera lo que se siente ser presa de tu cuerpo, que tus acciones no son correspondidas a tu cerebro y que a ello le sumas provocaciones externas que lo único que logran es hacerte mierda?

Y en la mierda me encontraba.

Claudia seguía esperando una respuesta de mi parte, quizás un bofetón.

No, de seguro todo menos eso.

Y cuando la vi tan cerca sentí un impulso de idiotez guiado directamente a golpearla, a gritarle, a verla en el piso pagando por haber besado a Tomas. Por seducirlo estos dos años que he estado en coma.

¿Pero realmente había pasado eso?

–¿Sam? –preguntó ella, retrayendo su mano al darse cuenta que no se la estrecharía.

–Toma asiento –le indicó Tomas, tranquilamente.

El mesero seguía a un lado de nosotros nervioso por la tensa por la situación. El ambiente era amargo, tanto que se retiró de allí sin haber escrito nada en su libreta.

–¡Vaya! Parece que el mesero se asustó –soltó Claudia, en un fallido intento de amenizar el ambiente.

Tomas empuñaba las manos intentando calmarse, ahora que Claudia se había sentado entre él y yo, parecía que toda la calma que antes tenía se le había esfumado en un segundo. O simplemente había sido muy bueno ocultándolo.

Dijo entonces:

–Bueno Sam ya que estamos los tres yo...

–Si por favor –dije, con una voz grave que mostraba mi molestia y la fuerza que hacía en reprimir mis intenciones–. Quiero una explicación. ¡Pero no cualquiera! Tiene que ser bien buena para evitar que le rompa la silla en la cabeza a esta zorra

Ambos soltaron un alarido de preocupación.

–No digas eso Sam –me indicó Tomas, enojado

–Sam no vengo a molestarte –susurró Claudia.

¿Haciéndose la victima?

–Solo vengo a aclarar una situación donde estoy ligada directamente.

–¡Ah! Hablas de la foto –comencé a jugar con mi cabello intentando no hacer notar que mis extremidades temblaban.

–Si Sam, esa foto la sacamos hace mucho tiempo –Respondió Tomas

–¿Hace mucho tiempo cuándo? –pregunté, mirándolos a ambos. –¿Antes o después de mi intento de suicidio? Porque antes de eso los vi besarse en una discoteca, y después de eso quizás hasta tuvieron sexo. ¿Quién lo sabría? ¡Si yo estaba postrada en una puta cama!

Claudia se tapaba la cara frustrada mientras que Tomas me hacía gestos para que bajara la voz.

–¡No me vengas con mierdas Tomas! ¿Querías hablar del tema? ¡Pues hablemos!

–¡Pero cálmate Sam por favor! –decía Tomas mirando a todos lados por si nos miraban.

–¿Para eso me trajiste aquí verdad? –Tomas me miró confundido–. Me trajiste a este estúpido lugar para evitar que hiciera un escándalo por la vergüenza que me daría que todos me vieran gritando. ¿Fue la mejor idea que tuviste? ¿En serio?

Me agarre la cara enterrándola entre mis piernas. Sabía que ellos me miraban y se decían cosas intentando de que no escuchara.

Y pues yo sabía que este momento debía llegar. El momento en el que decidiera alejarme de él definitivamente, porque aun confiando al cien en Tomas, se me haría imposible cuando la chica que lo desea es su amiga.

Eres mi desafío - TERMINADO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora