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Tomas. (Narra)

–Por favor Sam, no me hagas esto más difícil

–¡No te lo estoy haciendo mas difícil por la mierda! –Gritaba, descontrolada aferrando sus manos a su falda.

–Sam...

–¡Di la puta verdad!

–¡Te la estoy diciendo! Entre ella y yo nunca ha pasado nada... Nunca

6 horas antes

Salí de la clínica con Sam de la mano. No esperaba volver tan pronto a ese lugar y a pesar de que el doctor tratante de Sam insistió en internarla nuevamente, accedió tras mis suplicas que la dejaran libre mas tiempo. Al fin y al cabo, se sabía lo que pasaría, no es que esto esté fuera de lo que temíamos y... ella debe empezar su vida nuevamente.

Llegamos a mi casa y las maletas aun seguían allí. Habían pasado unas seis horas mas o menos desde el incidente y verlas allí solo me torturaba haciéndome recordar el mal momento que tuvimos cuando Sam apenas había vuelto.

–¿Quieres comer algo?

Ella se había quedado sentada en el living, justo en el sillón donde horas antes todo se había ido a la mierda.

–Si, gracias

Parecía triste, quizás aun asimilaba lo que le habían dicho. Es decir, nadie acepta de inmediato que tiene depresión.

–¿Sam? –Ella se volteó haciendo que su mirada causara cosquillas en mi abdomen–. ¿Salgamos a comer afuera?

Ella mordió sus labios, pensando.

–No –su respuesta fue seca, quizás tanto que ella misma notó la incomodidad tras sus palabras y agregó: –¿Podemos comer aquí al menos por hoy?

A pesar de que intentaba complacerla en todo, mi idea de su llegada era completamente opuesta a esto. Pase meses ideando llevarla a cenar y pasear por lugares íntimos donde podría decirme todo lo que pensaba y/o molestaba. Que se pusiera un vestido lindo y se sintiera hermosa. Que simplemente le viera sentido a la vida otra vez.

–Esta bien –sonreí amenizando la situación–. Pero mañana salimos ¿sí?

–Hecho.

Después de preparar carne al horno y decorar la mesa ella se había sentido muy a gusto, de hecho, rió bastante conmigo, pero luego de un momento todo se volvió confuso. Apenas respondía, no sonreía y parecía incomodarle mis preguntas. Me habría gustado, en el fondo de mi alma, saber lo que pasaba por su cabeza en esos momentos. La complacería en todo lo que cualquier otro se negaría, porque en el fondo se que ella siempre ha querido cambiar, y la quiero ayudar.

A pesar de su decisión finalmente terminó durmiendo en otra habitación. Al principio había querido insistirle, pero como dije antes, respetaba lo que eligiese.

–Buenas noches –dije, en el umbral de la puerta de la habitación opuesta. Quedaríamos en habitaciones frente a frente, seria una tortura saber que la tengo en mi casa después de esperarla dos años y ni siquiera podría abrazarla al dormir.

–Descansa Tomas –llevaba pijama de polar lo que le hacía ver tierna. La sonrisa que me dedicó fue suficiente para dormir bien–. Te quiero.

–Te amo Sam

Ambos entramos cerrando la puerta detrás de nosotros, el sonido hizo eco y allí adentro por fin podía llorar.

Ni siquiera pude desvestirme y caí de espaldas a la cama sintiendo presión en el pecho. Quería llorar tan fuerte que el nudo de mi garganta dolía al intentar hacer mudo mis sollozos.

Y era difícil... porque cuando me di cuenta que sentía cosas por ella ya era demasiado tarde. Sam había decidido acabar con su vida, cosa que no pude evitar y hasta el día de hoy me arrepiento. El hecho que despertara me dio una razón para permanecer a su lado, para remediar el que no había podido hacer que viera una esperanza de vida más allá de todo el daño que la cegaba.

Todos los días me preguntaba si sería el día de poder verla despierta, de poder corresponderme un abrazo o simplemente verla sonreír.

Tome su mano muchas noches rogando por sentir que ella la presionaba, que me sentía con ella.

Y para cuando despertó no pude hacer nada mas que soltar todo y hacerle traer recuerdos malos. ¡Desde que despertó no había hecho mas que cometer errores! Apresurar todo y al final hacer que ella aun no le encuentre sentido a la vida.

Quizás... simplemente no soy lo que ella necesita.

Un sonido me despertó. Un... ¿Grito?

Abrí la puerta, vi la habitación donde estaba Sam con la puerta abierta, y tampoco estaba adentro.

Baje las escaleras con el corazón por estallar, viendo entonces a Sam arrodillada el piso con las manos sobre su cabeza y ésta hundida entre sus piernas. Lloraba desconsoladamente.

–¿¡Que pasa que tienes!?

Me arrodille junto a ella y la intente tocar, para lo que ella me abofeteó el brazo con furia.

–¡No!

–¡Que pasa Sam!

–Porque... –había dejado su rostro al descubierto, estaba roja. Las lagrimas esparcidas por todo su rostro y sus ojos azules me miraban con decepción.

–Dime por favor

–To-tomas –intentaba controlar el llanto, aunque se le hacía imposible– Yo nunca te he pedido na-nada

–No –susurré al limpiar una lágrima de su mejilla

–No tienes porque lidiar con... con alguien como yo

–De que hablas

–No debes hacerte cargo de una enferma Tomas

Sam miraba el piso, absorta de todo

–Pero yo te amo

–¿Y Claudia?

Su pregunta me dejó mudo

–¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

Entonces sacó su computador, el mismo que había ido a buscar junto con todas sus cosas el día que su madre hablo conmigo y me pidió que me hiciera cargo de ella. Me hubiese hablado o no, habría cuidado a Sam de todas formas.

Lo abrió y en medio de la oscuridad la luz me cegó un instante, para luego ver una imagen que cubría toda la pantalla.

Claudia y yo

Claudia y yo

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Para los que no recuerdan, Claudia era una de las amigas de Sam aunque no se llevaban muy bien. Y cuando Sam un dia se emborracho, Tomas se junto en el mismo lugar con Claudia y ella los vio bailar juntos y besarse. 

Ojala les haya gustado ;) estrellita para mi los quiero gracias por seguir leyendo <3

Eres mi desafío - TERMINADO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora