Capítulo 14

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Apenas presto atención al sabor del arroz blanco con salsa de carne que ha preparado, pues mi cabeza no deja de dar vueltas a su comentario previo.

—¿Y vas a ir a buscar trabajo ahora? ¿Un viernes por la tarde?

—Cuanto antes mejor, sí

—Pero antes de ir... ¿no necesitarás hacer un currículum y decidir en qué quieres trabajar?

A veces compone una expresión tan seria que no sé si le he molestado o si está pensando en lo que he dicho.

—¿Qué es un currículum? —me pregunta finalmente.

—Es lo que se hace para buscar trabajo. Como unas hojas en donde describes quién eres, dónde vives, lo que sabes hacer, lo que buscas, los sitios en que has trabajando antes, pones una foto, teléfono, email... para luego entregarla en los sitios donde quieras trabajar o enviarla por correo electrónico u ordinario. Si a alguno le interesa, ya se pondrá en contacto contigo. —De nuevo se queda pensativo mientras come. —En el Google seguro que vienen guías para hacerlo, y yo también te puedo ayudar.

—Gracias, pero no será necesario.

—¿Cómo que no? —Ahora, el serio soy yo.

—Un papel con mi nombre, mis datos y lo que sé hacer no ayudará si hay tanto desempleo como dices. Prefiero ver en persona a quien tenga que contratarme.

—¿Por... por qué?

—Lo que puedo transmitir en persona no lo transmitirá un papel. Una entrevista directa será más apropiada.

—Pero... pero te ahorrarías horas, días, ¡semanas de búsqueda! Te llamaría quien quisiera concederte una entrevista. Te evitarías andar por ahí tóntamente y...

—Gracias, Bruno, pero lo intentaré de esta manera primero.

—Aquí no se hacen así las cosas —insisto.

—Es mejor para mi seguridad. Recuerda que no tengo papeles y el trabajo no sería del todo legal; prefiero no ir dejando mis datos por ahí. Además, tengo que salir a comprar algo de ropa y comida; a la vez buscaré empleo.

Dejo la cuchara en el plato y le miro negando lentamente con la cabeza. Es cabezón el chico, ¿no? Debido a nuestro trato y a la sumisión en que suele mostrarme, creía que tenía una personalidad menos fuerte o que podría convencerle fácilmente de cualquier cosa. Me había hecho a la idea de tenerle todo el tiempo bajo control (como estos días pasados), así que no sé si me gusta que muestre una voluntad tan firme. De todas maneras, también está demostrando ser inteligente y precavido, porque yo no había pensado que un currículum pudiera ser peligroso.

—Como veas. En tomarnos el postre, descansamos media horita y nos ponemos en marcha.

—No hace falta que vengas —asegura neutralmente.

—No es molestia. No quiero que te pierdas por ahí o que te pase cualquier cosa.

He conseguido sacarle una pequeña sonrisa. —Quiero investigar la zona, sentirme libre y sin miedo, no como cuando estaba en mi antiguo país. Quiero saber que puedo hacer esto por mí mismo. Tengo que ir yo solo.

—Bueno... pues vale. —No puedo evitar sentirme un poco desplazado, casi despreciado, aunque me ha dado buenas razones que tengo que aceptar.

Cuando le veo salir por la puerta de casa tras lavarse los dientes y afeitarse, me siento bastante inseguro. A lo mejor ya no sabe volver, o se mete en algún barrio chungo y le agreden, o comete alguna infracción y tiene problemas con la policía. Es cierto que ha sacado al perro tres veces al día, e incluso le he mandado a comprar a la panadería, al supermercado de la esquina y demás, pero han sido salidas rápidas y concretas. Esto es diferente.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora