Capítulo 31

328 55 61
                                        


Podría pensarse que este encuentro con Jamîl me hundiría de nuevo en el fango, que eliminaría cualquier rastro de energía y voluntad que hubiera podido acumular a lo largo de estos meses de soledad, pero nada más lejos de la realidad.

Ha sido como una epifanía, como un antes y un después, como llegar a lo más profundo de un abismo y poder emprender el regreso a la superficie de su mano; porque no me odia, somos amigos, y quiero que sea feliz.

De camino a casa voy silbando, tranquilo, pensando en esta reunión sin sentir ya el penetrante dolor de estos últimos tiempos. Parece mentira que hayamos tenido que divorciarnos para hablar como lo hemos hecho, para conocernos y abrirnos como nunca antes habíamos logrado, pero bueno. Ojalá le vaya bien con Mario; de verdad que le deseo lo mejor.

No voy a mentirme a mí mismo; claro que me sigue gustando, claro que le quiero, claro que querría que volviéramos a estar juntos... pero ya he aceptado que es imposible y por fin puedo avanzar por mi propio camino.

Ahora que soy libre y que tengo una perspectiva más amplia de todo, me doy cuenta de que únicamente queda un asuntillo por resolver antes de dejar todo esto atrás: el asunto del dinero.

Ya en el ascensor, continúo con esta meditación. Cuando acepté que Jamîl me pagase, yo no le conocía y simplemente percibí la ventaja de esos miles de euros en mi cuenta; ahora que sé quién es y que le aprecio de verdad, nunca podré sentirme bien conmigo mismo al haberle cobrado; y más aún, sabiendo que ese dinero es (en gran parte) lo que "envenenó" nuestra relación. Me voy convenciendo paso a paso y piso a piso de que sólo seré libre del todo cuando limpie mi conciencia.

Al abrir la puerta de mi casa ya lo he decidido: haré de la devolución del dinero una terapia de recuperación. Será mi meta; y cuando junte hasta el último euro que obtuve de él, se lo devolveré y podré sentirme bien conmigo mismo. Voy a hacer de esto mi objetivo, para estar orgulloso de mí, de mi forma de actuar y de lo que he hecho. Quiero volver a creer en mí mismo.

Por fin puedo dar por finalizada mi estancia en el infierno de estos dos meses para comenzar una tranquila temporada en un cómodo purgatorio destinado a reconducir mi vida hacia donde quiero.

Lo primero ha sido resucitar Maxforce como mi forma de vida. Me sorprendo a mí mismo cuando mis primeros intentos salen muy bien; quizá algo menos sarcásticos o burlones que antes, pero con comentarios más reflexivos, serios y profundos. Diría que he perdido un poco del dramatismo sobreactuado del pasado y estoy tratando los temas de forma más digna y cerebral. Aunque creo que mucha gente estará en contra de mi evolución, me gusta cómo me veo y decido subirlos tal cual. A Damián también le gusta, por cierto; en realidad, creo que cualquier cambio positivo en mi vida desde la piltrafa pisoteada que he sido en los últimos tiempos le parece bien.

Efectivamente, y tal y como me temía, los haters (aquellos trols de los foros que gustan de causar mal rollo y quejarse de todo) se lanzan a mi cuello y semana a semana se me desubscribe mucha gente; pero según las estadísticas, los que se van son gente joven, mientras que otros más adultos y aparentemente cabales van cubriendo sus bajas. Bueno, me parece bien; me estoy mostrando tal y como soy ahora mismo, y es mi público el que se ha de adaptar a mí y no al contrario.

Como segundo proyecto, decido hacer frente a los rumores sobre mi matrimonio en uno de los vídeos. Obviamente no voy a airear lo del contrato de boda por conveniencia, lo del pago o que el divorcio fue premeditado, ya que podría meterme en líos tanto a mí como a Jamîl; pero sí que admito que me he casado y que no ha funcionado.

Eso sí, no me permito ni el más mínimo comentario negativo sobre mi ex-pareja, siendo muy general en cuanto a las "diferencias en nuestra forma de ver la vida" que nos han llevado a una rápida separación, haciendo hincapié en lo buena persona que es, lo buenos amigos que aún somos y en que le deseo lo mejor. En ese mismo vídeo me lanzo a una ferviente defensa del amor verdadero, de las buenas intenciones, de la capacidad del ser humano para errar, perdonar y ser perdonado, así como a la maravillosa posibilidad de recomenzar una nueva vida si un proyecto en común ha fallado.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora