Rabia
—¡Mueve ese culo, mamita! —me animó Tory sobre la música, meneando sus voluminosas caderas con poco trasero.
Levanté los brazos y sonreí al menear mi trasero al ritmo de la música, tan divertido y potente. El zumbido de la música retumbaba en mis oídos y rebotaba dentro de mi cabeza, sabiendo que tarde o temprano me vendría un fuerte dolor de cabeza si no comenzaba a consumir alcohol ya.
Melanie se nos unió y me tendió un vaso cargado de cerveza, como leyéndome el pensamiento. Le sonreí y bebí del vaso hasta el fondo, agradeciéndole con una palmada en el trasero.
—¡Vamos, jodidas perras! —grité a todo pulmón.
Salida con mis compañeros de universidad y Tory, no había nada mejor que eso. Aún no me acostumbraba al hecho de tener que compartir clase con más de una persona ni tampoco de que tuviera que ir a un lugar en concreto para estudiar en lugar de que la clase se deliberara en mi habitación, pero tenía que acostumbrarme tarde o temprano a menos que quisiera reprobar, cosa a la que me negaba rotundamente luego de lo mucho que me había costado convencer a papá de dejarme ir a la universidad. Supongo que tendría que adaptarme a mi nuevo estilo de clase.
A mis compañeros no les resultaba tan extraño como a Tory y a mí ir a una universidad, ellos habían ido a escuelas en lugar de ser educados en "casa" por Ian, un ex profesor de química, matemierda, historia y biología que nos enseñaba a Tory y a mí porque viajábamos constantemente y no podíamos quedarnos en una escuela fija.
—¿Qué tal, nenas? —Chris, el novio de Melanie, nos sonrió y rodeó con un brazo las caderas de su novia—. ¿La están pasando bien?
Tory se abalanzó sobre él y besó sus dos mejillas como respuesta, ganándose una mirada de advertencia por parte de Mel. Yo reí y seguí bailando con un chico que, aparentemente, no era capaz de despegar sus manos de mi culo.
Dos horas más tarde me encontraba como una cabra. No sabía diferenciar el norte del sur ni la derecha de la izquierda. Me sentía en una jodida nube de felicidad infinita, no queriendo que nada de eso se acabara. Todo me daba vueltas y, por alguna estúpida razón, eso me hacía jodidamente feliz. Todo me hacía feliz en ese momento.
Salí afuera, saliéndome de la vista de Tory, con una sonrisa en la cara y con un paso tambaleante pero alegre y saltarín. La gente me miraba raro cuando pasaba, pero solo los que estaban lo suficientemente sobrios como para darse cuenta de que yo estaba realmente ebria y drogada, que eran solo unos pocos entre cientos. Aunque puede que también me miraban raro porque yo iba tambaleándome y cantando Hannah Montana a todo pulmón...
—Nobody's perfect!
I gotta work it!
Trying again 'till I get it right.
Nobody's perfect,
You live and you learn it!
And if I'm messing up sometimes...
Nobody's perfect!
Y seguí cantando toda la canción en lo que caminaba ebria y felizmente drogada por la calle. Cuando terminé la canción, seguí con algunas de Selena Gómez, Demi Lovato y hasta One Direction... No me pregunten ni por qué me las sabía, era algo demasiado vergonzoso. Lo peor era que yo ni siquiera escuchaba esa música, era Tory.
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Acompáñame al Infierno
RomanceLa vida de un motero nunca es fácil, ¿pero la de una motera? Mil veces peor. En un mundo donde las mafias son aún más poderosas de lo que parecen, donde la muerte, los lazos sanguíneos y la lealtad lo son todo, la vida es complicada. Y si eres la ún...