Rabia
— ¡Tory! —llamé, ella se dio vuelta a verme y se nos acercó—. Meli, ella es Tory. Tory, ella es Meli, aunque ya lo sabes.
Meli y Tory se sonrieron y se dieron la mano. Me estaba costando hacer que Meli entrara en plan sociable, parecía tenerle miedo a todo hombre que la saludara o que pasara a su lado. Tenía los hombros encogidos y la cabeza un poco baja, sin decir ni una palabra más de lo necesario. Parecía aterrada.
—Sí, ya te he visto, aunque no he tenido la oportunidad de presentarme —nos contó animadamente—. Me han dicho que eres la hermana de Lucas, ¿no es así?
Meli asintió y bajó la cabeza, como si fueran a golpearla. Entrelacé su brazo con el mío.
—Meli, no hay nada que temer, aquí no van a juzgarte —le aseguré con voz suave—. Ser la hermana de Lucas no te convierte en enemiga, mucho menos ahora que estás de nuestro bando.
Presionó los labios y levantó un poco la cabeza.
—Es que... No lo sé, me da miedo.
—No tiene que darte miedo, aquí nadie va a hacerte daño. Los hombres son un poco brutos y tienen bocas sucias, pero no tienen ninguna mala intención. Eres una de nosotros, así que levanta la cabeza y endereza tus hombros.
Hizo lo que le pedí, adoptando una postura normal y más relajada. Seguía estando tensa y atenta a todo movimiento a su alrededor, pero aunque sea no estaba prácticamente haciéndose una bolita en el suelo. Tal vez no fuera buena idea por parte de papá hacer una fiesta por mi regreso, tal vez era demasiado abrumador para Meli, pero ya no había vuelta atrás. Además, podía ver que estaba haciendo un gran progreso.
— ¡Bevie! —Me volteé al escuchar la voz de papá y fui a su encuentro mientras Tory y Meli entablaban una conversación.
— ¿Qué, pa?
Sacó de su bolsillo un documento y me lo tendió. Lo abrí para ver una foto de Meli, pero su nombre ahora era Emily Melissa Olivos. Levanté la cabeza y alcé una ceja.
— Supongo que esta es la nueva identificación de Meli, ¿no?
Asintió.
—Ahí tiene su fecha de nacimiento falsa, su lugar de nacimiento y todo. Su historia es que es hija única, se vino de Paraguay en busca de trabajo y perdió a sus padres en un accidente de metro cuando tenía diez años, desde entonces vive con unos amigos de la familia —explicó rápidamente—. ¿Crees que pueda aprenderse eso?
Sonreí.
—Viejo, Meli solo es tímida, no tiene un pelo de estúpida.
Sus ojos marrones se oscurecieron con desconfianza y volaron a Meli, al otro lado de la habitación, hablando animadamente con Tory. Conocía esa mirada, la había visto millones de veces, y no eran buenas noticias. Si papá desconfiaba de Meli, eso quería decir que haría todo lo posible por enviarla lejos de mí sin que pareciera como que lo estaba haciendo a propósito. Prácticamente podía ver los engranajes de su cabeza trazando un plan, ideas pasando frente a su mente y plasmándose en sus ojos.
—No, no la mandarás lejos, viejo. Confío en ella.
Volvió a fijar su mirada en mí, pero la precaución en sus ojos me hizo darme cuenta de que no importaba lo que yo hiciera o dijera, él desconfiaba de ella. Y cuando tenía esa mirada, quería decir que me iba a costar un infierno demostrarle lo contrario.
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Acompáñame al Infierno
RomanceLa vida de un motero nunca es fácil, ¿pero la de una motera? Mil veces peor. En un mundo donde las mafias son aún más poderosas de lo que parecen, donde la muerte, los lazos sanguíneos y la lealtad lo son todo, la vida es complicada. Y si eres la ún...