Capítulo 27

1.3K 84 0
                                    


Glock

Teddy no se decidía entre amarme u odiarme. Había salvado a Beverly, pero luego me había acostado con ella. Muchas veces. Y eso no le gustaba. Para nada. Sin embargo, no me importaba mucho, la verdad. Beverly podía calmarlo en un santiamén, parecía ser su única debilidad, como si fuera la hija que nunca tuvo. King era una historia completamente distinta, él odiaba a Beverly intensamente, pero no se metía con ella. Todos sabíamos que ella, aún siendo una estúpida mujer, tenía el poder de hacer que Teddy nos mandara a la mierda.

Esa chica tenía el jodido corazón de Ed Rage, y se le notaba.

—Ahora que tenemos a todos nuestros hombres en alerta, creo que podríamos averiguar dónde se esconden los Emmet —declaró Teddy—. Ya estamos en condiciones de enfrentarlos.

—No, no lo estamos —intervine antes de que King abriera la boca. Sabía que él estaba de acuerdo con lo que Teddy había dicho.

Los ojos marrones de Teddy me estudiaron con curiosidad y cierto rencor.

—¿A qué te refieres? Tenemos el doble de hombres que ellos.

Quise aplastarle la cabeza, pero me contuve. Beverly fue lo suficientemente eficiente como para tomar cartas en el asunto.

—Glock tiene razón. Es verdad que tenemos el doble de hombres que los Emmet y mucho más poder, pero los Emmet no están solos. Piénsalo, ¿cómo es que pudieron lograr tener tanto poder tan de repente? Es imposible, ellos nunca fueron lo suficientemente organizados como para poder planear algo así. Hay alguien que está ayudándolos, alguien con poder.

Teddy y King fruncieron el ceño. Teddy no era ningún imbécil, pero no tenía ni la mitad de las luces que tenía Beverly. En cambio, King no tenía absolutamente nada. Sin mí, el tipo probablemente ya nos habría hundido.

—¿Por qué alguien ayudaría a los Emmet? —preguntó King—. Es decir, son los jodidos Emmet, nadie los quiere.

—Y a nosotros tampoco —siseó Rabia.

Teddy se frotó la barba larga y miró entre ella y yo.

—Tiene sentido. Alguien quiere vernos hundidos y está dejando que los Emmet hagan el trabajo sucio.

¿Ven? El cincuentón no era idiota, solo un poco lento.

—Exacto. Los Emmet son manipulables. Apenas acaben con nosotros, quien sea que los esté ayudando se deshará de ellos —concluí, ahora todo cobrando sentido—. No sé quien sea, pero no es ningún idiota.

Beverly abrió una carpeta.

—Nosotros tampoco. —Sacó tres archivos de la carpeta y los puso sobre la mesa—. Hice mi tarea y busqué información de cualquier grupo o mafia que me pareciera sospechoso. Estos tres son los que tienen a los Silvers y a los Victorians como enemigos en común.

Un archivo era de la mafia norteamericana, otro de la mafia sudamericana y otro del FBI. Levanté mi cabeza abruptamente cuando leí este último nombre.

—¿El FBI? —preguntó King.

Beverly se dejó caer en la silla con un encogimiento de hombros.

—Piénsenlo, el FBI nos quiere muertos a todos, y los Emmet son fáciles de capturar y de hacer hablar —explicó—. Estoy segura de que el FBI sabe mucho más sobre los grupos moteros de lo que le damos crédito, y es por culpa de los Emmet. Puede que estén utilizando a los Emmet para capturarnos a todos los moteros de Estados Unidos y aniquilarnos a todos.

Acompáñame al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora