Capítulo 2

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Rabia

—Y luego Beverly apareció y le metió tres jodidos balazos a ese desgraciado. —Todos rieron de la anécdota de mi viejo. Alcé una ceja cuando papá me rodeó los hombros con un brazo y luego alzó su cerveza—. Tuvieron que haberla visto. Luego me dijo «Nadie toca a mi jodido viejo a menos que sea yo». Y luego guardó el arma y nos fuimos.

—Cierra la boca, viejo. Estás borracho.

—No, estoy casi borracho. Casi —me corrigió.

Agarré mi cerveza, rodé los ojos y me fui en busca de Tory. Llevábamos ya un mes en el granero, y debía admitir que aún me impactaba lo grande que era. Todos los Victorians cabíamos dentro de él, con motos incluidas, pero esas las dejábamos en un galpón que era casi tan grande como el granero, afuera. Habíamos puesto luces, limpiado la hermosa barra que era muy del estilo cowboy, y también le habíamos agregado muebles y alarmas. Era perfecto. Además, al estar en medio del campo, no teníamos vecinos a diez kilómetros a la redonda.

Lo mejor de todo era que ya no era necesario viajar tanto. Seguíamos viajando para encontrar provisiones, mercancía y hacer alianzas, pero volvíamos a este lugar. Una chica normal pensaría que es algo horripilante vivir con todos hombres motoqueros, criminales y vulgares, pero ellas no tenían ni idea. Era divertido, sí, pero también estaba lleno de mierda. Había que ser extremadamente cuidadosos con la policía, el FBI, la SWAT y todas esas cosas.

Me hice una coleta y me dirigí a la barra, donde estaba Tory ayudando a Miriam, la cocinera y esposa de Duke la Serpiente. En los dos pisos de arriba, eran todas habitaciones de servicio. Si no saben a lo que me refiero, entonces es que allí es donde las putas y los motoqueros iban a hacer sus mierdas cochinas. Dios, y pensar que estos hombres tenían a sus mujeres esperándolos en alguna casa en algún lugar de todo el Estado.

Salté la barra y me dispuse a ayudar a Tory y a Miriam con los tragos y la comida.

—¿Sabías que Tito va a traer a su hija aquí? Cinthia, su madre, murió anoche —me dijo Tory con los ojos iluminados. Las pocas hijas de los motoqueros que estaban en el grupo, estaban aquí porque sus madres habían muerto o eran putas del grupo. Solo había unas pocas chicas que se quedaban aquí y no terminaban siendo putas o mujeres de otros motoqueros infieles. Tory y yo éramos las únicas que no estábamos casadas o que no terminamos siendo putas. Yo vivía con papá porque mamá murió al darme a luz, Tory vivía con Filete porque su mamá era una puta del grupo llamada Noelia.

—No, no lo sabía. ¿Cuántos años tiene?

—Creo que tiene dieciséis. Tito dice que es una chica malcriada. Dice que las pocas veces que fue a visitar a su mujer y a sus hijos, apenas pudo soportarla. Es la hermana de Rex y Bull.

Rex y Bull, ambos hijos de Tito. Eran buenos chicos, pero también eran mordaces y ambos eran traficantes de drogas. Había tenido un par de misiones con ellos, y, a decir verdad, no eran tan buenos con las armas como ellos alardeaban. Pero yo no soy nadie para tirarles abajo el autoestima y encima humillarlos frente a sus ligues.

—No, por favor. Otra niña malcriada no —rezongué y le serví un buen vaso de licor a Boo—. La última vez, con la hija de Manny, tuve que retener a Soñador de no atravesarle el cráneo a balazos. Agradecí el día que se hizo mayor y se fue, ya sabes, a mí tampoco me faltaban ganas de romperle el cuello.

Tory sonrió y me tendió un vaso para que le sirviera whisky a Res, diminutivo de Rescatado. Digamos que papá lo había encontrado en medio de un robo y habían querida matarlo, pero Teddy se apiadó de él y mató a los ladrones. A Res no le quedó más opción que seguir a Teddy con solo diez años.

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