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Veo como le dice algo a la maestra y ella asiente, antes de salir me guiña el ojo y empieza a caminar hacia el casillero, dejo pasar unos minutos antes de levantarme y tomar mi mochila

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Veo como le dice algo a la maestra y ella asiente, antes de salir me guiña el ojo y empieza a caminar hacia el casillero, dejo pasar unos minutos antes de levantarme y tomar mi mochila.

— Maestra puedo salir, quiero ir a la enfermerí... — hago como que me mareo, ella me sostiene por la espalda baja y voltea hacia Alaia.

— Señorita Alaia, lleve a su compañera a la enfermería — ella se para y agarra su mochila, me toma por la espalda y yo tomo su mano, cuando salimos, cierra la puerta, damos unos pasos así, y cuando nos retiramos poquito de la puerta empezamos a caminar como unas divas, vamos al salón de Susan y le digo al maestro que la llaman en dirección.

— Ella te ayudará Susan — las dos asienten y caminan en dirección contraria, corro hacia el casillero de Justin y veo a mi hermoso novio sacando algo de su mochila, llegó hasta él y le doy una nalgada.

— Au, me dolió.

— Lo siento, es irresistible — escucho su risa y me tiende las cosas, de algo me sirvió vivir 16 años con cinco hombres, empiezo a acomodar las bolsas de pintura en su lugar y les conectó un pequeño cable, pongo una bolsa de plumas arriba de las bombas de pintura.

— ¿Me cargas? — se agacha y me toma por las piernas, me levanta y empiezo a poner el mismo cable en la bolsa —. ¿No estoy pesada?

— No, eres muy liviana, pensé que pesabas más.

— Ya me puedes bajar — me baja con cuidado y levantó mi overol hasta llegar a mi short, saco de un botón rojo y lo pongo en mi mano.

— No muestres tanta piel, los demás no te pueden ver — baja mi overol y yo cruzo mis brazos.

— Déjame hacer mi trabajo por favor, no me distraigas — me toma por la cintura y empezamos a caminar hacia la cafetería, cuando llegamos me pongo enfrente de Lupita, la que hace y vende la comida.

— Buenos días Lupita, me das lo mismo de siempre — ella saca una bolsa con mi comida y yo frunzo el ceño.

— Sabía que ibas a venir — saca otra bolsa y se la da a Thomas —. También sabía.

Empiezo a buscar mi dinero y veo como Thomas saca un billete y le paga el de los dos.

— No era necesario — cruzo mis brazos y hago un puchero, el sonríe y me da un beso.

— Lo hago por qué me encantas y una princesa no paga su comida — me sonrojo y empiezo a caminar hacia la banquita que ésta por el pasillo donde está el casillero de Justin.

Los dos nos sentamos y empezamos a comer, veo a lo lejos a Susan y Lai que caminan hacia nosotros y cuando llegan las dos sonríen.

— Ya está todo bajo control, ¿Lo lograron?

— ¿Con quién crees que hablas?, cariño —le digo a Lai y ella sonríe, chocamos puños y se sientan a un lado de mí, toca el timbre y todos empiezan a salir de los salones.

Justin camina a su casillero y cuando lo abre aprieto el botón, en unos instantes él está bañado con pintura azul y roja y plumas rosa chillón, todo el pasillo explota en carcajadas y los chicos y yo igual, se voltea furioso mientras Simón y David llegan hacia nosotros riéndose.

— Te enseñamos muy bien — choco puños con los dos y veo como Justin voltea hacia todas partes, meto mi mano a la blusa y lo pongo en una pequeña bolsita escondida.

— ¡TÚ! — él grita y apunta a mi dirección, me sobresaltó y empieza a caminar a pasos rápidos hacia mi, cuando está a punto de llegar a mi el director llega y lo detiene.

— ¿Qué sucede señor Justin? — Justin casi saca humo por las orejas y me apunta, gracias a Dios soy buena mintiendo y Susan también.

— Esa estúpi...

— Sin insultos — le dice el director interrumpiendo.

— Esa señorita que está ahí, fue la causante de todo esto, se está vengando de que le di su merecido hace unos días.

— ¿Es eso cierto señorita Russell? — me pregunta el director y yo niego, segura.

— Le puedo asegurar señor director que yo no soy la causante de todo esto, yo estaba tranquilamente almorzando sentada con mis compañeros y este joven llegó acusandome de tal barbaridad — le digo y asiente.

— ¿Es eso cierto señorita Susan? — le pregunta a ella y volteó hacia ella.

— Claro que es cierto, yo estaba con ella y en ningún momento se separó de mí — ella lo dice con toda la seguridad del mundo y sonrió.

— Tendrá que venir conmigo señor Justin, se cancelaran las demás clases, tengo que buscar al causante de esto, ya se pueden ir a sus casas — los dos empiezan a caminar hacia la dirección y Justin me fulmina con la mirada, cuando ya los veo que desaparecen de mi vista, suspiro pesadamente y sonrió.

— Esa fue muy buena hermana, me enorgulleces — sonrió hacia Simón y jala a Alaia hacía afuera —. No la secuestres, la necesitó — ella me sonríe y lo abraza —. Maldita traidora — me tira un beso y yo hago una mueca.

— Lo siento chicos, pero tengo un secuestro en proceso — escucho a Thomas decir y siento cómo me carga y empieza a caminar conmigo encima hacia el parque que queda cerca de aquí.

Cuando llegamos me deja en una banca y el se para enfrente de mi.

— ¿Quieres un helado? — asiento tímida y él sonríe—. ¿Pistache? —asiento frenéticamente sonriendo y él empieza a caminar hacia el puesto.

Volteó hacia todos lados y casi no hay nadie en el parque, unos pequeños niños jugando con una muchacha y el señor de los helados, siento como una corriente pasa por mi cuerpo y un zumbido agudo y fuerte atormenta mis oídos, abro los ojos antes de que se me cierren por completo.

¿Qué rayos está pasando?

No lo sé, pero no puedo dejar que pase, estoy en un lugar público.

Estás en problemas.

*

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El secreto de mi familia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora