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Hice un puchero al escuchar el ensordecedor sonido de la alarma a mi lado

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Hice un puchero al escuchar el ensordecedor sonido de la alarma a mi lado.

Ya volvió el odioso despertador.

Cómo ya pasaron las dos semanas que nos habían dado para arreglar el laboratorio, otra vez volveríamos a esa cárcel que se hacía llamar instituto.

Me levanté con toda la pereza del mundo hacia mi baño, me di una ducha rápida y cuando salí, entré a mi armario, me pongo mi ropa interior, me dejó el pelo suelto, me pongo un short Levi's claro y un crop top negro, un suéter negro, mis zapatos negros y un collar de un elefante, ya está empezando a hacer frío, estamos a mediados de octubre.

Tomo mi mochila, telefono y mi dinero y salgo hacia la cocina, todos los chicos traen suéter al igual que yo y les sonrió, empiezo a desayunar y cuando todos terminados caminamos hacia el auto, de camino al instituto, empezamos a cantar canciones que salen en la radio y cuando llegamos me despido de los chicos.

—Entrada triunfal —dice Simón y yo me posicionó enfrente de ellos, empezamos a caminar y yo empiezo a saludar y a sonreír a las personas que me saludan.

Mis ojos visualizan a Alaia en su casillero, cuando me ve su cara se torna pálida y yo entrecierro  los ojos hacia ella, empieza a correr y yo empiezo a caminar más rápido, cuando veo que entra al salón, corro hacia allá, cuando entro la visualizo en un rincón tirada en el piso, con las manos en su cara.

—Oh, ¿Dondé podrá estar Lai? —me pongo la mano en la barbilla y los del salón me ven raro.

—Aquí no está —escucho su voz y camino hacia ella.

—Te podrías parar, no te haré nada —me ve y la ayudo a pararse, le doy un manotazo en el hombro y ella me ve raro.

—¿Y eso porqué? —hace un puchero y yo solo ruedo los ojos.

—Por no decirme que ya eras novia de Simón —asiente y continuo—. Pero por esta vez te lo voy a dejar pasar, por qué yo tampoco te había contado —arquea una ceja y entrecierra sus ojos.

—¿Qué no me habías contado, señorita? —siento el calor subir hasta mi cara.

—Que Thomas y yo somos novios—por su cara pasa un brillo de felicidad, elevó mi mano hacia ella y cuando ve el anillo empieza a gritar—. Cállate, solo es un anillo de promesa, por nuestros años de amistad y ahora próximamente años de pareja.

—Sabía que ustedes iban a terminar juntos, que tiernos —pone sus manos en sus cachetes y hace ojitos.

Toca el timbre para entrar a clase, tres horas seguidas de español, las clases pasaron aburridas y cuando toco el timbre, tome mi mochila y me dirigí a la cafetería, los chicos nos esperan en la mesa y tome lo que comería, una hamburguesa de pollo picante y mi juguito de mango, mi almuerzo de siempre.

Camino como toda una diva a la mesa y los chicos me guiñan el ojo, me siento en mi lugar que es al lado de Thomas y cuando llego le sonrió.

—Buenos días, solecito —me da un beso en la mejilla y mi cara arde, volteó hacia los chicos y suben y bajan sus cejas.

—Buenos días —empiezo a comer y cuando ya estoy a punto de terminar, veo algo que llama mi atención afuera de la cafetería, exactamente en el pasillo. Justin, un chico mayor que todos, está molestando a Matthew, un chico super tierno un año menor que yo, junto con sus gorilas que se dicen llamar amigos. Me paro de la mesa y los chicos fruncen el ceño.

—Vuelvo en un momento chicos —empiezo a caminar rápido y cuando veo que le dan un puñetazo en la cara y cae al suelo, corro, cuando llego hasta donde están, me agachó y inspecciono que no le hayan pegado tan fuerte.

—¿Estás bien, Matt? —asiente y lo levantó, volteó hacia Justin que me ve con una sonrisa, hago una mueca y cruzo mis brazos.

—¿Y tú qué, idiota? ¿Piensas que por ser más grande que todos puedes molestar a los demás?, Estás muy equivocado, que te quede claro que no puedes estar molestando a los demás y mucho menos a personas más chicas que tú, ¿Por qué no te metes con uno de tu tamaño, eh? —su expresión cambia a una de enfado y me ve con odio.

—¿Por qué no te callas y te quitas de enfrente, estúpida? Yo hago lo que se me plazca y si no te quitas...

—¿Y si no me quitó qué? ¿También me vas a pegar? Adelante idiota, yo no te tengo miedo, estúpido, cobar... —y siento como mi cara es volteada de un puñetazo, el golpe es tan fuerte que caigo de nalgas al suelo y tiento donde me golpeó, siento un sabor metálico en mi boca, pero no siento que sea tan grave, aunque la cara de pánico de Matt daba a entender todo lo contrario.

—Simón, Justin me golpeó —le dije a Simón por ser la primera persona en la que había pensado.

Escuche muchos pasos correr hasta aquí y Justin volteó hacia el pasillo, la cara furiosa de mis hermanos, Thomas, Elías y Zack se hizo presente.

—Espero que estés feliz con lo que acabas de hacer —veo la cara de pánico de los chicos y abrazo a Matt, mientras escucho como se empieza la tercera guerra mundial.

Alguien nos abraza a los dos y nos eleva del suelo, volteó hacia arriba y veo que es Alex.

¿Qué rayos hace aquí Alex?

No tengo ni la menor idea.

—Chicos paren, vamos a llevar a Matt y Lea a la enfermería —los chicos se detienen y se sacuden la ropa, volteó hacia abajo y veo la cara desfigurada y llena de sangre de Justin y rápidamente observo su estómago para ver si respiraba, afortunadamente, esta se movía de arriba a abajo con pesadez.

Gracias a Dios no lo mataron.

Alex empezó a caminar con los dos en los hombros y por el camino pude sentir como el dolor llegaba hasta mi cara.

Todo te pasa a ti.

*

*

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El secreto de mi familia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora