Capítulo 42.

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Después de esa noche, que de verdad fue eterna, pensando en cómo sacar a mis hermanos de los cuartos, de como perfeccionar el plan, tantos detalles en tan poco tiempo.

Me levanto de la cama y veo como está la enfermera revisando algo.

—Buenos días —dice ella y yo muevo mi mano de lado a lado.

—Ya me quiero largar de este maldito lugar —susurro y toco mi cuello donde aún está el collar, lo aprieto con mis manos y este da una descarga fuerte, ni me inmutó y veo hacia un punto muerto.

—Deberías de comer algo chica, estás demasiado delgada —asiento y entra un chico diferente con un plato, veo como entra temblando y cierra la puerta despacio.

—T-ten t-tu c-comida —el chico tartamudea y yo río tomando las cosas, el chico sale asustado del cuarto y yo solo sonrió.

Qué bien se siente que me tengan miedo.

Empiezo a comer y cuando termino me adentro al baño cerrando la puerta, tomo una ducha rápida y salgo, cuando salgo veo que mi ropa ya no está y ahora en su lugar se encuentra un uniforme de color negro, que consiste en una blusa normal y un short negro, me pongo mi ropa interior y el uniforme, salgo y veo al doctor esperándome afuera.

—Vamos hoy es día de pruebas —me toma por el cuello y me saca de la habitación, cuando empezamos a caminar por el pasillo, escucho varios susurros de las enfermera que están ahí y me ven con asco, ruedo los ojos y nos adentramos a otra habitación de color blanca, me quita el collar y cierra la puerta rápidamente sin entrar.

Siento como otra vez la corriente pasa por mis manos y sonrió.

—¿Qué hago aquí? ¡No pienso cooperar! —gritó y aprieto mis puños a los costados de mi cuerpo.

—Tienes que niña, no soy yo quien lo ordena —ruedo los ojos y veo una mesa con bombillas enfrente mío—. Lo único que tienes que hacer es encender las bombillas sin que exploten.

—¿Y que pasa si explotan?

—No lo sé, tu solo hazlo niña, no quiero perder los estribos —vuelvo a rodar los ojos y tomo el cable, las bombillas empiezan a encenderse y pongo mi dedo sobre el enchufe, estás empiezan a tomar más luz y cuando veo que quieren explotar, quito mi dedo del enchufe.

Veo como el doctor está distraído y tomo con toda la mano el enchufe, cierro mis ojos al escuchar como todos los bombillos empiezan a explotar y levanto mi otra mano antes de que todos los pedazos de cristal impacten en mi rostro, abro mis ojos y veo todos los cristales flotando en el aire, el doctor me observa sorprendido y bajo mi mano haciendo que caigan todos los cristales al suelo.

—Pasemos a tu siguiente prueba —un chico entra al cuarto y apagan la luz, el cuarto queda oscuro por unos momentos y cuando vuelven a encender la luz, todo el piso ya está limpio y se encuentra una mesa en el centro de la habitación.

—¿Qué hace el aquí? —me cruzo de brazos y el doctor eleva su vista sonríendo.

—Tendrán una pelea —se encoge de hombros sin interés y chasquea los dedos—. ¡Vamos! Empiecen, no tengo todo el día, cuando suene la campana ustedes empezarán.

Escucho como una campana aturde a mis oídos y yo me cruzo de brazos, el chico eleva sus manos y una cuchilla se levanta de la mesa, elevó una ceja y el sonríe.

—Vamos bonita, no me dejes ganar tan fácil —ruedo los ojos y el chico estira su mano, la cuchilla pasa por mi hombro y un mechón de pelo cae a mis pies, me agachó y lo levanto viendo que es mío.

—Oh, no quisiste hacer eso —elevo mis manos mientras veo como barras de metal se levantan, elevó un dedo hacia el chico y todas las barras se dirigen a él a una velocidad rápida, el chico logra esquivar unas y una de ellas le da en su parte baja, el cae de rodillas, corro hasta el y pongo mis manos en su cuello, dándole descargas eléctricas fuertes, el chico empieza a ponerse morado y levanta su mano en señal de rendición, sonrió y lo suelo mientras el cae al suelo.

El doctor entra a la habitación y levanta al chico tomándolo por los hombros, lo saca y vuelve a cerrar la puerta, yo me siento en el suelo y empiezo a ver mis uñas.

Pronto estaremos bien chicos, ya tengo un plan y se llevará a cabo hoy en la noche, así que estén listos —les digo a los chicos por telepatía y no espero que me contesten, por qué creo que traerán los collares.

—Te estás volviendo muy interesante niña, creo que tú estadía se alargará un poco aquí —abro mis ojos indignada y niego.

—Quiero saber que van a hacer el día en el que yo me logré escapar de este lugar —apunto hacia la pared y la miro con indiferencia—. La verdad es que con todo el amor de mi corazón espero que les duela la cabeza por un buen rato —sonrió y lo veo a los ojos.

—Pues esperemos que ese día no llegué pronto, por qué a ti te buscarán hasta por debajo de las piedras, y a nosotros nos dirían hasta de lo que nos vamos a morir.

—Esperemos —digo yo y elevó una ceja—. Esperemos —susurro y volteó hacia otro lado sonríendo.

*

El secreto de mi familia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora