24: "Se amaban"

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El sonido del mar si que es relajante, al igual que ver las olas. 

Estaba sentado en la arena, sobre una toalla. Mi cuerpo se encontraba totalmente mojado, ya que hace unos minutos que salí del agua. 

Ponen un vaso adelante de mis ojos. Miro a mi izquierda y veo a Ricitos, parado a mi lado.

- Un batido de mango, se que es tu favorito. - dice. Sonrió apenas y tomo el vaso plástico, que tiene una pequeña sombrilla decorando uno de los lados. 

- Gracias. - digo. El sonríe y se sienta a mi lado. Tomo un sorbo y lo observo de reojo. Está con su vista fija en el mar, también se encuentra empapado. 

- Oigan. - dice Megan, acercándose a nosotros luego de salir del mar. - ¿Que opinan si vamos a almorzar? - se sienta enfrente nuestro. 

- Por mi esta bien. - dice Ricitos. - Mi padre trabaja hasta tarde. 

- Y yo quiero estar en mi casa lo menos posible. - digo y vuelvo a tomar de mi vaso.

- Ya somos dos, amor. - dice. - Que no sea pizza, lo único, por favor. - agrega, juntando sus manos en forma de suplica.

Río. - ¿Acaso te gusta la mesera, que es lo único que venimos comiendo en días? - digo bromeando a Ricitos. Megan ríe.

- No oigo que ustedes tengan otras sugerencias. - dice el rubio en su defensa.

- Yo digo... Comida tailandesa. - dice la rubia.

- ¿Acaso es broma? ¿Prefieres esa comida rara, ante que una buena pizza? - dice Ricitos.

- Amo la pizza, pero hace tres días que comemos lo mismo. - dice Megan.

- Yo estoy empezando a odiarla y todo por tu culpa. - digo.

Ricitos toma arena y me la tira por la espalda.

- Oye. - me quejo. El sonríe. 

Dios. ¿Por que me encanta tanto su sonrisa?

Megan se para. - Vamos muchachos, el agua me abre el apetito. 

Con Ricitos nos paramos, nos ponemos las remeras  y comenzamos a juntar nuestras cosas. 

Subimos a la camioneta del rubio y el conduce. 

Pasaron tres días. Desde entonces, venimos los tres por la mañana a la playa y nos quedamos hasta el atardecer. Luego vamos a la casa de Ricitos y nos quedamos ahí hasta que anochece y cada uno tiene que volver a su casa.

Gracias a ellos dos, no estoy perdiendo la cabeza. Logran distraerme, además de que me hacen reír y me divierto mucho. Aunque las cosas no van a durar así de bien todo el verano, Ricitos se va en uno días a lo de su abuelo y vuelve para el fin de las vacaciones. 

No se como voy a apañarmelas todo el verano sin el. 

Frena la camioneta al llegar al restaurante. 

- ¿Creen que nos dejaran entrar? - pregunto.

- Es verano en California, que no fastidien. - dice Megan y baja de la parte trasera. 

- No me gustaría ser la persona que tenga que decirle que no puede entrar. - dice Ricitos a mi lado.

- Ya somos dos. - digo y bajo de la camioneta. 

Luego de que la rubia mirara al recepcionista de una forma bastante escalofriante, logramos conseguir una mesa para los tres. 

- ¿Ya tienes todo? - pregunta Megan a Ricitos, después de que terminamos de ordenar. 

¿Puedo Quedarme Contigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora