31: "Primera vez"

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Habían pasado los días.

Con Ricitos seguimos sin dirigirnos la palabra. No por que yo sea orgulloso, sino más bien que no se qué decirle.

¿Como uno se disculpa después de haber sido un imbécil? Y digamos que él no me lo pone facil, puede ser muy terco cuando se lo propone.

Toda esta situación es una mierda. Lo extraño tanto; oírlo reír, fastidiarnos, nuestras charlas durante el trabajo, ver películas viejas, dormir entre sus brazos. Si teniéndolo tan cerca aún lo extraño, ni me quiero imaginar cuando en verdad lo tenga lejos.

Bajo a desayunar y lo veo sentado. Me siento a su lado.

- Hay un maratón de clásicos del cine está noche, pensé que podríamos ir. - digo.

- Ya tengo planes, ve con Lucy. - dice serio sin mirarme.

Suspiró. - Lo siento, ¿Si?. - digo en voz baja. - Eh actuado como un idiota, lo sé. Ya me conoces, nunca pienso. ¿Podemos volver a ser lo que éramos?

- ¿Que éramos exactamente? Porque según tú, solo somos amigos que tuvieron un desliz. Y honestamente no creo estar de acuerdo contigo. - se para. - Diviértete en el cine. - se va.

Suspiró con frustración. Veo que Frankie me observa, tomando de su taza.

- ¿A eso llamas tú una disculpa? - dice.

- ¿Y que hago entonces? Es lo único que tengo.

- ¿Eso es realmente lo mejor que puedes hacer? - dice. Suspira. - Dios, los chicos de hoy en día están cada vez peor, ya no luchan por nada. - hace una pausa. - Casi lo olvido, te buscan al teléfono.

- ¿Quien? - pregunto extrañado.

- Tu hermana. - dice.

- Gracias. - me paro y voy en dirección al teléfono fijo, que se encontraba pegado a la pared.

*Llamada*

- ¿Tanto me extrañas? - digo divertido.

- Ya quisieras, solo llamo porque Tim me pagó para hacerlo. - dice Jane. Río. - ¿Cómo estás?

- Todo bien, la estoy pasando asombro. La familia de Ricitos es muy amable.

- ¿Seguro que todo bien? Te oigo raro.

Suspiró. - El y yo pelamos.

- ¿Que hiciste ahora?

- ¿Por qué siempre asumes que yo soy el responsable?

- Porque te vuelves un idiota cuando tienes miedo.

- No sé de qué rayos estás hablando, yo no tengo miedo.

- ¿No es exasperante tener que estar fingiendo todo el tiempo? Entiendo que lo hagas con nuestros padres, o con el ambiente que nos rodea, pero no tienes que hacerlo conmigo.

- ¿Lo sabes? - digo.

- ¿Saber que?

- Ya sabes.

- No. No lo sé. ¿Que? - dice con sarcasmo.

- Que me gusta Ricitos.

- ¿Te refieres a que estás enamorado de Ian?

- Yo no use esa palabra.

- Nunca estuviste enamorado, ¿Qué sabes tú sobre eso?

Suspiro. - Tienes razón, de todos modos ya no importa porque no quiere hablar conmigo.

- ¿Te haz disculpado? - me pregunta.

¿Puedo Quedarme Contigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora