ocho

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opia: the ambiguous intensity of looking someone in the eye.

A pesar de las suposiciones de Jungkook, Namjoon apareció en la cafetería en la que habíamos quedado, a la hora en que habíamos quedado.

Llevaba una ropa más informal que la que le había visto en el club una noches atrás: unos vaqueros rotos, una camiseta blanca y una americana negra. Le hacía parecer más joven, aunque intuía que no debía ser mucho mayor que yo.

―¿He llegado tarde? ―preguntó al verme ya sentada en una de las mesas, echándole un vistazo a uno de los libros que había sacado de la biblioteca universitaria esa misma mañana.

―Oh, no. Yo he llegado pronto ―admití estirando mis labios en una sonrisa―. Siéntate, por favor.

Hice el amago de guardar el libro en mi pequeña mochila, pero me di cuenta de que Namjoon se había interesado por la portada e intentaba averiguar (supuse) el título y el contenido del libro.

―¿Estudias historia? ―preguntó alzando sus ojos grandes hacia mí, después de haber examinado el libro lo suficiente.

―En realidad, literatura ―respondí, encogiéndome de hombros―. Lo del amor por la historia es más cosa de curiosidad. Mi padre me lo contagió cuando era pequeña.

Namjoon asintió varias veces y despegó su mirada de mí para poder llamar a la camarera que estaba tomando nota en la mesa de al lado y que, una vez hubo terminado, nos atendió a nosotros con una sonrisa.

―¿Has encontrado lo que buscabas en la libreta?

La pregunta fue un tanto inesperada incluso para mí, pero lo cierto es que no me apetecía en absoluto mantener una conversación estereotipada y vanal. Ambos sabíamos que la razón de nuestro encuentro era el cuaderno y me parecía absurdo fingir que no era obvio.

―En realidad no ―admitió con cierta seriedad. No sabía si él era así en su día a día o si encontrarse conmigo lo hacía envejecer diez años de golpe―. Por eso quería encontrarme contigo.

Chasqueé la lengua y fingí que aquello suponía una gran decepción para mí, aunque en la verdad era que ya había tenido en cuenta esa idea.

―Ya me extrañaba que fuese por mi encanto ―repliqué con sorna―. ¿Sigues creyendo que soy yo? Has visto la casa de mi madre. ¿Crees que necesito dinero?

Claro, aquello era en parte una teoría falsa. El hecho de que mi madre fuese prácticamente la dueña de una de las agencias de entretenimiento más grandes del país no quería decir que yo no necesitara dinero. Sobretodo teniendo en cuenta que nunca le pediría nada a Heesook.

―Tienes razón, pero también he visto parte de vuestra relación. Y no es que sea idílica.

Le lancé una mirada llena de veneno. El agradecimiento que sentía por él hasta ese momento comenzaba a esfumarse para dejar de nuevo aquella sensación de curiosidad-desprecio que le procesaba desde que lo conocí personalmente.

―Si vas a empezar con esto, me largo ―advertí guardando mis cosas en la mochila por si tenía que irme de verdad de allí antes de que las situación se tornara fea.

El tema de mi madre era muy delicado. Demasiado como para que alguien que no me conocía de nada en absoluto metiera la nariz en el asunto. Porque yo sí que tenía algo de idea sobre lo que él sentía o, al menos, había sentido alguna vez, pero él no me había dado la oportunidad de abrirme y lo único que podría suponer era lo que hubiese analizado en nuestros tres escasos encuentros.

eufonía » kim namjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora