veintisiete

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Fastidious: very attentive to and concerned about accuracy and details.

El despacho era espacioso y estaba minuciosamente ordenado. Las estanterías estaban llenas de libros, ordenados en orden alfabético, las sillas y los sillones de lectura estaban colocados de forma simétrica y los colores de las paredes, los muebles y la escasa decoración eran suaves y relajantes.

Era como un pequeño trozo de paraíso, pero no tan pequeño como para no hacerme feliz al imaginarme trabajando ahí.

―Este sería su espacio de trabajo ―me sacó de mi ensoñación la voz del señor Lee, que había dirigido la entrevista desde el principio y que había sido amable y atento todo lo tiempo―. ¿Le gusta, señorita Hwang?

―Oh, sí, por supuesto ―aseguré con una sonrisa y paseé mi mirada por toda la habitación de nuevo―. Es preciosa. Muy acogedora.

―Me alegra que así sea.

Sentí mi móvil vibrando dentro del bolso y supe que era otro mensaje de Namjoon, lo que me hizo volver a la realidad de un plumazo. Detrás de ese trabajo de ensueño como correctora en una de las mejores editoriales de la ciudad y, muy posiblemente, del país, se hallaba Kim Dakho.

Me había sorprendido mucho y de forma muy grata que la persona encargada de la entrevista no fuera el hermano de Namjoon. Él se dedicaba al entretenimiento, no al mundo editorial, y ser entrevistada por él además de incómodo me habría resultado absurdo. No obstante, al identificarme en recepción, el secretario me había indicado el lugar en el que el señor Lee estaba esperándome, lo que había conseguido que parte de mi nerviosismo se apaciguara.

A sabiendas de que la entrevista había acabado, tragué saliva y me decidí de una vez por todas a formular la pregunta que había estado pululando por mi mente desde que había llegado a aquel lugar.

―Señor Lee, ¿conoce usted a Kim Dakho?

Su cara se iluminó con una sonrisa y asintió con la cabeza con entusiasmo, como si ese nombre solo le trajera buenos recuerdos, lo que a mí me pareció sorprendente. No conocía personalmente a Dakho, y era cierto que tenía motivos para que me desagrada de antemano. Sin embargo, no era esa la única razón por la que el hermano de Joon me inspiraba poca confianza, sino su actitud durante nuestra llamada telefónica.

Debía resultarle sencillo ser simpático con las personas con las que debía serlo. No había otra razón que explicara el hecho de que el señor Lee, que parecía un hombre de bien, le tuviese tanto cariño.

―Por supuesto que lo conozco. Estaba esperando que preguntara por él, para serle honesto.

Fruncí el ceño ante esa respuesta, sin entender del todo a lo que se refería y hablé de nuevo.

―No entiendo lo que quiere decir con eso.

―Oh, ¿no lo sabía? ―preguntó él tan sorprendido como lo había estado yo solo un minuto atrás―. El señor Kim Dakho te recomendó personalmente para este trabajo. Pidió al encargado que te concediéramos una entrevista, y cuando tuvo que cancelar dió la cara por usted para que la entrevista pudiera aplazarse. Movió muchos hilos para que pudiera venir hoy aquí. Y pidió muchos favores, algo muy poco común en él.

―¿Por qué iba a...? ―Antes de poder finalizar la frase, una idea de formó en mi cabeza―. ¿Dakho no posee ningún derecho en esta empresa? ¿Ninguna acción? ¿Nada?

―Por supuesto que no ―respondió el señor Lee con una carcajada―. Lo único que Kim Dakho tiene aquí son grandes amistades. Y un montón de contactos.

Solté una risita en un intento de disimular lo confundida que estaba. Agarré mi bolso con fuerza, deseando poder leer lo que Namjoon tuviera que decirme lo antes posible y le pedí al señor Lee unos minutos para recapacitar sobre todo aquello y para hacer una llamada.



―Sí, debí decírtelo, pero ni siquiera caí en ello ―admitió Namjoon al otro lado del teléfono―. Lo siento.

―¿Cómo se te ocurre pedir perdón por eso? Deja de decir tonterías, no te he llamado para echarte nada en cara ―aseguré con un suspiro―. Solo quería oír tu voz.

Escuché una risa por su parte y después un: "Podrías haberte puesto una de mis canciones." Yo me quejé falsamente ofendida por sus palabras y él se disculpó de nuevo y me repitió al menos cinco veces que era una broma.

―Minji, sé cuidadosa. Si te gusta el trabajo, acéptalo, ya me encargaré yo de Dakho para que no te suponga ningún problema ―dijo Namjoon dejando el tono divertido atrás―. Pero sé cuidadosa. Si encuentras algo raro... No dudes en en llamarme. Estaré ahí en seguida.

O pude evitar sonreír ante sus palabras, a pesar de que estaba nerviosa, confundidas incluso asustada.

―Gracias, Namjoon. Leeré el contrato ahora con una lupa, asegurándome de que no hay nada extraño como el requisito de venderle el alma a tu hermano y, si está todo en orden, aceptaré.

―Es una buena idea ―admitió Namjoon y casi pude verlo asintiendo con la cabeza y rascándose la barbilla como solía hacer―. Yo iré a ver a Dakho en cuanto se acaben las promociones.

Cuando aquella mañana le había contado lo de las llamadas y el trabajo que me ofrecía Dakho, Namjoon no dudó ni un segundo que debía hablar con él de una vez.

Yo no era la más adecuada para dar consejos sobre el tema, pero había coincidido con él. No por lo del trabajo, eso era lo que menos me importaba después de todo, sino por una idea que se formó en mi cabeza al recordar las palabras de Baeksok.

"Ya ha conseguido que Namjoon cancele la publicación, solo hay dos cosas que puede querer ahora; que Namjoon cancele su debut, y que tú te alejes de él. Sólo cuando eso pase y Namjoon vuelve a estar en la palma de su mano, Dakho se quedará tranquilo."

Aquel recuerdo me había llevado a pensar: Si no ha conseguido detener el debut, ¿qué es lo que le queda? ¿La venganza?

Esa idea me preocupó en cuanto se formó en mi cabeza porque para interrumpir el debut, Dakho tenía que ser cuidadoso, y eso nos daba una ventaja, pero la venganza era ciega y rápida, y dolía mucho más.

―Espero que todo esto salga bien ―confesé en voz baja.

―Saldrá bien, te lo prometo.

―Dejo de entretenerte ya ―dije por fin, tras un breve silencio―. Intentaré estar ahí para tu presentación esta noche.

―Oh, y yo que iba a invitarte a cenar ―escuché que alguien decía frente a mí, a lo que yo levanté la vista para encontrarme con unos ojos oscuros y una sonrisa tensa que bien podría describirse como una mueca de disgusto―. Vaya, eres más guapa en persona. Ahora entiendo la posición de Namjoon. Salúdalo de mi parte antes de colgar, por cierto.

Enmudecí por un momento, sin despegar los ojos de Dakho y sin separar el móvil de mi oreja.

El parecido entre los hermanos Kim era muy sutil, pero estaba ahí. En sus ojos, en la curva de su nariz, en el tono de su piel...

―Minji, no te muevas de donde estás. Voy ahora mismo hacia allí ―dijo Namjoon y lo noté agitado.

―No... No es necesario. Te llamaré luego. Mucha suerte esta noche.

Cuando colgué tras varios intercambios rápidos más y quedé frente a Dakho, su sonrisa se ensanchó un escaso milímetro.

―¿Cena entonces?

eufonía » kim namjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora