veinte

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Diffident: modest or shy because ir a lack of self-confidence.


No fue difícil darme cuenta de que debía dejar ese trabajo, aunque no pudiera hacerlo en ese justo momento porque necesitaba el dinero más que ninguna otra cosa en el mundo.

Sin embargo, no me cabía la menor duda de que aquella situación debía ser temporal.

Para empezar, no me gustaba el trabajo. Lo había sabido desde el primer momento y, aunque Namjoon había conseguido mejorarlo, no había podido convencerme del todo de que aquello fuera lo mío.

Para continuar, mezclar el trabajo con mi relación con Namjoon y la granada sin anilla que era Yoongi, siempre a punto de explotar, solo conseguía complicar las cosas.

Y, para concluir, Jieun tenía parte de razón.

Entendía las razones que habían llevado a mi madrastra a recurrir a Jungkook para hacerme llegar su mensaje. Incluso comprendía y admitía (aunque solo para mí misma, por el momento) que los motivos de Jieun tenían sentido y lógica.

Por un breve periodo de tiempo me había encerrado en el mundo perfecto que yo misma había creado. En ese mundo, Namjoon ya no estaba en medio de una guerra fría con su familia, ya no me preocupaba demasiado por mi padre porque estaba segura al doscientos por cien de que se recuperaría en un abrir y cerrar de ojos y mi vida se centraba en mi trabajo, en evitar a Min Yoongi y en pasarme el día con Namjoon.

El problema no era la fantasía que había formado en mi cabeza. Aunque los ignorara, era consciente de todos los vacíos de mi mundo personal. De todos excepto de uno.

No debía ser tan obvia alrededor de Joonie.

Su hermano tenía un ojo puesto en mí. Dudaba que fuera a hacer algo que supusiera un daño físico hacia mí o mi padre, pero estaba segura de que me usaría en contra de Namjoon si se le ofrecía la oportunidad.

Así que seguiría el consejo de Jieun. Eso no quería decir que fuera a alejarme de él realmente, solo dejaría de ser un objetivo fácil para aquellos que deseaban hacerle daño.

El demonio se cruzó en mi camino mientras seguía pensando en el asunto de Namjoon. Me observó con unos ojos felinos y me dedicó una sonrisa ladina que me provocó un escalofrío.

―Hwang Minji ―siseó.

―Min Yoongi ―respondí yo en forma de saludo y, con suerte, también despedida.

No obstante, mi compañero no parecía dispuesto a dejar la conversación tan pronto.

―He pensado que Namjoon debutará pronto y aún no lo hemos celebrado como es debido. Ya sabes, cuando tenga que promocionar, hacer fanmeetings y conciertos no va a tener tiempo para ir de fiesta con nosotros.

Le lancé una mirada interrogante a Yoongi, sin entender a qué venía aquella idea tan repentina y cuáles eran sus intenciones. Él, por supuesto, me contestó con esa sonrisa suya que me ponía la carne de gallina.

―Así que deberíamos salir esta noche ―concluyó, encogiéndose de hombros―. Nos vemos a las doce aquí.

Yoongi hizo el amago de seguir su camino pero yo saqué fuerzas de donde no había más que cansancio y agarré su brazo para detenerlo.

―Creo que no es una buena idea, Yoongi. No cuentes conmigo. Salid vosotros y divertíos.

―No digas tonterías ―replicó él deshaciéndose de mi agarre con una mueca de disgusto y dedicándome una mirada de cejas unidas―. Tu novio se merece una noche de fiesta al menos. No seas tan aguafiestas y piensa en él.

―A él tampoco le va a gustar la idea de que yo vaya ―le aseguré sabiendo que, al igual que yo me había percatado de mi error, Namjoon lo habría hecho también―. Es mejor que vayáis solos.

Hasta ese momento Yoongi había sido simpático conmigo. Al contrario que las otras veces que habíamos hablado, no se había dirigido a mí como "chica de la silla de ruedas" o había hecho comentarios que a mí me hubieran podido ofender o doler. No obstante, sus facciones cambiaron en un instante, y supe que había despertado al ente diabólico que habitaba en el cuerpo de mi compañero.

Me arrepentí de inmediato de haber rechazado la oferta dos veces consecutivas, pero intenté mantener la compostura.

―Deja de ser tan puto imbécil ―escupió diciendo las palabras muy rápido, como si no hubiese ningún tipo de espacio entre ellas―. En el momento en el que Namjoon se haga famoso, que se hará porque tiene todos los ingredientes para hacer que las chicas e incluso los chicos babeen por él, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a volver a enmudecer cuando te des cuenta de que eres poca cosa para él?

Me quedé callada, sin saber qué contestar a eso. Ya tenía bastantes ideas pululando por mi mente, llenándome de inseguridades por todas partes. No necesitaba que Yoongi me tratara de esa forma e incrementara mi nivel de paranoia.

―No me digas que no lo has pensado... ―continuó él, como si no se diera cuenta (o no le importara en absoluto) de que sus palabras me estaban haciendo daño―. Ay, chica de la silla de ruedas, eres muy ingenua. En fin, está en tu mano si deseas aprovechar el tiempo que te queda con Namjoon o no.

Se encogió de hombros y con una risita diabólica dio por concluida la conversación y desapareció.

No sabía qué pensar. No sabía si debía hacer caso a las palabras de Yoongi o, al menos tenerlas en cuenta, o si debía suponer que lo que él había dicho no era más que un cliché absurdo que no tenía porqué suceder.

Una cosa era segura, de no haber estado preocupada de antemano por el asunto de Jieun, no me habrían dolido tanto las afirmaciones de Yoongi. Pero en mi estado solo podía pensar en lo difícil que iba a ser seguir adelante con todo lo que estaba sucediendo en mi vida en las últimas semanas.

Cuando llegué al despacho de Jieun, a donde me dirigía antes de que cierta persona me interrumpiera por el camino, ella ya se había reunido con algunos peces gordos y le era imposible atenderme, así que tuve que deshacer mis pasos y volver al diminuto estudio al que ya no me gustaba entrar.

Al menos tenía una idea clara: abandonaría el equipo de Namjoon esa misma mañana.


b-side veinte


Jade no lo dudó ni un segundo. En el momento en que Yoongi apareció por la puerta, ella lo abordó sin ningún miramiento.

―¿Qué coño estás haciendo, Min Yoongi? ―le escupió mientras se acercaba a él a toda velocidad y lo encaraba sin miedo alguno.

―Es Yoongi-oppa para ti ―le contestó él con una sonrisa socarrona.

Jade ya intuía que el mayor estaba tramando algo, pero que se dirigiera a ella sin demostrar enfado, solo una burla sospechosa, acabó por confirmárselo.

Su simple presencia siempre lo irritaba. Había conseguido ese efecto en él desde que se presentó en su estudio asegurando que sería su sombra y habría mentido al decir que no estaba orgullosa de ello.

No obstante, aquel día Yoongi tenía una expresión de victoria que nunca le había visto antes, y eso no le gustaba en absoluto.

―Déjate de mierdas y contesta ―replicó Jade tajante, sin dejar que la actitud de Yoongi le afectara, ya que eso era exactamente lo que él deseaba―. ¿Qué le has dicho a Minji?

―¿Por qué no le preguntas a ella?

En ese momento la susodicha apareció por la puerta. Parecía agotada pero le dedicó a Jade una sonrisa de todos modos.

―Si interrumpo algo puedo volver más tarde ―aseguró Minji, señalando la puerta por la que acababa de entrar.

―No, claro que no ―respondió Jade devolviéndole la sonrisa a su compañera―. No es como si tuviera algo que hablar con Yoongi, de todos modos. Hablar con una piedra sería más entretenido.

Ninguno de los dos contestó a su comentario.

eufonía » kim namjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora