trece

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Anagapesis: no longer feeling affection for someone you once loved.


Me dejé caer al lado de Namjoon, en el asiento vacío que había junto al suyo, y le tendí su móvil de última generación con un suspiro. Él lo aceptó y lo guardó en el bolsillo de sus vaqueros.

―Gracias ―musité quizá por décima vez en lo que llevábamos de noche―. No sé qué habría hecho si no hubieses estado ahí.

―Probablemente te habrías apañado bien de todos modos ―respondió él, hundiéndose un poco más en la incómoda silla y alzando los hombros de forma simultánea.

―Namjoon, ni siquiera me acordé de coger la identificación de mi padre ―repliqué con seriedad porque había sido él el que había caído en eso antes de que llegara la ambulancia―. Y el hecho de que me haya dejado el móvil sobre la mesa también dice mucho de mí.

Él me miró sin inmutarse, como si el hecho de que yo hubiera entrado en pánico en lugar de haber pensado con frialdad por el bienestar de mi padre no fuese algo tan grave.

―A todo el mundo le pasa alguna vez. No te martirices.

Un nudo se apretó en mi estómago y unas imágenes borrosas llegaron a mi cabeza como una lluvia de dagas afiladas. A pesar de que era lo último que quería, no pude evitar comparar aquellos dolorosos recuerdos con lo que había ocurrido esa tarde. No obstante, me obligué a convencerme a mí misma de que los dos hechos no tenían ninguna relación entre sí.

―Deberías irte a casa, Namjoon ―sugerí en un intento desesperado de alejar de mi mente aquellos pensamientos―. Son casi las once de la noche. Te agradezco la compañía, pero deberías comer algo y descansar.

Namjoon alzó una ceja en mi dirección y sonrió con desdén.

―¿Yo soy el que debe descansar? ―preguntó sin dejar de observarme de aquella forma que consiguió ponerme nerviosa―. No puedes acampar aquí hasta que le den el alta a tu padre. Pueden pasar semanas hasta que eso ocurra.

 Solté un suspiro de cansancio y me acurruqué en la silla como si se tratase de una cama. Después de tantas horas de espera, empezaba a echar en falta al menos una almohada. Sin embargo, no me iría del hospital esa noche.

―Lo sé ―admití porque era cierto y porque tenía varios pensamientos simultáneos rondándome en la cabeza―. De hecho, mañana no tendré otra opción que dejarlo solo, pero quiero quedarme aquí hasta que al menos lo lleven a planta. Así que dormiré aquí esta noche o, con suerte, en un sillón un poco más cómodo.

Las complicaciones que habían seguido al episodio de mi padre habían acabado por hundirme del todo. No entendía demasiado de enfermedades, ni de anatomía, ni de medicina en general, pero era consciente de que las horas de espera y que mi padre siguiera en observaciones no eran una buena señal.

Namjoon seguía observándome, aunque su expresión había cambiado casi por completo. La burla se había esfumado de su rostro y lo único que logré distinguir (o eso creí, al menos) fue preocupación y curiosidad.

―¿Quieres que me vaya? ―preguntó de la nada, y en el silencio de la sala de espera sonó con demasiada fuerza.

―No me molestas, si es lo que te estás preguntando ―dije entendiendo lo que quería decir. Lo cierto es que la compañía de Namjoon había sido muy grata y agradable y gracias a eso, en parte, había conseguido calmarme―. Pero sigo creyendo que debes irte a casa.

―Iré a por algo de comer entonces.

Se levantó de mi lado e hizo el amago de dirigirse hacia la cafetería, pero conseguí alcanzar la manga de su chaqueta a tiempo para detenerlo. Él tardó unos instantes en entender qué había pasado y, cuando lo hizo, se giró para mirarme con una expresión de asombro.

 ―Espera, quiero comentarte una cosa antes ―le pedí en voz baja y le hice una señal con la cabeza para que volviese a sentarse. Cuando lo hizo, solté la manga que había estado apretando hasta entonces entre mis dedos―. Hablaré con Heesook. Bueno, ya lo he hecho, en realidad. Pero hablaré con ella para que te escuche y te dé una oportunidad.

La expresión de sorpresa de Namjoon se atenuó, pero hizo un esfuerzo para mantenerse serio y sereno.

―No tienes que hacerlo, Minji. ―Soltó un suspiro y en un movimiento rápido cubrió mis manos pequeñas con sus grandes dedos―. Siento mucho habértelo pedido, en primer lugar. No sé la historia que tienes con tu madre, y no es asunto mío, pero lo que te dije fue egoísta, además de insensible. Lo siento de veras y retiro lo que te dije. Ya te debo un gran favor por lo del libro y no quiero que hagas algo que te va a hacer daño.

No sabía en qué momento Namjoon había empezado a preocuparse por mí o, simplemente, había dejado de portarse como un imbécil conmigo, pero me gustó la sensación. No obstante, su preocupación era innecesaria porque yo tenía unos planes elaborados que me harían sufrir de todos modos, pero que también me ayudarían a afrontar la situación de mi padre.

―Te agradezco tus disculpas y las acepto ―respondí con total sinceridad―. Pero de todos modos quiero hacerlo porque, me guste o no, tendré que ver a mi madre a menudo a partir de ahora.

Las cejas de Namjoon se curvaron.

―¿A qué te refieres? ―cuestionó.

 ―A que voy a trabajar para ella ―contesté yo y me encogí de hombros.

eufonía » kim namjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora