veinticinco

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Welter: a confused mass; a large number of items in no order.


No habría sabido decir si Namjoon estaba más nervioso que yo o era al contrario. De lo que estaba segura era de que ambos estábamos muy emocionados.

Después de tres intensas semanas de preparación, Namjoon por fin iba a demostrar en un escenario oficial lo que era capaz de hacer y todo el talento que poseía.

Además de emocionada, estaba orgullosa. Orgullosísima, a decir verdad. Namjoon lo había conseguido, había alcanzado su sueño tras mucho esfuerzo y dedicación y ser parte de aquello con él era algo que conseguía que se me hinchara el corazón de felicidad.

―¿Crees que saldrá bien? ―me preguntó Namjoon por décima vez desde que habíamos llegado y estábamos esperando su turno―. Estoy algo nervioso.

Solté una risa y le acaricié la mejilla antes de robarle un beso rápido y mirarlo a los ojos con una amplia y cálida sonrisa.

―Va a salir bien, Joonie ―le aseguré sin dudarlo ni por un segundo―. Eres un grandísimo artista y te has preparado muy bien para este momento. Lo vas a bordar y yo gritaré desde aquí como una fan más. Bueno, como tu fan número uno, espero.

Mis palabras parecieron surtir efecto porque de inmediato la mueca que había adoptado unos minutos atrás desapareció y se convirtió en una sonrisa. Algo más relajado, deslizó sus brazos alrededor de mi cintura y me abrazó con fuerza.

―Gracias ―siseó contra mi pelo y dejó un beso en mi coronilla, aprovechando la diferencia de altura que no había desaparecido ni echando mano yo de unos zapatos de tacón ese día―. Sin ti nada de esto tendría sentido. Eres lo mejor que me ha pasado. Lo sabes, ¿verdad?

―No me digas esas cosas ahora ―me quejé con un puchero―. No quiero llorar antes de tiempo.

Por suerte o por desgracia, Namjoon tuvo que dejarme en aquella habitación con el resto del equipo mientras él iba a prepararse y a comprobar que todo estaba en perfecto estado para su actuación.

Como no lo vería hasta después de la presentación de sus canciones le deseé suerte, aunque sabía de sobra que no la necesitaba, y le prometí que iríamos a celebrarlo juntos más tarde. Después de eso, Namjoon desapareció junto con su manager.

Una vez estuve relativamente sola (en realidad la habitación estaba abarrotada pero no conocía demasiado a nadie y no me apetecía entablar conversación) me senté en el sofá que había colocado de forma estratégica en frente de la televisión y esperé a escuchar el nombre artístico de Namjoon para dedicar toda mi atención en aquel aparato.

Mientras esperaba no pude evitar pensar en la llamada que había recibido la tarde anterior.

El móvil había sonado mientras veía una película cualquiera con mi padre. Al principio supuse que serían Namjoon o Jungkook, que eran los únicos que solían llamarme en esos días, pero cuando miré el nombre de contacto me percaté de que no era nadie a quien tuviera guardado.

Acepté la llamada y me llevé el móvil a la oreja.

―¿Sí?

―¿Hwang Minji? ―preguntó una voz femenina al otro lado de la línea.

―Sí, soy yo. ¿Con quién hablo?

―La llamo desde las oficinas del Grupo Editorial Wizard Bone. Tenemos aquí un currículum suyo y nos gustaría hacerle una entrevista mañana entre las seis y las siete de la tarde.

Por supuesto, mi respuesta fue afirmativa. Tomé nota de todo lo que la chica me decía y, al finalizar la llamada, me giré para contarle la buena noticia a mi padre.

Antes de poder abrir la boca, por supuesto, lo recordé. El día siguiente entre las seis y las siete estaría acompañando a Namjoon en su primera actuación como RM.

Había sido duro tener que rechazar una entrevista en aquella editorial tan reconocida y prestigiosa. De hecho, era la primera vez que me llamaban por un trabajo que verdaderamente me interesaba a nivel profesional, y tener que declinar la oferta me provocó un profundo dolor de cabeza.

Sin embargo, me era imposible fallar a Namjoon en un día tan importante para él cuando en mis momentos más duros de las últimas semanas había estado ahí para mí a pesar de todas las preparaciones y los ensayos.

Así que decidí enviarles un correo electrónico pidiéndoles por favor que aplazaran un día la entrevista y asegurándoles que, aunque no pudieran hacer dicho aplazamiento, me había honrado mucho la propuesta y estaba dispuesta a aceptar una segunda oportunidad en otra ocasión.

No me arrepentía de haberlo hecho. Por mucho que siguiera pensando en ello, no me arrepentía de haber acompañado a Namjoon porque sabía que podía compensarlo esforzándome el doble por encontrar un trabajo más tarde. Además, aún tenía la esperanza de que pudieran aplazar la entrevista.

Esa esperanza se materializó cuando recibí una llamada de un número que no tenía entre mis contactos a tan solo dos canciones de la aparición de Namjoon en escena.

Como había hecho el día anterior, lo cogí sin dudarlo dos veces y dije, esperando que me contestara la misma chica que en la anterior conversación:

―¿Sí?

No obstante, era un hombre el que había llamado en esa ocasión.

―Hwang Minji ―dijo, y no fue exactamente una pregunta―. Por fin tengo el gusto, aunque sea sólo a través del teléfono.

―¿Con quién hablo? ―pregunté algo alterada, porque aquella respuesta era lo último que me habría esperado.

―Oh, qué maleducado por mi parte. Me presento ―dijo con un tono que parecía amargo, aunque habría podido pensar que eran imaginaciones mías si no hubiese añadido la siguiente frase a su discurso―. Soy Kim Dakho. Supongo que Namjoon te habrá hablado de mí, ¿no es así?

eufonía » kim namjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora