Beati Pacifici
-Demonios. Por todos los trofeos que hay, creería que Hogwarts está lleno de campeones y gente invicta –murmuró James para sí mismo casi una hora después de comenzada su detención. Su hombro dolía por pulir y el agua en su cubeta parecía tan deslustrada como los trofeos que había estado limpiando. Las repisas parecían no tener fin. Gruñó y miró al reloj sobre la pared, preguntándose si la profesora McGonagall se había olvidado que lo había mandado a pulir. Se la imaginó quedándose dormida en su estudio con una taza de té y unos ensayos particularmente aburridos que había estado corrigiendo. ¡Oh, lo terrible que se sentiría cuando se despertara y se diera cuenta de que James aún estaba en la sala de trofeos! No tendría que servir detención nunca más, imaginó él.
La única cosa buena era que ahora estaba limpiando los trofeos de Quidditch. Era interesante ver todos los premios de cada casa que había ganado la Copa de la Casa, leer los nombres de Bateadores, Buscadores, Cazadores y Guardianes que habían sido nombrados como mejor jugador. Pulió esos trofeos con más esmero que los premios de servicios especiales (¡que aburridos!) y de los otros clubs o premios por logros académicos. Estaba disfrutando ese momento, imaginando el juego que debió haberse jugado para ganar aquellos trofeos –Súper espectacular salvada o Brillante manejo de la escoba eran uno de los títulos que vio adquiridos- cuando un pequeño sonido lo hizo alzar la vista.
El retrato al lado de la repisa de trofeos de Quidditch se aclaró la garganta. Hem-hem.
James lo miró, sin haberse dado cuenta de aquel retrato al llegar.
-Oh, hola –dijo.
-Buenas noches –lo saludó el retrato. Señaló con su dedo la placa debajo de su marco- Esperaba que recordaras mi placa. El último chico en detención se olvidó de ella, verás, y está bastante sucia.
-Oh, sí, claro –James sumergió el paño que había estado usando dentro del agua, lo escurrió y caminó hacia el retrato, arrodillándose ante él para llegar a la placa. Mordiendo su lengua, comenzó a pulirla.
-Y, ¿Quién es usted, por cierto? –preguntó.
-Soy Brutus Scrimgeour –respondió el retrato.
-¿Un bateador? –Preguntó James alzando la vista con sorpresa, pausando su trabajo- ¿El tipo que escribió la Biblia para Bateadores? –El libro era bastante popular, a pesar de haber sido publicado el año pasado- Pero... Pero usted no está muerto, ¿o sí?
Brutus Scrimgeour sacudió su cabeza en negación.
-No. Pero eso no significa que no puedo tener un retrato, muchacho tonto.
-Creí que todos los retratos de Hogwarts eran de gente muerta. Qué curioso. ¿Cómo tiene tiempo de sentarse en un retrato si no está muerto? –Comenzó a pulir la placa de nuevo- Es mejor usar ese tiempo en escribir otro libro, en mi opinión. ¡El último que escribió es brillante!
Brutus Scrimgeour sonrió, causando que su pequeño bigote se elevara ante el movimiento de sus labios.
-Pues te lo agradezco. Aprecio que te hayas tomado el tiempo de leer mi trabajo –se reacomodó con orgullo en su silla- Y con respecto al tiempo que uso para el retrato, es bastante relajante estar aquí con los trofeos en lugar de estar en casa con mi esposa. Es una constante molestia, como verás.
-Ah –dijo James, como si comprendiera completamente el sentimiento- Sí, las chicas pueden ser un dolor de cabeza.
Brutus Scrimgeour rió por lo bajo.
-Sí que lo son.
Para entonces, James había terminado de pulir la placa y le dedicó una última lustrada con la manga de su camisa para secarla.
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Los Merodeadores: Segundo Año
RandomJames Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew han culminado su primer año en Hogwarts, pero nunca hay momentos tranquilos en la vida de los Merodeadores y su segundo año promete estar cargados de tantas aventuras como el primero. Acompañ...