Las Torres Bell

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Las Torres Bell

Los susurros llenaban el Gran Comedor. El rumor era que la noticia había llegado de alguien de Slytherin con una conexión personal. Los de las demás casas lanzaban miradas nerviosas a la mesa de Gryffindor, quienes parecían ser los únicos que no habían escuchado la noticia.

Lily miró a Remus.

-¿Por qué nos miran tanto?

Remus negó con la cabeza.

-No sé –respondió.

Muchos lloraban en la mesa de Hufflepuff, los de Ravenclaw tenían la cabeza baja y muy juntas una con otra, hablando de lo que sea que estaba pasando, mientras que los de Slytherin actuaban como siempre –con la excepción de Narcissa Black, cuyo rostro parecía preocupado y Severus, quien miraba el espacio vacío de la mesa, con cuidado de no hacer contacto visual con Lily.

Los estudiantes de Ilvermorny estaban ausentes.

Una vez que todos los estudiantes de Hogwarts llegaron al Gran Comedor –James continuaba mirando la mesa de Gryffindor de arriba abajo, esperando descubrir que su corazonada estaba equivocada y que Derek aparecería de la nada, siendo convocado por McGonagall para escuchar el anuncio, cualquiera que fuese- Dumbledore se puso de pie y caminó hasta el pódium en frente de la habitación y alzó sus manos para pedir silencio, el cual cayó casi inmediatamente. Muchos lugares de la mesa de la facultad tras él se encontraban vacíos, incluyendo el de Hagrid, la profesora Blythe y el de la profesora McGonagall... Pero Kettleburn estaba sentado en su silla, mirando a Dumbledore con tanta curiosidad como los de Ravenclaw.

-Si Kettleburn está bien, ¿entonces quién...? –preguntó Sirius en voz baja, deteniéndose a mitad de oración, pues Dumbledore aclaró su garganta para hablar.

Dumbledore miró alrededor de la habitación.

-Es con un corazón pesado que debo ponerme de pie frente a ustedes por segunda vez este año y anunciar la muerte de un estudiante de Hogwarts –dijo con pesadez.

Los ojos de Lily se abrieron como platos y miró alrededor a los otros, y el único que pareció haber entendido tan rápido fue James, quien sacudía la cabeza en negación.

-Y es incluso con más pesar que debo reportar que se trata de otra muerte en la misma familia –los ojos de Dumbledore bajaron hasta el pódium y sujetó con fuerza por los bordes de éste, el estrés que llevaba acumulado en el cuerpo era evidente por la forma en que se sostenía tan fuertemente de la madera. Tomó una respiración profunda y miró alrededor, haciendo contacto visual con varios estudiantes- Derek Bell fue asesinado anoche por uno de los seguidores de Lord Voldemort, mientras luchaba en nombre de la Resistencia contra el Señor Tenebroso.

-¡NO! –gritó Frank Longbottom, el pánico en su voz representaba el horror que recorría a toda la casa de Gryffindor. Lily (al igual que muchas otras chicas de la mesa) comenzó a llorar. James cerró sus ojos y Sirius miró a Peter y Remus, inseguro de cómo reaccionar, estático, y la expresión en el rostro de ambos le aseguró que ellos tampoco sabían.

Dumbledore hizo una pausa, con la mirada baja, y Sirius pudo jurar que vio una lágrima caer del ojo del director. Permitió que las mesas de las casas tuvieran tiempo de reaccionar –aunque nadie más que los Gryffindors parecía verdaderamente impactado. Los rumores se habían esparcido rápido entre ellos, lo suficiente como para que los Gryffindors fueran los únicos que se mantuvieron completamente desinformados.

Cuando Dumbledore continuó hablando, habló sobre la valentía de Derek, sobre la batalla en el campo y el amor que había florecido entre Derek y la profesora Blythe, quien se marcharía de la escuela. Habló de Bilius Weasley y la manera tan valiente en la que él también había encarado a los seguidores del Señor Tenebroso, y lo abominable que era la guerra.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora