Dr. Jekyll y el Sr. Hyde

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Dr. Jekyll y el Sr. Hyde

El año escolar iba muy bien –los cuatro chicos conseguían obtener buenas calificaciones, incluso Peter una vez que logró balancear las tareas de la escuela con las aventuras a las que sus amigos lo llevaban. James practicaba Quidditch frecuentemente y los otros tres asistían a cada práctica para animarlo desde las gradas. Halloween se acercaba y ninguno podía esperar para el festín. A sólo una semana de distancia, todo el castillo estaba decorado de acuerdo a la festividad y olía a calabazas y dulces mientras que los terrenos estaban congelados de noche y con una fresca brisa por las tardes. Remus volvió de la Casa de los Gritos con un poco de resfriado que le congestionaba la nariz a causa del frío que corría en el viento durante la noche de luna llena.

Remus se estaba quedando dormido en Defensa Contra las Artes Oscuras (algo nunca visto en él, el estudiante estrella) cuando se despertó con un respingo al momento en que la profesora Blythe anunció que el tema que estudiarían en la semana sería los Hombres Lobo.

-Cómo identificarlos y como derrotarlos –decía ella con una sonrisa- Después de todo, los Hombres Lobo están entre las creaturas más peligrosas del mundo. Puede que sean humanos la mayor parte del tiempo pero cuando se transforman, cambian completamente y pierden su pensamiento y conciencia humana. Un hombre lobo en su forma animal podría matar incluso a su mejor amigo si la oportunidad se presentara.

Sirius y Remus intercambiaron miradas preocupadas. Peter temblaba mientras sostenía el libro sobre su escritorio.

-Bueno, profesora, ¿no cree que algunos lobos puedan ser mejores al mantener su conciencia que otros? –preguntó Sirius.

La profesora Blythe lo miró con un poco de sorpresa.

-No –dijo ella- No lo creo.

-Bueno, yo si lo creo –dijo Sirius. Lily, James, Peter y Remus lo miraban fijamente. Las orejas de Remus estaban coloreadas de un rojo intenso- Quiero decir, tal vez no naturalmente, pero puede que haya algo que les ayude a recordar quienes son, ¿cierto? Algo así como que, tal vez, algunos lobos tienen como... como una fuerza de voluntad, o algo así, más fuerte que la de otros lobos?

La profesora Blythe se inclinó contra su propio escritorio y habló:

-Bueno, había un estudiante de Hogwarts no hace demasiado tiempo... Ahora trabaja con pociones para el hospital San Mungos, pero él tenía una teoría con Acónito y plata, que podían ser mezclados para crear una poción que podría domesticar los instintos brutales del lobo. Pero me temo que la poción de Damocles está un poco lejos de ser una poción certificada –añadió con un levantamiento de hombros- Pasará algo de tiempo antes de que pueda comprobar su teoría. Necesita de un hombre lobo que esté dispuesto a intentarlo y es un procedimiento extremadamente peligroso. Nadie se atreve a estar tan cerca de un hombre lobo –al terminar la oración, sus hombros se sacudieron con un escalofrío- Imagínenlo.

Remus miró fijamente su escritorio, haciendo garabatos con mucha fuerza sobre los márgenes de su libro.

-Ciertamente no puedo imaginarlo –susurró Lily- ¿Tú podrías? –Se dio la vuelta para mirar a Remus, quien parecía incómodo y muy... pálido- ¿Estás bien?

-No... No me siento muy bien –murmuró Remus.

James y Sirius parecían muy preocupados. Peter mordía su lengua y copiando las notas que la profesora Blythe escribía en la pizarra, inconsciente del nerviosismo que hacía que la frente de Remus se empapara de sudor.

Lily alzó la vista.

-Profesora, Remus no se siente bien. ¿Puedo llevarlo a la enfermería?

-Estaré bien –dijo Remus, apartando gentilmente a Lily.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora