Justicia Poética

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Justicia Poética

-Hay algo de justicia en el hecho de que el tonto de Quejicus se llevara la culpa por el desastre en el almacén –dijo Sirius en voz baja para James y Peter más tarde ese día, cuando se esparció la noticia de que Severus Snape había sido atrapado robando del almacén de Slughorn- Una justicia algo poética. Salió sin consecuencias por el espejo de Voldemort el año pasado y ahora nosotros nos libramos por el almacén de Slughorn. Le viene bien por ser un imbécil.
Severus los fulminaba con la mirada desde el otro lado del Gran Comedor, en su lugar en la mesa de Slytherin. Los rumores decían que había obtenido una semana de detención, limpiando el salón de clases de pociones cada tarde y ayudando a Slughorn con cualquier tarea que necesitara. Nunca nadie en particular disfrutaba pasar tiempo con Horace Slughorn –era un viejo errante con una enorme barriga y una necesidad por conocer a la gente correcta. Podía ser bastante condescendiente y había un sentimiento general de no ser lo suficientemente bueno para él a menos que tuvieras parientes famosos. Sirius no podía imaginarse pasar toda una tarde de detención con él, ni hablar de toda una semana.
Remus había vuelto a tiempo para el almuerzo y había escuchado todos los rumores que corrían por el castillo.
-¿Para qué alguien querría un bicuerno? –preguntó confundido, arrugando la nariz por la noticia. Hasta los momentos, el bicuerno era la única cosa que parecía haber desaparecido del almacén. Aparentemente, la habilidad del profesor Slughorn de llevar un inventario no había sido lo suficientemente buena como para notar la desaparición de los retazos de piel de boomslang o el fluxweed.
-Es un ingrediente para la poción Crece Huesos –dijo Frank Longbottom desde el otro lado de la mesa.
Bilius sonreía.
-¡Tal vez Snape sea parte del mercado negro en ventas de Crece Huesos!
-¿Hay un mercado negro para Crece Huesos? –preguntó Alex Tinnamin con las cejas alzadas.
Bilius se encogió de hombros.
-¿Qué más haría alguien con un jodido bicuerno?
-Parece que es ingrediente en alguna poción que Slughorn nos ha enseñado –comentó Derek.
-¿En serio? –preguntó Bilius- ¿Cuál poción?
-No sé –Derek se encogió de hombros- Es por algo que estoy jodido en los E.X.T.A.S.I.S.. Por Pociones, ¿no es así?
Remus frunció el ceño.
-Raro –miró a James, Sirius y Peter- ¿Para qué creen ustedes que quiera ese bicuerno?
El rostro de Peter se volvió escarlata.
-¿Qué sabríamos nosotros? –Demandó Sirius- Quejicus no es nuestro amigo.
-Sí, tal vez debas preguntarle a Evans que es lo que trama Snape, dado que ella es su amiga y eso –dijo James.
-¿Preguntarle qué a Evans? –James y Sirius, quienes habían estado de espalda, se dieron la vuelta para encontrar a Lily de pie tras ellos, con sus manos en sus caderas- ¿Preguntarle qué a Evans? –repitió.
Los labios de Remus se elevaron en una sonrisa burlona y llevó a su boca un trozo de zanahoria, mordiéndola en un sonido crujiente y escandaloso.
-Es sólo que Remus se preguntaba por qué Quejicus Snape podría estar interesado en un bicuerno –respondió Sirius habilidosamente- Y James aquí presente pensó que debía preguntarte a ti, dado que tú eres amiga del tipo.
Lily bufó y luego dio la vuelta alrededor de la mesa para sentarse en el puesto vacio junto a Remus.
Sirius miró a James y luego volvió a mirar a Lily.
-¿Qué fue eso?
-¿Qué fue qué? –preguntó Lily, extendiéndose para tomar el tazón de sopa.
-Ese… Ese bufido –dijo James.
-Nada… No es nada –respondió Lily. Pero los chicos aún la miraban con interés, así que suspiró y bajó su cucharilla antes de siquiera tomar un sorbo de sopa- Es sólo que intenté ir y hablar con él… Para averiguar qué había pasado… Y ni siquiera quiso hablar conmigo. Él nunca quiere hablar conmigo cuando es conveniente. Sólo cuando es conveniente para él, claro, y al diablo si es importante para mí. Oh, pero si es importante para él, ¡ooh no! El mundo debe dejar de girar por él –la voz de Lily se profundizó con una apasionante rabia.
Sirius miró a Remus con inquietud, como disculpándose por que Lily le importara Severus Snape lo suficiente como para importarle un comino si él tenía tiempo para hablar con ella o no. Remus simplemente se encogió de hombros.
-Entonces, ¿para qué es el bicuerno? –preguntó James.
-¡¿Qué voy a saber yo?! –Replicó Lily- ¿Para qué se usa siquiera?
-Como mercancía en el mercado negro –dijo Bilius, inclinándose a ella con aire de conspiración.
-¿Mercancía para el… qué? –Lily parecía confundida. Remus soltó una carcajada.
-Ignóralo, está loco.
Después del almuerzo –y una larga y bastante fantasiosa lista de las ofertas del crece huesos en el mercado negro por Bilius Weasley –los chicos ya estaban cerca de la torre cuando Remus le dijo a James que estaba cansado y que necesitaba descansar en el dormitorio. James asintió comprensivamente.
-Sí, está muy bien. Creo que nosotros iremos a visitar la biblioteca, de todos modos. ¿Cierto, Sirius?
-Creo que sí –concordó él- ¿Peter?
-¿Para qué vamos a ir a la biblioteca? –preguntó Peter, confundido.
-Ya sabes… ¿Cosas de la biblioteca? –dijo Sirius significativamente, empujando a Peter en el hombro.
Los ojos de Peter brillaron al entender.
-Ohhhh –dijo, asintiendo ansiosamente con la cabeza- Cierto. ¡Cosas de biblioteca, sí!
Remus los miró intensamente mientras los tres sonreían tan inocentes como hienas. Por suerte, su mirada se rompió por un fuerte bostezo. Al estirarse, las mangas de su túnica bajaron hasta su codo y pudieron ver varios moretones y golpes en su antebrazo.
-Tienen suerte de que esté cansado y no tenga ganas de investigar lo que realmente están tramando –dijo a mitad de bostezo. Los miró cuidadosamente, repentinamente sospechoso- Esto no tiene nada que ver con Severus Snape y el cuerno de bicuerno, ¿cierto?
Sirius lució profundamente ofendido.
-¿Qué? ¿Qué demonios tiene que ver ir a la biblioteca con Quejicus y ese tal bicuerno?
Remus se encogió de hombros.
-No sé. Es sólo que están actuando muy raro y Snape matándolos con la mirada desde la mesa de Slytherin y… -dudó unos segundos y negó con la cabeza- ¿Saben qué? No quiero saberlo. Si hicieron algo, no quiero saberlo jamás.
-¿Hacer algo? –Repitió Sirius- ¿Qué crees que somos? ¿Un montón de animales?
-Al menos no aún, de todos modos –murmuró James. Sirius dejó escapar una risa ahogada que hizo eco en todo el pasillo y James sonrió ante su propio chiste.
Remus los miró a ambos.
-Muy bien. Vayan a hacer lo que sea que no van a hacer en la biblioteca –dijo él. Se despidió con la mano y caminó el resto del pasillo que faltaba antes de llegar al retrato de la Dama Gorda.
Sirius, James y Peter esperaron hasta que Remus hubiese desaparecido por el agujero del retrato antes de darse la vuelta y encaminarse al séptimo piso tan rápido como pudieran.
-Cuéntenme de nuevo sobre el salón –pidió Peter sin respiración, mientras corrían por los pasillos.
-Es jodidamente perfecto –exclamó James con ánimos- Tiene todo lo que podamos necesitar.
-Sospecho que se trataba de un salón de clases para Pociones hace tiempo –comentó Sirius- Tal vez de quien sea que diera Pociones antes de Slughorn prefería ese salón en lugar de las mazmorras. Pero James tiene razón, tiene todo lo que pudiésemos desear.
Llegaron al retrato de Barnabus el Chiflado y se mantuvieron de pie, conteniendo la respiración. Por suerte, el pasillo estaba vacío, de manera que no había ojos curiosos alrededor, además de los retratos que vestían las paredes el pasillo. Cuando sus ritmos cardíacos se normalizaron, James se acercó a la pared donde la puerta había aparecido y extendió la mano hacia donde la manija había estado, moviendo la mano de un lado a otro. Sirius y él habían coincidido en que la puerta simplemente era invisible y que tal vez la luz del amanecer por la ventana había causado el efecto de la luz dorada o algo por el estilo, pero no había ninguna manija en la pared. Se dio la vuelta para mirar a Sirius.
Sirius se acercó y comenzó a sentir la pared también, con la punta de sus dedos corriendo por el tapiz.
-Estaba aquí –dijo él, arrugando la cara en confusión- Era aquí, ¿verdad?
James asintió.
-Sí, amigo. Tú estabas sentado debajo de Barnabus el Chiflado. Estábamos esperando a que Peter volviera con la lista y yo caminaba de un lado a otro y te ponía nervioso, ¿recuerdas?
Sirius frunció el cejo.
Peter miró de uno a otro, esperando impacientemente a ver ese maravilloso lugar que sonaba demasiado bueno para ser verdad, de todos modos.
-¿Tal vez dijeron una contraseña?
-No creo que lo hayamos hecho –dijo James, mirando a Sirius- Yo sólo decía que necesitábamos un lugar dónde esconder el cuerno… Y tú me decías que dejara de caminar –su mirada parecía desesperanzada.
Pasaron los próximos diez minutos diciendo palabras aleatorias a la pared. Peter se sentó debajo del retrato de Barnabus el Chiflado y observaba como ellos golpeaban y murmuraban varias frases a la pared. Finalmente, James también se rindió, sentándose pesadamente en el suelo, sosteniendo la cabeza con las manos en derrota. Peter se estiró y palmeó el hombro de James de manera consoladora.
-Está bien –dijo.
-No está bien –replicó James- Si no podremos entrar, habremos perdido el cuerno y todos los demás ingredientes y no podremos hacer la poción ni convertirnos en animagos.
Peter estaba pensando que tal vez eso no era algo tan terrible, pero no iba a decirlo en voz alta con James y Sirius presente.
-Muy bien. Entonces yo estaba sentado allí, donde están ustedes, con el cuerno y James, tú estabas caminando –Sirius comenzó a caminar de un lado a otro, recreando la escena- Estábamos esperando a Peter, intentando recordar la lista en caso de que él no volviera…
-Realmente busqué –se defendió Peter al instante- No sabía que Remus la escondía debajo de su colchón. Busque en todos los demás lugares.
James asintió con la cabeza.
-Lo notamos con todos los baúles volteados. ¡Debajo del colchón fue el único sitio de todo el dormitorio donde no buscaste!
Sirius aún caminaba de lado a lado, murmurando cosas para sí mismo mientras caminaba.
-… diciendo que necesitábamos un lugar para esconderlo, y yo me quejaba sobre su caminata… Me ponía nervioso… “Pero necesitamos un lugar donde hacer la poción” decías tú… Y yo dije que nos iban a atrapar… “Cualquier lugar serviría, sólo necesitamos un lugar que Remus no encontraría”…
James se puso de pie de un salto.
-Lo lograste –señalaba a la pared, con los ojos muy abiertos, brincando en su lugar- Mira, lo lograste.
Sirius se dio la vuelta al mismo tiempo que Peter se ponía de pie y los tres chicos se mantuvieron inmóviles en el pasillo, mirando la brillante línea dorada, ondeándose y moviéndose por el tapiz de la pared, como si estuviese cortando la pared.
-¿Tenemos que describir el lugar? –se preguntó Sirius, sin saber siquiera cómo lo había conseguido.
-No sé –respondió James- Pero lo averiguaremos.
Tan pronto como la puerta reapareció en su totalidad, los chicos se apresuraron a entrar, temiendo que ese fuese el momento en el que alguien pasara por ese corredor, y Peter dio el último vistazo a cada lado antes de cerrar la puerta tras él. Una vez dentro, estaba impactado de que los otros dos no hubiesen exagerado ni un poco. La habitación tenía cualquier cosa que pudiesen necesitar para su pequeño proyecto. Había un mesón con llama artificial y calderos con tapas, de todos los tipos, además de repisas con libros y pequeños cuchillos, cucharas e ingredientes básicos como en un pequeño despacho. Y en una esquina estaba el bicuerno que habían robado del almacén del profesor de Pociones junto con la bolsa de fluxweed y la piel de boomslang.
James sacaba de su mochila los otros ingredientes que habían recolectado de sus propios sets de pociones y dejando las pequeñas tazas y bolsas en el mesón mientras Sirius sacaba el libro Sacando al Animago que Llevas Dentro desde la profundidad de los bolsillos de su túnica, abriéndolo en la página que describía la poción.
-Aquí vamos –dijo, balanceándolo contra otro par de libros en el pequeño mesón. Rápidamente tomó tres bancos del otro lado del mesón, ubicándolos alrededor de la llama de fuego artificial- Ven, Peter –dijo, indicándole que se acercara con un gesto con la mano.
Peter asintió, forcejeando para subirse en el banco junto a sus amigos mientras James acercaba un caldero y lo dejaba encima de las llamas, al tiempo en el que Sirius avivaba la llama a todo lo que daba.
-Realmente vamos a hacer esto, ¿eh? –preguntó Peter, con la voz temblando un poco- ¿Convertirnos en animagos?
-Por supuesto –respondió James, sacando las tapas de los frascos y deshaciendo el nudo de las bolsas que habían llevado con ellos.
Sirius sonrió.
-No seas tan nervioso, Peter. A veces tienes que arriesgarte a hacer las cosas que quieres hacer en esta vida. Vivir vale la pena el riesgo, compañero. No puedes ser siempre tan cuidadoso.
Peter asintió.
-Pero, ¿y si pasa algo malo?
-Las cosas malas pasan así tomes el riesgo o no –dijo James.
-A veces –añadió Sirius- debes seguir a tu corazón, incluso si te dice que hagas algo estúpido.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora