Montando la Tienda
La señora Pettigrew apretujó las gordas mejillas de Peter en sus palmas, repartiendo besos en toda su redonda y rosada cara.
-Maaaaa –se quejaba Peter, intentando liberarse, sus ojos notando la divertida expresión de Sirius por encima del hombro de su madre- Maaa... Ya basta, me estás avergonzando –se las arregló para liberarse del agarre de su madre.
Cuando usaron la red flu para llegar al Callejón Diagon –apareciendo en la chimenea del Caldero Chorreante – Sirius se volvió hacia Peter.
-Santos cielos, es una sobreprotectora.
Peter aún acomodaba su cabello de todos los besos que su madre le había dado.
-Lo sé.
Sirius guió el camino, pasando frente a Tom el bartender, quien apenas miró al par de niños que acababan de salir de su chimenea, y a través del abarrotado camino hasta el Callejón Diagon. Peter lo siguió de cerca, mirando alrededor con los ojos muy abiertos. Nunca había estado en el Callejón Diagon él solo –siempre había ido con su mami y su hermana mayor. Era abrumador, especialmente si se le agrega los vendedores ambulantes y las brujas que sostenían sus amuletos y talismanes para alejar la magia oscura.
-Vamos, Peter, esas cosas no funcionan –dijo Sirius, arrastrando a Peter lejos de un vendedor con una botella de polvo de cuerno de unicornio atado a un collar.
Llegaron al frente de la tienda de Artículos de Calidad para Quidditch, donde habían acordado reunirse con James. Habían nuevas escobas en exhibición en la vitrina, modelos que acaban de salir, y una larga fila de estudiantes de Hogwarts, que reconocieron de haber visto en el castillo, frente a la vitrina, mirando las mejores piezas de madera que los galeones podían comprar. Peter alzó la vista al gran letrero en forma de snitch dorada que se alzaba sobre la puerta al entrar.
James estaba admirando una exhibición de lentes que evitarían que tuviera que usar los suyos durante los juegos con mal clima cuando Dora vio a Sirius y llamó la atención de James. James se dio la vuelta y su rostro se iluminó con alegría.
-¡Hey! ¡Aquí están! -correó hacia el otro lado de la tienda- ¡Miren esto! –Dijo, llevándolos a ver los lentes- ¡Piensa en lo geniales que serán en el campo! ¡Especialmente en la lluvia!
-¡Increíble! –respondió Sirius.
-¿Ves, mamá? Son increíbles –dijo James, señalando los lentes para que Dora los viera.
-Tal vez otro día –respondió Dora- Tenemos que volver con tu padre.
James dejó los lentes en la repisa con un suspiro y siguió a Dora hacia la salida de la tienda. Dora miró alrededor mientras los dirigía de vuelta al Caldero Chorreante, con sus atentos ojos que parecían analizar a cada persona a la que pasaban, sin confiar en ninguna de ellas. Continuaba mirando hacia atrás para asegurarse de que los tres chicos estaban ahí. Sirius se inclinó más cerca de James.
-¿Ya le mencionaste el campamento? –susurró.
-Mi papá sabe –le respondió James, también suspirando- Me dijo que le contaría a mi mamá después de que nos vayamos. Está arreglando la tienda de campaña para nosotros en este momento.
Peter se acercó, no queriendo ser excluido.
-¿Y él sabe... Ya sabes... Por qué?
-No –replicó James- Sólo nosotros tres sabemos sobre eso.
-¿Ustedes están nerviosos? –chilló Peter.
-Yo estoy emocionado –dijo James.
-También yo –coincidió Sirius- Especialmente luego de la carta que recibí de Remus el otro día. Sonaba miserable. Su papá lo hizo comer pollo de un pub muggle.
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Los Merodeadores: Segundo Año
عشوائيJames Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew han culminado su primer año en Hogwarts, pero nunca hay momentos tranquilos en la vida de los Merodeadores y su segundo año promete estar cargados de tantas aventuras como el primero. Acompañ...