Christian Grey, es el multimillonario, Playboy más codiciado de Seattle. Pero para Christian su vida de soltero da un giro de 360 grados cuando conoce a su media naranja, Anastasia Steele.
Una mujer dañada por su pasado y cerrada al amor.
Un trágico...
Agarro su mano y le doy un suave apretón mientras Luke conduce hacia al aeropuerto. Acaricio lentamente sus nudillos. Contengo el suspiro de angustia que se agolpa en mi pecho cuando los recuerdos de su confesión me llegan a la mente. La miro a hurtadillas. Tiene un magnífico perfil.
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Está muy seria. Tiene ojeras y está muy pálida. Mi chica valiente y fuerte. No puedo llegar a imaginar cuánto ha sufrido... y sola. Se gira hacia mí y una preciosa sonrisa se dibuja en sus labios ocultando al mundo su tristeza, pero no para mí. Todos sus muros cayeron con la oscuridad de la noche y hoy brilla un nuevo sol. Hoy sé que tiene problemas, hoy sé que detrás de esa máscara de hielo se esconde una mujer herida, hoy sé que me ama y yo estaré a su lado para ayudarla a ver este nuevo amanecer. Juntos.
Luke detiene el coche al lado del jet y ayuda a Ana a bajar del Audi. Recibo un mensaje de Andrea confirmando nuestra reserva en el Hotel. Genial. Compruebo rápidamente que he avisado a todo el mundo necesario que me largo y desconecto los datos del teléfono.
-Vamos, nena.-le tiendo la mano y ella la acepta con una sonrisa nerviosa. Respira hondo. -¿Que te ocurre?-niega y mira nerviosa al suelo un segundo.
-Es que todavía no me creo que vayamos a hacer esto.-¿porqué? Le dejo paso en la escalerilla y le dedico una sonrisa agradecido de tenerla conmigo. -Gracias.-dice y empieza a subir escalones con esa elegancia que la caracteriza. Me quedo mirándole embobado el culo. Soy un hijo de puta con mucha suerte. Stephan y su segundo oficial, nos esperan a las puertas de la cabina.
-Buenos días.-saluda mi chica.
-Buenos días, señorita. Señor Grey.-asiento.
-Bueno días. Ana, ellos son Stephan y Henry, mis pilotos. Ella es Anastasia Steele, mi novia.-de reojo ella me dedica una sonrisa nerviosa y les tiende la mano.
-Encantada.-dice.
-Toma asiento, nena. Voy enseguida.-asiente y la veo acomodarse en uno de los sillones pegados a la ventanilla. Me vuelvo a Stephan. -Gracias por tenerlo todo listo con tan poca antelación.
-No se preocupe, señor. Siempre es un placer poder pilotar esta maravilla.-dice mirando mi avión. Sonrío. -El pronostico del vuelo es bueno, señor. Que tengan un buen viaje.-dice y se vuelve a la cabina. Me doy la vuelta y la sangre se me hiela cuando veo a Natalie hablando con Ana.
-¿Quiere algo de desayunar?-le dice con sequedad. Ana la mira perpleja.
-¡Natalie!-ella se sobresalta. La fulmino con una mirada asesina.-Trata a mí novia con el respeto que se merece.-siseo entre dientes y ella baja la mirada. Miro a Ana hacerse pequeñita en el asiento.
-Nena...-se mira las manos incómoda evitando mirarme. Maldita sea. -Lo siento, nena. Yo...no debí dejar que ella asistiera este vuelo.-cojo su mano y ella suelta un suspiro agotado. Asiente abatida y decepcionada. Maldita sea. Soy imbécil. -Ven.-tiro de su mano y la siento en mi regazo.-Lo siento.-susurro en su pelo y la abrazo con fuerza. Stephan anuncia que vamos a despegar y ella se sienta en su sillón y se abrocha el cinturón. Me maldigo una y otra vez por ser tan idiota mientras ella mira distraída su móvil. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué le puedo decir? -Nena.-sus ojos inexpresivos se clavan en mí.
