Anastasia Grey

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-¿Que haces aquí, Christian?-Ana se tensa.
Me vuelvo fulminando con la mirada a la mujer de porte elegante y ojos fríos que nos mira con coraje. Esa mujer que aún no me puedo creer que sea mi madre.
Sonríe con maldad analizando en su maquiavélica cabeza la situación.
-Hijo, ¿es que no puedes comportarte ni en uno de los mejores restaurantes de la ciudad?Para esto hay Moteles.-la virgen santa.

-Grace te agradecería qué hicieras un poco de alarde de la educación y la clase de la que tanto presumes y nos dejaras en paz.-ella entrecierra los ojos asesinándome con la mirada.
Se puede ir a la mierda.
Con mi esposa no se mete.

-Tu padre y yo frecuentamos mucho este restaurante, no nos hagas quedar en evidencia trayendo aquí a una de...las "mujeres" con las que frecuentas.-siento como la rabia se apodera de mí y todo se vuelve rojo.
Me pongo de pie y ella se yergue.
No se amedrenta ante nada, lo sé. Pero yo tampoco.

-En evidencia te haces quedar tú sola cuando frecuentas todos los bares nocturnos de Seattle.-parpadea asimilando el golpe.
No juegues conmigo, Grace.
Da un paso hacia mí.

-No te permito que...

-Yo tampoco te permito que hables así de mi novia.-le espeto cortándola. Ella me mira sorprendida pero se recupera rápidamente.
Sé que acabo de descubrirme yo solo, lo sé por cómo mira a Ana.
Conozco esa mirada de acecho, de hambre...
La mira como si en cualquier momento se fuese a lanzar encima de ella.
-Te pido con la poca paciencia que me queda que te vayas de aquí y nos dejes comer tranquilos.-la sangre se me hiela cuando Grace se vuelve peligrosamente hacia Ana y la mira con una sonrisa malévola.

-Soy su madre, Grace Grey.-Ana asiente lentamente permaneciendo estoicamente seria y fría.

-Lo sé, señora Grey. Nos conocimos en la fiesta de aniversario de mis padres.-todavía me enfurezco más cuando Grace parece pensar quién es cuando sabe perfectamente quien es la mujer que tiene enfrente.

-Oh, si. La hija de Ray. Lo siento, querida. No te había reconocido.-no puede ocultar el tono falso en su voz.

-Grace...-le advierto.
La odio, la odio con todas mis fuerzas.

-Sí, sí. Ya me voy. ¿Pensaste en lo que te dije?-mierda.
Ella sonríe ampliamente sabiendo que ha tocado mi fibra sensible.
-Esta noche tenemos una cena en casa. ¿No la has invitado, hijo?-sonríe a Ana.-Sería un placer qué vinieras, Ana. Tus padres también vendrán. No acepto un no por respuesta, querida.-será hija de puta...

-Haré lo que pueda, señora.-dice Ana con frialdad dándole largas.
Grace hace una mueca de fastidio.
Chúpate esa.

-Te veo esta noche a las ocho, no llegues tarde.-me ordena con esa amenaza que siempre tiñe su voz cuando habla conmigo.
-Leila está deseando verte. Dice que habéis hablado mucho estos días y que habéis llegado a un acuerdo.-me cago en todo.
Entrecierro los ojos hacia el demonio que tengo delante.

-Lárgate. Ya.-asiente satisfecha.

-Ha sido un placer verte, Anastasia.-le dice.
Una presión en mi pecho se hace ensordecedora y siento los latidos de mi corazón en la garganta.
Cuando la puerta del reservado se cierra dejando al demonio al otro lado me giro hacia Ana que está bebiendo de su copa.
Mira al frente callada y distante.

-Anastasia...-ella se vuelve a mirarme con esos ojos azules tan fríos como un glacial.
Mierda.

-Tienes diez segundos para empezar a hablar o me largo.-parpadeo.
-¿Hablabas con ella cuando me decías que era trabajo? ¿Me has mentido?-Ana por favor.
No preguntes eso.
Me acerco a ella y retrocede.
Voy ha perderla.

Nunca lejos de mi. #Pgreysteele2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora