Desvelándonos.

3.7K 218 15
                                    


-No eres mío. Vas a tener un hijo con otra.-dice claramente dolida.
Ana dime la verdad, dime que no puedes tener hijos para poder decirte que no me importa.

-Tú eres mi esposa.-a ti te he elegido a ese bebé y a Leila no.

-¡Porque no quieres perder tu empresa!-un oleada de enfado me arrasa.

-Eres mi esposa porque te amo, porque en mi vida he querido a nadie tanto como a ti. Eres mi esposa porque te deseo como nunca en mi vida he deseado nada tanto y porque lucharé contra lo que sea por tenerte. Aunque sea contra ti.-lo haré, Ana. Que no te quepa la menor duda.
Ella me mira perpleja.
Todavía no entiende cuánto la amo.
Respira hondo.

-Yo...no puedo meterme en medio...Debes estar para ese bebé. Yo no puedo...-la angustia tiñe su voz.
La abrazo con fuerza.

-¿En medio de que? No hay nada. Esto es un engaño para atraparme. Pero no lo van ha conseguir porque yo te pertenezco a ti. Incluso si me dejas seguiré perteneciéndote a ti.-le digo acariciándole la mejilla húmeda por las lágrimas.-Te amo, nena. No voy a dejar que te vayas.-saco de mi bolsillo las llaves de casa y acciono el cierre del ascensor.
Ella no se mueve y permanece atenta a mí. Abrazados en medio de mi recibidor. No.
De nuestro recibidor.
-Esta es tu casa. Aquí es donde tienes que estar y donde decidimos que estarías.-las lágrimas de sus ojos se desbordan sin control.
Se las beso todas.
No quiero verla llorar. No me gusta.
Duele demasiado.
-No me dejes, por favor. Quédate conmigo, para siempre, Ana.-ella sube las manos rodeándome y esconde la cabeza en mi cuello rompiendo a llorar.
Ay, mi vida, me estás matando.
La abrazo con fuerza y la mezo con delicadeza.
Su llanto se hace más intenso y desgarrador.
-Ya, nena. Lo siento mucho.-le beso el pelo.
La cojo en brazos y la llevo a nuestro dormitorio.
La dejo a los pies de la cama y le quito la ropa lentamente. Ella se tapa la cara con las manos sin poder dejar de llorar.
Tengo un nudo doloroso en el pecho.
La meto en la cama y me desvisto en un santiamén volviendo junto a ella.
La abrazo con fuerza.
La dejo que esconda la cabeza en mi cuello como sé que le gusta hacer.
Poco a poco su llanto mengua dejando una estela de lastimeros sollozos.
-Te amo, mi vida. Te prometo que todo saldrá bien.-vuelvo a besar su cabeza con cariño.
La mezo lentamente hasta que su respiración se vuelve pausada.
Se ha dormido.
Le levanto un poco la cabeza para comprobarlo pero ella gruñe entre sueños y se vuelve a esconder.

-No.-murmura.-Christian.-la miro y abre los ojos de golpe.
Se agarra a mí con fuerza.
-Eres mío.-dice con la voz desgarrada.

-Soy tuyo, nena.-suspira aliviada y vuelve a cerrar los ojos y a meter la cabeza en mi cuello.

-Mío.-susurra muy bajito aún entre sueños.
Le beso la cabeza con delicadeza una y otra vez.
Cuando siento que su respiración vuelve a ser normal cierro los ojos y me dejo llevar.
Estoy agotado.
* * *

Despierto de golpe y busco a Ana.
Joder.
No está.
No me molesto en llamarla, sé que no está en el baño ni aparecerá por la puerta con una bandeja de desayuno para mí.
Me hundo en la cama y huelo su almohada.
Suspiro.
Me siento y busco mi móvil.
Tengo miles de llamadas y mensajes.
Los ignoro todo y llamo a Ana.
No lo coge.
Mierda.
Lo vuelvo a intentar...nada.
Miro al hora.
Las 06:24.
Hoy tengo reuniones.
No puedo desatender más el trabajo.
Me vendrá bien como distracción.
Me pongo el pantalón de chándal y corro cuarenta y cinco minutos en la cinta de mi gimnasio y hago un rápido circuito de pesas.
Me siento más ligero.
Cuando entro en la habitación veo que no tengo nada de Ana en el móvil.
Vuelvo a llamarla y nada.
Me doy una ducha rápida y me afeito.
Elijo una Armani de riguroso negro.

Elijo una Armani de riguroso negro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nunca lejos de mi. #Pgreysteele2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora