Christian Grey, es el multimillonario, Playboy más codiciado de Seattle. Pero para Christian su vida de soltero da un giro de 360 grados cuando conoce a su media naranja, Anastasia Steele.
Una mujer dañada por su pasado y cerrada al amor.
Un trágico...
Dejo el teléfono en la mesa de mi escritorio. Otra llamada al buzón de voz. Nena, cógeme el teléfono. Sam entra en mi despacho y toma asiento delante de mí.
-He pensado que podemos mandar un...
-No haremos nada.-le corto. Él me mira asombrado. En realidad lo que quiero hacer es confirmarlo y he estado a punto de hacerlo cuando los periodistas me han increpado a la salida del Escala. No sé cómo se lo hubiese tomado Ana. Seguramente mal. Mi móvil suena y rechazo la quinta llamada de mi madre. -No voy a negar que tengo una relación con la señorita Steele.-asiente y se pone de pie. -No haremos nada. Ya se cansarán de especular.
-Es lo mejor, señor Grey.-asiento y me despido de él. Vuelvo a llamar a Ana. Esta vez hace llamada.
-Dime.-contesta cortante.
-Anastasia, ¿has visto la noticia?-mi voz es eco de la suya.
-No, mi madre me ha dicho que hay unas fotos nuestras pero nada más .-espero que no se tome a mal cuando lea que la ponen como una de mis conquistas. ¿Ves? Si quisieras algo conmigo diría que somos novios, en vez de dejar que hablen de ella como si fuese cualquier mujer.-¿Hay algún problema?-me pregunta.
-No. Sólo quería saber que pensabas de ello.-y escucharte, verte. Para ya, joder.
-Hace tres días no te importaba lo que pensaba de nada cuando me dejaste sola. No vengas ha preocuparte ahora.-me ladra y cuelga el teléfono. ¿Me ha colgado? Maldita sea. Vuelvo a llamarla pero el teléfono suena y no lo coge. Me cago en todo. Me pongo de pie y salgo como alma que lleva el diablo de mi planta hacia el garaje del Grey House. Luke me mira sorprendido cuando entro en el parking.
-Al Escala, Luke. Se monta en el coche rápidamente y lo pone en marcha. Maldita sea Ana. Yo preocupado por ella y la muy altanera me cuelga el teléfono. No sabes con quien tratas, señorita.
Salto del coche antes siquiera que Luke me abra la puerta y subo hasta su piso.
Toco con fuerza su puerta y me quedo sin aire cuando su belleza me impacta de golpe. Mierda. Va totalmente vestida de negro.
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Está de muerte. Ella me mira boquiabierta de arriba abajo.
-La hostia puta.-murmura mientras me da un repaso. Contengo con todas mis ganas la sonrisa lobuna que amenaza con dibujarse en mis labios.
-Esa boca, nena.-me mira a los ojos y su expresión se endurece.
-¿Que coño haces aquí?-suspiro. Ana no tientes tu suerte.
-¿Porqué no me coges el puto teléfono?-gruño sin controlar en cabreo que tengo, la frustración de estos días, la desilusión de su rechazo. Todo.
-Porqué después de tres días no tenemos nada que decirnos.-sus ojos brillan furiosos. Está soberbia y más sexy y enloquecedora que nunca. Miro su cuerpo mientras mi polla se endurece. La deseo. Sí. Ahora. Deseo follarla y bajarle los putos humos de mujer fatal que tiene. -Lo dejaste muy claro cuando me abandonaste en tu casa.-¿y que coño querías que hiciera? Me muerdo el labio conteniéndome de gritarle que la puta culpa de todo es de ella y de sus putas dudas. Entre nosotros el deseo crece. Una maldita aura de deseo nos envuelve. Ella se remueve.