Primer día del...resto de nuestra vida.

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Pi..pi..pi...
Abro los ojos de golpe ante el incesante ruido de la alarma.
Alargo la mano y apago rápidamente la alarma para no despertar a Ana, pero mi buena fe llega tarde.

-Esta puesto muy temprano, campeón.-me vuelvo y la abrazo. Fuerte.
Dios, me encanta que esté aquí.

-Sí, nena. Tengo un desayuno de trabajo.-ella abre los ojos adormilados desplegando una ternura infinita.-No vayas hoy a trabajar. Quédate un día más.-la más absoluta ternura se transforma en el más espeluznante horror. Me echo a reír.-Te aseguro que a tu jefe no le importaría.-sonríe burlona.

-Sí, tengo un jefe muy considerado. Pero quiero ir.-asiento.
Ya sabía que no colaría.

-Me encantaría llevarte, pero me tengo que ir.-me inclino y la beso.-Sube a verme en cuanto llegues. Te estaré esperando.-asiente con una amplia sonrisa.

-Si, señor.-se burla.
Clavo los dedos en su costillas y ella se dobla aullando de risa.
-Bajaré a mi casa. Tengo que cambiarme.-es verdad, su ropa está allí.

-Luego subiremos tus cosas, nena. No puedes estar bajando todas las mañanas.-hace un puchero.

-Con lo que me gusta mi piso...-dice penosa.

-Lo seguirás teniendo.-asiente.-Y ahora me voy, planta 20.-sonríe con dulzura, y le doy un breve beso de despedida antes que decida cancelar todo y quedarme con ella.-Te amo, nena.

Recién duchado, afeitado y vestido con un traje a medida y de riguroso negro vuelvo a recuperar un poco de la perspectiva y la integridad dominante y fría habitual en mí.
Ana me ha dominado por completo.
Me río un poco.
Un corderito.
Cuando salgo del vestidor, la contemplo, hecha una bolita en la cama, abrazada a mi almohada.
Tiene una expresión relajada, y serena.
Nada queda ya de las horas de sueños inquietos y desesperados de hace unos días.
Le doy un gran beso en la frente y me voy.
En la cocina, Gail revolotea.

-Buenos días.-canturrea.
Sonrío.
-Un café, solo, doble para mi chico.-dice poniendo una taza humeante encima de la barra de la cocina.

-Gracias, Gail. No me prepares el desayuno, tengo una reunión. Ah, y, Ana está en mi habitación.-ella sonríe con cariño.-Se va ha quedar a vivir aquí, Gail.

-Enhorabuena. Me alegro mucho por ti.-asiento y le doy el último sorbo a mi café.

-Gracias.
Luke entra en la cocina.

-El coche está preparado, señor.

-Bien. Luke, luego tendrás que volver a recoger a Ana. Está aquí pero bajará a su piso a cambiarse de ropa.-asiente y se marcha.

-Gail, si necesitas que alguien venga a echarte una mano avísame.-niega.

-Estaré encantada de ocuparme de ella.-sonrío.

-¿Puedes prepararle algo especial para el desayuno? Llévaselo a la cama.

-Se nota que la quieres.-dice con una sonrisa muy maternal.
Asiento.

Concluyo mi reunión mensual con mi equipo.
Cojo el dossier de una aerolínea y no puedo evitar preguntarme qué me dirá Ana de ella.
Será el primero de sus trabajos.
Cuando salgo de la sala de juntas Andrea me entrega un sobre certificado.
El corazón se me acelera.

-¿Puedes traerme un café con leche y un sándwich mixto, por favor?-digo sin dejar de mirar el sobre con el sello del ayuntamiento.

Nunca lejos de mi. #Pgreysteele2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora