Un negro corazón.

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La alarma del despertador se activa con la información del tiempo a las siete y media de la mañana. La apago de golpe.
Mierda. Debí desconectarla.
Miro a Ana que sigue durmiendo sin inmutarse.
Bien.
Me giro despacio y la miro mientras.
Su mano izquierda descansa encima de la almohada pegada a su cara. Los rayos de sol entrar por la ventana directos a su anillo que brilla con fuerza proyectando pequeños destellos de arcoíris en el cabecero de la cama.
El pelo le abraza la mejilla hasta la garganta y sus largas pestañas descansan en sus pálidas mejillas. Entreabre la boca y veo como saborea con regusto la sequedad de su lengua.

-Joder.-susurra y se lleva la mano a la cabeza.

-¿Te duele la cabeza?-le digo bajito. Ella abre lentamente los ojos y parpadea para enfocarme. Me mira unos segundos y sonríe.

-Un poco.-dice.-Gracias.-frunzo el ceño.
-Me trajiste a casa y cuidaste de mí.-nena...
Eso es lo que voy a hacer toda mi vida, no tienes que agradecerme eso.

-Claro que sí. Lo hice encantado.-sonríe con cariño y me rodea el vientre con su brazo acurrucándose sobre mí.

-Te adoro, campeón.-sonrío feliz como nunca y le doy un suave beso en la frente.
El día, aunque soleado, parece frío, el pronóstico de la radio nos aconseja llevar ropa de abrigo por las bajas temperaturas.
En casa se está de lujo.
Tiro de la colcha y nos arropo a ambos con ella.
-No me acomodes, tengo que trabajar.-la miro incrédulo.
Pero si apenas puede escuchar en arrullo del viento. ¿Como va a ir a trabajar?

-¿Estás bien para ir?-sonríe.

-Estoy hecha una mierda. Pero mi padre nos decía que hay que ser valiente de noche y valiente de día.-me hecho a reír y ella cierra un ojo con dolor.

-Lo siento.-deposito un suave y callado beso en su frente.

-Además, tengo que presentarle a mi jefe dos contratos gubernamentales y me llevará toda la mañana.-levanta la cabeza un poco y me besa el pecho.
Como me gusta tenerla aquí. Y en la empresa.

-Que suerte tiene tu jefe.-sonríe.

-Sí que la tiene. Es un megalómano muy sexy con una preciosa sonrisa que deja sin aliento a la mayoría de las mujeres. ¿Crees que si me insinúo un poco consiga que me de un aumento?-me río sin excederme por su malestar.

-Tengo entendido que está muy enamorado, y casado.-baja un poco la cabeza a su mano izquierda que descansa en mi vientre y se mira los anillos. Yo los miro también.
El símbolo de que ella es mía.

-Que afortunada debe ser su mujer.-la aprieto con fuerza contra mí.

-Él es el afortunado de tenerla a ella.-le digo y ella levanta la cabeza para mirarme con una sonrisa bonita.-Sobre todo si le hace un show cantando y bailando solo para él.-repta hacia mí y cierro los ojos preparándome para besarla, pero ella solo roza suavemente mis labios con los suyos y mi cuerpo reacciona con ese instinto animal tan primitivo que invade mi cuerpo y mi mente cada vez que la tengo tan cerca y...desnuda.

-Sus deseos son ordenes para mi, señor Grey.-paso la lengua por mis labios y me los muerdo, la excitación aumenta varios grados en mi interior .-Pero ahora arriba, campeón. No sé tú, pero yo tengo trabajo.-se sienta en la cama y la sábana cae hasta sus caderas dejándola en toda su gloria de cintura para arriba.
La miro sin poder contener el descaro en mis ojos. Es una obra de arte. Su mirada se clava en la mía, seria.
-¿No pudiste ponerme una camiseta?-se le nubla la mirada y mira con disimulo mi erección bajo las sábanas. Es imposible no verla. Se le acelera la respiración y se le oscurecen los ojos.

Nunca lejos de mi. #Pgreysteele2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora