Cerró los ojos, y comenzó a tirar despacio de la tela, apretando sus dientes con dolor.
Las puertas del ascensor se abrieron, y Judas la observó impaciente.
—Apúrate —gruñó el castaño.
—Pero me duele.
—No tenemos tiempo para esto —le dijo tomando él la tela.
—No, espera, yo me lo quito... Sólo dame unos segundos más
Él no dijo nada, dándole a entender que le daba esos segundos de más para quitarse la venda.
Jane se mordió el labio inferior, y terminó por quitar la venda. Observó la herida en su antebrazo, la cual estaba sangrando en algunas partes, y tenía "dibujado" una especie de J con K, y una pequeña O entre medio de ambas.
—¿Que es esto? ¿Qué significa?
—Eso no te importa, ahora vamos. Y no hables a menos que yo te lo diga ¿Okay?
—Está bien.
La tomó de su antebrazo sano, y ambos caminaron por el pasillo, llegando a una puerta que tenía en un número dorado veinticinco.
Judas la tocó seis veces con su puño, haciendo una especie de patrón con el sonido, y la abrieron levemente.
Un alto tipo rubio, de ojos azules, se asomó levemente, observando con el ceño fruncido al muchacho.
—¿Qué quieres aquí?
—Vengo a hablar con Rog.
—Él no quiere verte, a menos que traigas lo que nos robaste.
—Tengo aquí el maldito bolso —pronunció con fastidio—. Y ya les dije que yo no les robé nada. Fue la estúpida de Alicia que me traicionó.
—¿Es esa? —preguntó haciendo un ademán con su cabeza, señalando a Jane.
—No, no es ella. Aún no la encuentro, pero lo haré. Aunque de eso, no lo hablaré contigo. Déjame entrar.
La observó a los ojos en silencio unos segundos, analizando, y los dejó pasar.
Ambos entraron a la habitación, que era una suite muy lujosa y espacios. Y antes de seguir avanzando, el tipo detuvo a Jane en la sala.
—Tú puedes pasar, Rog está en la oficina de la puerta de la derecha. Ella se queda aquí.
Miró a Jane levemente, y luego se fue hacia donde le habían dicho.
El tipo que los había recibido, siguió a Judas, y ella se quedó sola en la sala. Sólo unos segundos, ya que apareció una apuesta rubia voluptuosa, llevando en una de sus manos, una copa burbujeante.
—Hola —sonrió ampliamente, con sus gruesos labios pintados de rojo—. ¿Eres la acompañante de Rog de esta noche?
La observó insegura, sin saber que responder, ya que Judas le había dicho que no hablara.
—Oh, no seas tímida cariño —rio divertida, acercándose a ella—. Déjame verte.
Rodeó a Jane, mirándola de arriba a abajo, y cuando estuvo una vez más en frente de ella, sonrió.
—Eres bonita, creo que han hecho una buena elección contigo.
—Gracias —susurró.
Observó lo que Jane tenía en el brazo, ya que su sangre estaba escurriendo hacia su mano, lo que llamó su atención, y frunció el ceño.
—¿Qué tienes ahí? ¿Te han lastimado?
—N-No... no realmente.
—Déjame ver.
Insegura, Jane levantó su brazo, y le mostró lo que Judas le había hecho en el antebrazo.
La miró curiosa, y luego arqueó una ceja, divertida.
—Oh, ya veo que tienes dueño.
—¿Dueño? ¿De qué hablas?
—¿No sabes que significa eso?
—No realmente —murmuró.
—Mira, lo que representa es un hombre colgado para abajo.
—Pero eso parecen tres letras, la J, la K, y la O.
—J de Judas, la K y la O, solo representan el resto del cuerpo —le dijo señalando—. Son el brazo, pierna, y cabeza. Aunque el tipo colgado, representa a Judas.
—Ah...
—Esto quiere decir que eres la chica de Judas, por lo que supongo que él está aquí, hablando con Rog.
—Sí...
—Oye, por lo que veo, te ha marcado recientemente, y tú no pareces ser una chica de las que se meten con ese tipo de hombres.
Jane se veía realmente incómoda, nerviosa, y sabía que si seguía hablando, podría arruinarlo todo.
—Puedes confiar en mi cariño, ¿Estás en contra de tu voluntad? ¿Él te ha hecho daño?
—Yo-
Judas salió de la oficina, y Jane rápidamente miró hacia abajo, al sentir su penetrante mirada amenazante.
—Jane, nos vamos —le dijo en un tono grave, profundo, acercándose a ella.
—Hola Jud, ¿todo bien? —sonrió la rubia.
—Perfecto —gruñó tomando a la morena de la brazo, para irse.
—Linda chica ¿de dónde la sacaste?
—De su casa —le dijo con simpleza, saliendo de la suite.
Ella lo siguió por detrás, en silencio, mirando hacia abajo. Judas tampoco dijo nada, simplemente salieron del hotel, entrando al auto.
La morena esperó unos minutos, al ver que él no arrancaba el auto, ni nada. Sólo estaba mirando a la nada, con las manos en el volante.
—Oye... ¿Qué harás? —preguntó bajo, con temor.
—No lo sé.
—Esa chica, me explicó que era lo que hiciste en mi antebrazo ¿Por qué?
—¿Por qué qué?
—¿Por qué hiciste eso?
—No debo explicarte nada a ti. Si no te he asesinado, es porque ahora me perteneces.
—Y-Yo sólo quiero volver a mi casa, a mi vida —le dijo suplicante—. Por favor, juro que no diré nada, no hablaré de ti. Sólo quiero volver a mi hogar.
—No lo harás.
—Por favor.
Él no respondió, puso el auto en marcha, y se fueron de allí, dejando realmente angustiada a Jane.
—¿Podría llamar a mi madre aunque sea? Sólo... Quiero avisarle que estoy... Bien.
—No.
—Llamarán a la policía, especialmente, cuando encuentren el cuerpo de ese tipo en mi casa —pronunció estremeciéndose—. Que por cierto, no me has dicho quien es.
Apretó sus dedos alrededor del volante, tensando los musculos de sus brazos.
—No te interesa, y lo que quede de viaje, será mejor que cierres la boca.
Jane giró su rostro, y miró la carretera, dónde ya se encontraban.
Pensó en su futuro, si es que aún tenía alguno, y notó lo rápido que había aceptado que ese extraño hiciera con su vida con lo que quisiera.
Tal vez, era el echo de que jamás había apreciado demasiado su vida, o no le había encontrado aún sentido a la misma.
O... Su continua depresión y baja autoestima, que le hacían perder rápidamente el interés en todo, hasta en su existencia.
...