XIII: Ceder

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"No se puede confiar en una amante de sangre fría,
no se puede confiar en un esclavo de sangre fría, 
no se puede confiar en nadie de sangre fría,
al final, solo te volverán loco."

The Pretty Reckless - Cold Blooded

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Suspiró mientras se quitaba los zapatos. No sabía a donde había ido Judas luego de llegar a la casa.

Ella por su parte había ido por un bocadillo a la cocina, y luego había subido a la habitación, para tomar un baño antes de ir a dormir.

No solía tomar alcohol, ya que le daba sueño, sin contar con el calor que le causaba.

Podía sentir como su piel quemaba. Y al encontrar la habitación vacía, se quitó el vestido, entrando al baño.

Fue entonces cuando sintió que el corazón se le saldría del pecho, de lo fuerte que le latía.

Estaba desnudo, complemente desnudo y mojado, y... Michelle tenía razón, con todo lo que le había dicho.

Judas la miró, y pasó por su lado sin importancia, tomando una toalla antes de envolvérsela a la cintura, y salir del baño.

Podía sentir su boca seca, y cerró los ojos con fuerza.

Debía darse una ducha urgente, o terminaría cometiendo una locura, gracias al alcohol.

Se metió dentro de la tina, y abrió el grifo, dejando que el agua tibia mojara su cuerpo.

Tomó el shampoo y colocó un poco sobre su cabello, masajeando suavemente su cabeza.

Con los ojos cerrados, mientras el agua enjuagaba su cabello, tanteó buscando el jabón, hasta que lo encontró.

Lo pasó por sus brazos, por su cuello, por sus pechos, descendiendo lentamente por su abdomen, hasta llegar a su entrepierna.

Y la imagen de él volvió a su mente. Y mordiéndose el labio inferior, deslizó sus dedos hacia su intimidad, apretando sus muslos.

Un suave jadeó se escapó de sus labios, y negó con la cabeza. No haría aquello allí, con Judas en la misma habitación.

Luego de algunos minutos, Jane salió del baño, vistiendo un camisón rosa.

Observó levemente a Judas, quien estaba acostado en su cama, solo con unos boxer.

—Oye —le dijo al ver que ella se acostaba rápidamente en su sofá, tapándose—. ¿En serio solo has estado con un hombre?

—Sí.

—¿Y cómo fue?

—¿A-A qué te refieres?

—Como fue él. Como te hizo sentir.

—Prefiero no hablar de eso.

—No te estoy preguntando si quieres contarme o no, quiero que me lo digas.

—No me gusta hablar de mi vida privada.

—No me interesa.

La morena suspiró, y se quedó en silencio varios segundos.

—La... La primera vez fue muy dolorosa —le contó en un tono bajo, mirando su almohada—. Y no fue porque él tuviera un gran pene, sólo... No tuvo cuidado.

—¿Y él sabía que tú eras virgen?

—Sí, lo sabía. Él estaba más ansioso que yo por hacerlo, cuando se enteró que no había estado con nadie.

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora