—Oye Jud —pronunció un tipo entrando en su oficina, sin golpear la puerta.
—¿Qué pasa, Mike? —le preguntó a su hermano.
—Escucha, sé que no te gusta hablar de ella, pero también, nos obligas a velar por su seguridad.
—¿A dónde quieres llegar? ¿Le ocurrió algo?
—No, no realmente, o no lo sabemos.
—¿Por qué?
—Hace un tiempo J no viene muy bien de salud, en su último examen, los resultados arrojaron que tiene una masa extraña en el útero. Hace un mes le hicieron una biopsia, y por lo que parece, es cáncer.
Judas observó al muchacho a los ojos, y luego se recostó hacia atrás en su asiento, meditándolo.
—No sabemos que tan grave o avanzado esté, pero ¿No crees que sería el momento para que Jared la conozca? Quizás luego ya no haya vuelta atrás.
—Averigüen en qué estado se encuentra realmente, luego decidiré que hacer —pronunció con calma.
-o-o-o-o-
Observó los resultados de su biopsia, y lloró amargamente. Su vida había sido una completa mierda, desde que aquel tipo había aparecido en su vida.
No lograba mantener un empleo estable, vivía con su madre, no se llevaba bien con su padrastro, quien era sólo un maldito manipulador que la ponía en su contra.
Y durante meses, había estado sufriendo dolores horribles durante la menstruación, sin contar con la abundancia que le bajaba la regla. Y ahí estaba la causa, un tumor maligno.
Desde que había dado a su hijo en adopción, había tenido varias parejas más con el tiempo, pero al igual que con su trabajo, ninguna había perdurado. Y a diferencia de aquella vez, las dos veces que había quedado embarazada por error, se los había quitado.
Sabía que no se encontraba en las condiciones de tener un bebé, tanto económicas, como psicológicamente. No se sentía preparada para ser madre, sentía que no lo haría bien, que no lo lograría.
Y ahora, se sentía culpable por todo lo que había hecho en su vida. Por aquellos niños no nacidos, por su hijo que dio y ahora jamás podría ver. Se sentía vacía, perdida, sin nadie a quien le importara realmente.
No tenía hermanos, y su madre se había ido de viaje con su pareja, dejándola sola. Y si bien Jane no era una niña, ya era toda una mujer, en ese aterrador momento de su vida, se sentía indefensa.
Miró por última vez el resultado, y dobló suavemente la hoja a la mitad. Salió de la cama, y fue al baño, buscando sus medicamentos. Tomó todos los frascos y cajas con píldoras y pastillas que encontró, y se los llevó una vez más a la habitación.
¿Para que seguir causando problemas? A nadie le interesaba si ella seguía o no con vida. Es más, se ahorraría todo el doloroso tratamiento para su cáncer.
-o-o-o-o-
Entró en el cuarto de actividades de su hijo, y observó cómo el niño estaba con los ojos cerrados, tocando una suave melodía en su violín. Aquel pequeño, era todo lo bueno y puro que en su vida tendría, era lo único que realmente valía, y por él, haría lo que fuera.
—Jared.
El niño al escuchar que su padre lo llamaba, dejó de tocar, girándose para observarlo.
—Necesito que vengas conmigo, debemos viajar.
—¿A dónde?
—Es largo de explicar, te espero en el auto. No te demores, tenemos un gran camino por recorrer.