Gruñó molesto mientras caminaba al estacionamiento, sacudiendo su mano derecha.
Se había lastimado los nudillos por darle una lección a ese viejo, y ardía.
Observó a lo lejos su auto, y no tardó en percatarse que Jane no estaba allí.
Una opresión extraña sintió en su pecho en ese momento. Angustia, preocupación, desesperación.
Corrió rápidamente hacia su auto, y no había rastros de la morena, ni siquiera habían violentado el auto. Jane no estaba.
—No puede ser —murmuró intentando tranquilizarse.
Jamás había perdido la paciencia, ni siquiera cuando Alicia había huido, traicionándolo.
Tomó su celular, y marcó el número de Mike.
—Necesito tu ayuda, alguien secuestró a Jane.
-o-o-o-o-
Le pagó al taxista, y miró la casa de su madre desde afuera. Sus labios comenzaron a temblar, y no pudo evitar comenzar a sollozar.
Se sentía aturdida, confundida con sus emociones. Estaba preocupada por Judas, lo había dejado sólo.
Caminó hasta la casa, y golpeó la puerta. Ni siquiera sabía que le diría a su mamá, sólo quería sentir sus brazos, sentirse protegida en su abrazo maternal.
Una mujer que pasaba los cuarenta años, abrió la puerta, quedando en shock al ver a la muchacha del otro lado.
—M-Mamá —balbuceó antes de romper a llorar.
Su madre también lo hizo, abrazándola con fuerza, sin poder creer que su hija estuviera allí.
Después de cuatro meses, y que no hubiera ni una pista de ella, finalmente tenía allí a su hija.
—Jane, Dios mío, estás aquí, has vuelto.
—S-Sí mamá, he vuelto.
—H-Hija.
Necesitaba tanto de sus abrazos, de poder escuchar su voz, de poder sentirla. Y toda la angustia que había guardado esos meses, finalmente podía salir.
Ambas entraron a la casa, y su madre la abrazó una vez más, sin poder asimilar aún, que su hija hubiera llegado a su casa.
—¿Estás bien? ¿Dónde estabas?
—Y-Yo... Estoy bien, y... No importa dónde estuve, sólo que ya estoy aquí.
—¿Cómo que no importa? Jane, el país entero supo de tu caso, te buscaron por todas partes. Tu foto recorrió varios países. ¿Dónde estabas?
—No puedo hablar de eso... Por favor mamá, no insistas.
—De acuerdo, tal vez más adelante quieras contarme. Pero debo hablar con la policía. Ellos deben saber que tú regresaste.
—No, no lo hagas. Espera un poco —le dijo rápidamente—. No lo hagas aún, por favor.
—¿Por qué?
—Sólo no lo hagas, espera que pase la noche.
—Está bien —pronunció confundida.
—¿Dónde está papá? ¿Podríamos llamarlo para que viniera? Quiero verlo.
—Jane, tu papá...
-o-o-o-o-
Habían pasado casi cinco horas desde que Jane había desaparecido, y Judas más nervioso no podía estar.
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