IX: Deseos

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Observó, sentando desde un tronco de madera, como Jane intentaba inútilmente darle al blanco con cada disparo.

Pero no había caso, era un desastre esa morena, ni cerca le daba.

Se había hartado de decirle que no cerrara los ojos cuando iba a disparar, que respirara profundo al jalar el gatillo. Pero no había caso, ella no mejoraba ni un poco.

¿Por qué tenía que ser tan difícil? ¿Por qué tenía que ser tan inútil? Era la primera vez que conocía a alguien así.

Si no lograba encontrarle una habilidad a esa chica, no había sentido para retenerla más tiempo.

La vio suspirar, y observar el arma. Ella se veía realmente afligida.

Y Judas tuvo una idea, tal vez si la ponía a entrenar con Michelle, obtendría otros resultados. Había notado que entre ambas había una buena conexión, y Michelle podía ser muy paciente y amable.

Muy diferente a él.

—Ey, larva. Ya —le dijo hastiado, acercándose a Jane—. Me cansaste, eres una pérdida de tiempo.

—Y-Yo... Lo siento —murmuró mirando hacia abajo.

—Tus lo siento no me sirven de nada. Probaré otro tipo de cosa.

—¿Qué cosa?

—Si al menos me sirves en la cama.

Su rostro palideció rápidamente al escuchar  aquello, y sintió como su estómago se revolvía.

—¿Q-Qué?

—Esta noche, dormirás en mi cama.

—J-Ju-

—Sabes lo que pienso sobre las contradicciones, Jane.

-o-o-o-o-

Michelle estaba preparando la cena, esta vez, sólo serían seis en la gran mansión. El resto de los miembros, estaban en sus casas.

Jane entró a la cocina, y observó con nerviosismo a la castaña.

—Michelle ¿Podríamos... Hablar un momento?

—Claro que sí cariño ¿Qué ocurre? —preguntó sonriendo, secándose las manos.

—Y-Yo... Tengo miedo, Michelle —le dijo al borde de las lágrimas—. Me quiero ir.

—Ey, ¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Judas quiere... Q-Que pase la noche con él,  y-y yo no quiero eso.

—Oye, tranquila —sonrió apoyando ambas manos sobre los hombros de la muchacha—. No será tan malo.

—¿No será tan malo? ¿En serio?

—¿Eres virgen?

—No.

—Entonces no te preocupes. Judas no es tan malo como parece, suele tomarse sus tiempos para complacer a una mujer. Eso sí, él... Am —sonrió divertida—. Pues como decirlo.

—¿Qué cosa? Sólo dilo.

-o-o-o-o-

Estaba sentada en su sofá cama, mirando hacia abajo, nerviosa, sin poder dejar de apretar la tela de su camiseta, entre sus dedos.

Escuchó como Judas salía del baño, y no se atrevió a levantar la vista, pero pudo sentir como él pasaba por su lado.

Estaba nerviosa, muy nerviosa luego de lo que Michelle le había dicho. Ella sólo había tenido sexo con su ex novio, y a sus veintitrés años, era bastante inexperta.

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora