Capítulo 1: Leonel.

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En multimedia: Phillip Phillips - Home.

Capítulo dedicado a ArancibiaCamila 💓

Dicen que entre más golpes te da la vida, más rudo te vuelves y, que llega un día en el que ya no crees en nada ni en nadie. A veces, ni en ti mismo. Yo no estoy de acuerdo con esa afirmación. No después de todo lo que he vivido, no después de crecer con una idea tan alejada de lo que es la familia, la unión, el respeto, lo correcto, lo incorrecto, los ideales, los principios, el bien y el mal..., pero sobre todo una idea tan equivocada del "amor".

Al evocar el pasado, al pensar en ese día en el que Isaac me miró tumbado en el suelo, con todos aquellos moretones en el cuerpo, me doy cuenta de que fue justo entonces en el que comprendió que todo lo que nos habían enseñado no era más que mentiras. Ese día marcó un antes y un después en la vida de los hermanos Carter.

Es asombroso que un apellido que realmente no te pertenece se termina convirtiendo en tu única herencia. Recuerdo como si fuera ayer cuando John, Isaac y yo estábamos sentados en aquella mesa de aquel pequeño motel decidiendo nuestros nuevos nombres y nuestro nuevo apellido. En mi cabeza deambulaban todos aquellos apellidos, de todas aquellas chicas que lamentablemente conocí en las peores circunstancias en las que un chico podría conocer a una chica. No quería que por ningún motivo usáramos alguno. No deseaba llevar marcado por siempre nuestro puñetero pasado.

—Carter —musité en esa ocasión y mis hermanos intercambiaron miradas, pues tenía muchísimos meses sin decir media palabra. Fue así como nos convertimos en John, Isaac y Leonel Carter.

—Carter será entonces —aceptó John.

Mi hermano mayor, la única figura paterna que quiero recordar por siempre, mi mejor amigo. Siempre le estaré agradecido por tenerme paciencia, por no abandonarnos. Hubo un largo tiempo en el que Isaac pensaba que John no merecía nuestro cariño. Él tuvo una vida tranquila mientras nosotros nos hundíamos en el fango cada día más. Después de un tiempo entendió que por desgracia somos dueños de nuestro destino, él y yo tardamos años en abrir nuestras bocas y contar la verdad. No hay más culpables que nosotros mismos. Pero nos encanta la idea de echar nuestros errores en el saco de alguien más.

La bocina de un auto me devuelve a la realidad y dejo a un lado mis recuerdos. El aire fresco me da en la cara en cuanto me bajo del transporte. Estoy en Greensboro, Alabama, es verano, y volveré a pasarlo en este pequeño pueblo que nos dio libertad. A veces pienso en qué habría sido de nosotros si Emily no se hubiese cruzado en el camino de John. Sí, para mí es mi madre por muy ridículo que suene y los cortos dos años que nos separan. Esa chica ha hecho más por mí que cualquier otra persona, incluso más que John ya que, aunque le agradezco que haya cuidado de mí todo este tiempo y haberse sacrificado por mí, es Emily quien me ha dado un amor que me faltaba, un amor que ha venido curando poco a poco todo aquello que creí perdido. Ciertamente nos ha curado a los tres, porque, a pesar de que Isaac no quiera aceptarlo, quiere tanto a Emily como yo.

Y ni hablar de John, él la idolatra. A veces los veo y pienso en qué se sentirá enamorarse como un tonto. Lo sé, lo sé. Es un poco extraño tener esos pensamientos cuando soy un hombre. Pero lo cierto es que después de vivir todo lo que me ha tocado vivir, un poco de normalidad no me vendría mal.

Tengo veinticinco años y apenas terminé la universidad. Luego de vivir encerrado la mayoría de mi vida, huir otro año y quedar prácticamente inmóvil por tanto tiempo, hizo que mis planes de retomar mis estudios se largaran a la basura. Al recuperar la movilidad ya no tenía esperanza alguna, sin embargo Emily jamás permitió que mis sueños se destruyeran y John me animó a comenzar de nuevo.

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