En multimedia: West Coast - Imagine Dragons.
Este no es un simulacro: La historia no termina aquí, dividí el último capítulo en dos.
Fin del comunicado.
Miro mi vientre que ha crecido tanto, la espalda me duele muchísimo desde el sexto mes. No hay día en el que no me vea en el espejo, pues mi actividad favorita es ahora mirar cómo mi pequeña se mueve constantemente. A veces es demasiado traviesa y me da pataditas en las costillas.
Sonrío evocando el momento exacto en el que me confirmaron que sería niña. Jamás, nunca en toda mi vida experimenté tanta emoción junta en mi cuerpo esparciéndose de forma tan enloquecida y significativa. ¡Es niña! Pensé melancólica imaginando el rostro de su padre al enterarse de la noticia, sintiendo al mismo tiempo como la herida se volvía a abrir. Él no estaba, jamás volvería a estar, esta niña, Estefanía, como decidí llamarla, no conocería a su padre y eso me duele tanto porque sé que a pesar de todo lo ocurrido antes, Leonel hubiera sido el mejor papá de todos.
Algunas lágrimas se mezclan en mis ojos y amenazan con salir, entonces los cierro y respiro profundo un par de veces, ha pasado tanto tiempo y sigo afectada hasta la médula. Lo últimos meses han sido difíciles, desde que Leo se marchó del pueblo han trascurrido tantas cosas que ni siquiera sé cómo es que hoy continúo existiendo.
Apenas me quedé sola en aquel infierno, los ataques empezaron, nunca he podido comprender cómo la maldad puede ser inmensa en algunas personas, llegaron a agredirme físicamente una de tantas mañanas y mi pobre e indefensa hermana tuvo que vivir aquello; asustada, llorosa y ya sin esperanzas me pedía a diario que habláramos con Leo, quería pedirle que regresara por nosotras.
A veces pienso en que, si la familia de Leonel hubiera tenido la misma reacción que él, el tiempo que aún pasé en el pueblo habría sido aún peor de lo que fue. John por un lado, quiso hacerse cargo de todo, desde el pago de mis citas médicas y lo referente a mi embarazo hasta la colegiatura de Magda y sus útiles escolares, Emily me convenció de vivir con ellos unos días que se convirtieron en semanas y aunque efectivamente mi amiga me había ayudado a conseguir dinero, era demasiado poco, no podía irme así. Emi era tan sobreprotectora conmigo, no quería que caminara siquiera, me llevaba todo a mi habitación y era quien ayudaba a Magda con las deberes de la escuela mientras yo lloraba por horas por la vida tan difícil que me ha tocado vivir.
Isaac regresó al enterarse de lo sucedido, dijo que probablemente perdería su empleo, pues su jefa era muy demandante. Lo molesté mucho cuando de buenas a primeras me habló por horas de ella entre odioso y hechizado por esa mujer, así que cuando notó lo que él muy bien sabe y yo descubrí no volvió a abrir la boca para mencionarla.
Isaac Carter tiene mucho que ver con que me haya podido ir del pueblo, fue él quien me ayudó a vender mi casa, pues cuando yo lo intentaba nadie parecía interesado por ser la zorra del pueblo, en cambio él sedujo a una mujer casada de aproximadamente treinta años quien ciegamente la compró y al precio que él dispuso. No sé si pasó algo más entre ellos, pero la mujer salió demasiado contenta de la casa.
Me ofreció su ayuda para poner denuncias; una en contra del alcalde por abuso de poder y abuso psicológico, además de sacar a la luz todo lo que había ocurrido en mi adolescencia. A Nuria por ocultar el testamento de papá e intentar venderme en más de una ocasión, además de hacerme partícipe de actos indebidos para una menor de edad, a Jordan y Dina por levantar falsos en mi contra y atentar contra mi integridad. Y a todas esas personas que me agredieron en la calle. Pero no tenía una sola prueba de ello, más que el testamento, y Nuria seguía sin aparecer. Así que lo mejor que hice fue marcharme.
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Dulce Adicción
RomanceLibro 2 de la trilogía Adicción. > *SE RECOMIENDA LEER "JOHN, LA MAYOR DE MIS ADICCIONES" ANTES DE DULCE ADICCIÓN*