Capítulo 9: Leonel.

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En multimedia: Fallin' all in you - Shawn Mendes.


           
De verdad tengo que trabajar en esto del control, no he podido soportarlo más al escucharla cantar. Creo que de algún modo un poco loco y extraño fue justamente su voz lo que me atrajo, lo que me ha hechizado por completo. Su voz es preciosa, inigualable y al escucharla cantar tan cerca de mí, junto a mi voz, junto a mi patética pasión ha tenido consecuencias.

El hecho de que ambos tengamos veinticinco vuelve todo tan ridículo, porque no actuamos como tal, he aparcado la camioneta en un lugar que generalmente por las mañanas está aglomerado y en este momento parece desierto por la hora, claro está.

Ahora la tengo encima de mí, besándome con una intensidad que me ciega por completo y es que sí, estoy realmente loco por ella. No quiero preocuparme aún, de algún modo ilógico las palabras de John aparecen en mi mente, su preocupación por mi estado emocional. La preocupación de Emi tiene sentido, lo sé. Pero esta mujer de escasas curvas y sonrisa perfecta me ha atrapado en cuestión de días y no hay nada que yo pueda hacer. Al menos por ahora no quiero pensar.

Solo quiero sentir; sentir la forma en la que su abrigo desaparece y su vestido tan corto se sube hasta sus muslos sin que yo lo toque, la forma en la que su sabor me hace sentir como un pequeño niño que ha encontrado su dulce favorito en el mundo y no quiere abandonarlo jamás.

—Atrás —logro decir. A pesar de que es tan delgadita es un poco incómodo tenerla sobre mí en el asiento del conductor.

Me mira unos segundos antes de asentir y cruzar a la parte trasera con agilidad, yo hago lo mismo aún más rápido que ella. La tomo de su cadera y la regreso a su posición anterior; a horcajadas sobre mí. Y la beso, vaya que me encanta besarla, invadir su interior. Su vestido con esa especie de hilos colgando por todos lados hace que parezca que tiene mantequilla porque mis manos se deslizan con tanta facilidad por su figura, una figura que deseo tocar ya sin impedimentos.

Subo mis manos con lentitud extrema hasta su cuello, me detengo en donde su vestido se une y actúo ya sin reflexionar en realidad lo que mis actos pueden transmitirle, con agilidad desabrocho los tres botones pequeños que se escondían detrás de su cuello. Ari tiembla un poco al descubrir lo que estoy haciendo. Tengo dificultad con el último botón y ella aparta mis manos. Por un momento creo que recibiré otra cachetada igual que la de la mañana, sin embargo me equivoco totalmente. Es ella misma quien termina el trabajo y suelta con seguridad lo que ahora solo se sostiene por sus dedos.

La parte superior del vestido cae hasta debajo de sus costillas y mis ojos recorren desde su boca, pasando por su cuello, se detienen un momento en el inicio de su pecho, ese hueso que se une en medio se ve con más ímpetu que en una mujer con algunas libras demás. Me tomo mi tiempo para llegar a sus senos desnudos y me falta el aire.

—No son espectaculares, ¿cierto? —comenta no sé si en broma o con melancolía honesta.

¿Pero qué cojones acaba de decir? ¿Qué no son espectaculares? Es tan insegura.

Tomo su rostro con mis manos y vuelvo a besarla, esta vez con más calma, disfrutando cada maldito segundo. Con paciencia dirijo mis labios hasta su mentón, beso su cuello y marco una línea perfecta hasta bajar en medio de sus pechos, gime y creo que en cualquier momento explotaré o me dará un infarto. Mis manos ahuecan lo que ha declarado como "no espectaculares". Acerco mi boca hasta uno de sus pechos, quiero ser tierno, quiero que entienda lo hermosa que es de pies a cabeza, lo perfecta que es cada parte de su cuerpo. Presiono con mis labios su pezón endurecido y a la misma vez tan suave, lo recorro haciendo círculos con mi lengua y estira la espalda para darme más espacio.

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