Capítulo 11: Leonel.

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En multimedia: Shawn Mendes - Bad reputation.

Al ver a Emi gritando como toda una madre escandalizada por la escena me gana un ataque de risa. Al menos después del día que tuve ayer hoy hemos amanecido con otra clase de drama. Sí, tuve una recaída y de las grandes al escuchar que mi verdadera madre está libre, al principio me quedé inerte, como una estatua, perplejo, totalmente perdido. Todo lo referente a Rocío y Sergio ha sido un proceso.

Después de algunos minutos caí al suelo justo como aquella vez que Emi me ayudó en nuestra antigua casa. Lloré, ¿cómo no hacerlo? Sí, he crecido y sí, ya soy más fuerte tanto emocional como físicamente pero eso no evita que cuando los recuerdos vuelven de forma tan agresiva regrese al principio.

Por supuesto John actuó enseguida, evitando que me hiciera daño a mí o a alguien más, llamó a un doctor conocido del pueblo y fue él quien me sedó. Pasé dormido prácticamente todo el día, y a pesar de ello tuve sueños espantosos. Por la tarde, cuando desperté un poco me di cuenta de que mi teléfono no estaba conmigo y luego volví a dormirme. Mi hermano se quedó con él sospechando que Rocío se comunicaría conmigo y por ello no renegué. Aunque esa es una idea sin fundamento, hace tanto tiempo que no sabemos nada de ella, y que cambié de número en repetidas ocasiones.

Además Rocío jamás me quiso, nadie con un mínimo de amor hacia otra persona le haría todo el daño que esa mujer me hizo y a pesar de que seguimos sin comprenderlo, ella y Sergio amaban a John aún sin llevar la misma sangre, lo querían, lo protegían. Isaac por otro lado pocas veces recibió golpes y luego estaba yo... el niño que por llevar un poco de agua a aquellas mujeres recibía palizas.

Ahora estoy aquí, en mi habitación con la chica que me trae de cabeza y que está prácticamente desnuda, yo me encuentro en las mismas condiciones, y Emi no para de gritar. ¡Dios! Cuánta exageración, tomando en cuenta que ella y John en su versión de jóvenes hacían esta clase de locuras todo el tiempo.

—Emi —lo intento una vez más.

—Oh santo cielo, ¡están desnudos! ¡desnudos! —grita y grita cubriendo sus ojos—. ¡John! ¡John! —trata de caminar con los ojos cerrados y con las manos sobre ellos, entonces tropieza con la charola que recién ha tirado y cae al suelo.

Miro a Ari para que no enloquezca y la veo recoger su ropa apresurada y vistiéndose mientras niega con su cabeza una y otra vez. Busca por todos lados su abrigo y sus zapatos. Emi termina yéndose arrastrándose en el suelo. ¡Qué dramática!

Salgo de la cama y tomo a Ari de los brazos con suavidad. La miro directo a los ojos, su maquillaje no está tan arruinado como el otro día, pero está esparcido debajo de sus ojos. Paso mis pulgares donde se acumula esa sombra negra y la ayudo con el problema.

—No pasa nada Ari, no te apenes.

—Es que no lo entiendes... —parece abatida.

—¿Qué es lo que no entiendo?

—No hay nadie en este pueblo que no conozca mi mala reputación. No hay nadie en este pueblo que no se haya preguntado alguna vez si lo que se dice de mí es cierto. La esposa de tu hermano seguro ha escuchado sobre mí y me ha reconocido y yo... yo no quisiera que tú terminaras creyendo lo mismo.

Sus ojos del color de la noche me miran nerviosos. Hay miedo en ellos, temor, inseguridad... tantas cosas. Niego con mi cabeza y beso su frente, le pido que me de un minuto para vestirme también. Una vez que estoy presentable envuelvo su suave mano con la mía y abro la puerta. Ari no camina.

—No temas, bien podrían mostrarme un video como prueba de tu supuesta mala reputación y yo iría hasta ti y te daría el beneficio de la duda, te dejaría explicar, confiaría en ti.

Dulce Adicción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora