Capítulo 27: Leonel.

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En multimedia: All I Want - Kodaline.

Capítulo dedicado a rociorivera17 ❤️

Dos meses después...

Miro el abrigo que estoy a punto de ponerme y maldigo, no sé en qué estaba pensando cuando decidí irme del pueblo y cambiar mis botas y vaqueros, por esta ropa gruesa y necesaria por el frío. ¿A quién quiero engañar? Claro que sé en qué estaba pensando, en Ariadna, en su traición, en sus mentiras... en ella.

Duró tan poco, un par de semanas y la había amado tanto. Me enamoró con su inseguridad, con esos ojos negros que pedían a gritos ayuda, con su cuerpo delgadito, escaso de curvas pero que ante mí era mejor que el de cualquier mujer curvilínea. El mismo cuerpo con el que me engañó.

Si se lo están preguntando, no ha existido día en estos dos largos meses en el que no haya pensado en ella. Sé que pude reaccionar de otra manera, que quizás debí callarme y no gritar, mucho menos tirar cosas por los aires o romperlas, que solo la asusté y la atemoricé, que tal vez hay un motivo poderoso por el cual ella estuvo con ese hombre, pero eso solo ocurre en las películas, ¿no?

Sé que fui duro, que crucé los límites al echarla de casa sabiendo su condición y me comporté como un imbécil al exigirle una prueba de paternidad, ¿qué se supone que debía hacer? Me sentí herido, la decepción fue aún mayor que cuando descubrí que la vida me había dado unos monstruos por padres y aún así estuve a nada de salir tras ella y pedirle perdón por haberla echado de casa, por haber pronunciado aquellas palabras hirientes.

Ariadna para mí era como un tesoro, una joya preciosa que debía cuidar de todos y de todo, llegó a ser la persona más importante en mi vida y todo eso en semanas, en unas putas semanas que ahora me martirizan el tiempo entero. De verdad quería creerle, necesitaba hacerlo, pero entre más lo pensaba menos lógica tenía.

Puede ser que si hubiera actuado de otra manera ella habría dado una explicación coherente, la cuestión es que no hay ninguna explicación coherente para contrarrestar el dolor latente que se instala en todo tu jodido cuerpo cuando la persona que amas te miente, te engaña, te traiciona.

Su excusa fue patética, ¿por qué esperar tanto para decírmelo? Se sintió a mentira, se escuchó como mentira, fue una mentira y por más que mi estúpido y aún enamorado corazón siga insistiéndome en volver a Greensboro, hablar con ella, vivir su embarazo aún sin saber si ese bebé es mío o no, ser el tipo bueno de toda la vida y comportarme a la altura, mi razón me lo impide y el hecho de que aún por las noches tengo que tragarme las putas lágrimas para no sentirme como un perdedor también tiene mucho ver.

Supongo que soy el de menos carácter de los Carter, el más débil, el más estúpido porque a pesar de todo lo que había ocurrido, de haber visto aquellas fotos que me rompieron, quiero correr hacia ella, mirarla a la cara y decirle que no me importa lo que hizo, la amo. ¡Imbécil!

Tomo mis cosas y trato con todas mis fuerzas de pensar en algo más y alejar esas ideas erróneas. Durante este tiempo he tenido muy poca comunicación con mi familia, sabía que apenas Emily, John o Isaac me dijeran lo mínimo sobre Ariadna, Magda o el bebé regresaría sin pensármelo. Aunque me moría y sigo muriendo por saber de ellas, sobre todo de Magda, quien no tuvo la culpa de nada.

De todos, Isaac es el más insistente, siempre trata de hablar de ella, la última vez que hablamos discutimos y no sé nada de él desde entonces. Están de acuerdo en que últimamente soy insoportable. ¿Pero cómo pretenden que esté? Nunca entenderé por qué razón los seres humanos no comprenden el infierno por el que pasas cuando la persona que amas te falla, te lastima, sin importar si ha sido a propósito o sin buscarlo, te sientes peor que la mierda misma y los demás quieren que sonrías, y digas palabras bonitas. No se puede cuando andas por la vida hecho pedazos.

Dulce Adicción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora