Capítulo 17: Ariadna.

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Al día siguiente me levanto muy temprano. No son ni las seis de la mañana y prácticamente no he dormido nada. ¿Cómo dormir? Mi cabeza es una bomba de ideas, hipótesis, nervios y temor. No solo se trata de que la madre de Leonel sea una psicópata. Nuria se volverá loca cuando no nos encuentre en casa. ¿Cómo lidio con ella también?

Me la imagino averiguando en dónde demonios estamos, viniendo hasta acá y llevándose a Magda, eso solo provocaría que yo también me marche, lo cual siendo honesta sería lo mejor. No está entre mis planes abandonar a Leo, sin embargo sé que mi presencia incomodará de alguna u otra forma. Soy una completa extraña para el resto de la familia y como si eso no es suficiente, no he venido sola, traigo compañía y es una niña de diez años que necesita medicina; una medicina que solo Nuria sabe en qué jodido lugar de nuestra casa está.

Me quiero quebrar cada hueso de mi cuerpo al recordarlo, al entender que haberme escabullido con mi hermana de la forma en la que lo hice fue estúpido, pero ¿cómo le decía que no a Leo? Ahora estoy entre la espada y la pared, pues necesito las medicinas de mi hermana y al mismo tiempo necesito quedarme aquí hasta que esté completamente segura de que la madre del hombre que me trae volando en una nube esté encerrada en la cárcel.

Es tan irónico cómo al enamorarnos se nos complica por completo la vida, a veces por falta de entendimiento, acuerdos y discrepancias, otras veces a pesar de ser compatibles hasta en cosas, pensamientos y actitudes que jamás imaginaste, entran en juego otro tipo de conflictos.  Finalmente comprendes que, nada pasa por suerte, que si la vida te ha unido a otra persona, tendrás que pelear, luchar y vencer cada obstáculo.

Resignada me doy cuenta de que tengo que buscar una solución al evidente problema que se me avecina. Magda necesita medicamento y yo debo conseguírselo.  Me pongo de pie y salgo de la habitación de puntillas. Encontrar un baño no me lleva trabajo, me ducho bastante rápido y pronto estoy vestida y lista para ir a mi casa y buscar por cada sitio las medicinas de mi hermana.

A mitad de los escalones me detengo. Hay tanto silencio que mis pensamientos no puedo ignorar. Si salgo de esta forma Leo se preocupará al no encontrarme. Niego con mi cabeza y subo los escalones que ya había bajado. Llego hasta el final del pasillo y me quedo mirando la puerta de Leo demasiado tiempo. No sé ni siquiera qué es lo que estoy esperando.

—Entra, no le diré a nadie —la voz de Isaac me hace dar un brinco hacia atrás.

—Me asustaste —susurro apenada.

—Lo siento, es que con todo lo que está pasando se me ha espantado el sueño.

—No eres el único.

—Ya lo veo, ¿tu hermana está bien?

—Aún duerme. Gracias por aceptar que Magda y yo vivamos aquí unos días.

—No agradezcas, que a mí me caes de maravilla. ¿Sabes? A Leo siempre se le ha facilitado discernir en quién se puede confiar. Puede que sea el menor, pero en cuestión de sentimientos y buenas intenciones es el mejor de los tres. Mi hermano tiene un corazón de oro, por ese motivo John lo cuida tanto, teme que lo lastimen y a en estas instancias estoy seguro de que estás enterada de lo que vivió en el pasado.

—Sé gran parte y me ha llevado trabajo comprender cuánta maldad hay en esa mujer —digo con cautela.

—No lo lastimes, ¿sí?

—Eso ya me lo habías pedido ebrio y mi respuesta sigue siendo la misma. No pretendo hacerlo, es la única persona que se ha preocupado por mí. No podría.

—¿También hice de hermano ridículo y protector? —se sorprende.

—Sí.

—No volveré a ir a ese bar. Vende alcohol adulterado. Yo soy el rey de las fiestas, en fin. Solo no lo lastimes y ahora fingiremos que no nos hemos encontrado en el pasillo para que puedas entrar de una vez y le des los buenos días —se suelta a reír como si algo dentro de sus palabras tuviera otra intención. Al principio no lo comprendo, aunque después de unos segundos entiendo a qué se refiere con "los buenos días".

Dulce Adicción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora