Capítulo 24: Leonel.

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En multimedia: GONE - WE THE LION

           

Miro la hierva bajo mis pies, aún no comprendo lo que recién ha ocurrido. Habíamos salido del pueblo y esperado por horas a mitad de la carretera que uno de los tipos que acompañaba a mi madre consiguiera otro vehículo. Al principio no entendí bien para qué demonios querían otro medio de transporte hasta que consiguieron que una chica se detuviera, la secuestraron en un par de segundos y así tan fácil y tan sencillo volví a mi pasado. Rocío la había lastimado, golpeado y matado. No lo comprendía, jamás comprenderé el placer que puede llegar a sentir una persona al momento de asesinar a un inocente.

Esta vez no pude cubrirme los ojos o voltear hacia otro lado, pues ciertamente la situación mental de Rocío no era estable, tampoco estaba del todo loca, así que tuve que seguir fingiendo que mi disposición a ser como ella era verdadera, digo "estaba" porque lo que pasó después fue todo un caos.

Al dejar el cuerpo de la chica en su vehículo en medio de la nada y subir a la camioneta de John casi pierdo los estribos, una crisis estuvo a nada de atacarme pero me bastó pensar en Ariadna, en que seguramente se estaba volviendo loca y yo necesitaba verla de nuevo, no podía dejarla sola en el mundo, ni a ella ni a su hermana, entonces recuperé la calma y varios kilómetros después me armé de valor por primera vez en mi vida y salté hacia el conductor, fue arriesgado, pude morir. A veces la vida te da oportunidades como recompensa, en nombre de todo el daño que te han hecho, que has vivido.

La camioneta impactó contra otro vehículo y pronto estábamos girando, hasta dar una vuelta entera y quedar hacia un costado. Más increíble era que no tuviera ningún hueso roto y que sea el único sobreviviente. Y ahora miro la hierva porque entiendo las consecuencias de mis acciones, me he salvado, mas he provocado la muerte de otras personas. Y es así como entiendo que la vida es una maldita embustera, te permite salir del fango, pero jamás lo haces ileso. Si ya vivía con todas las muertes de aquellas chicas sobre mis hombros, ¿cómo podré ahora vivir con el cargo de conciencia de algo que yo he provocado para salvarme?

A lo lejos escucho que alguien me llama, dicen mi nombre una y otra vez y me atrevo a levantar la cabeza abatido. A pesar de sentirme terriblemente culpable al ver a John, Emi, e Isaac corriendo hacia mí, mi corazón se agita emocionado, sobre todo cuando miro a la última persona que viene con ellos, Ariadna corre como todos los demás y entiendo en ese instante que sin importarme lo mal que me siento, provocaría una y otra vez ese jodido accidente si eso me permite volver a ella justo como en este momento.

Me pongo de pie y corro hacia ellos, me doy cuenta de que Ari se ha detenido y puedo jurar que sé sus motivos, piensa que mi familia merece abrazarme primero, la he aprendido a conocer tan bien en solo un mes. Yo, al contrario creo que es ella quien merece encontrarse conmigo, o más bien yo encontrarme con el mayor de mis motivos para pelear. No quiero sonar injusto, amo a mi familia con todas mis jodidas fuerzas, pero el amor es inexplicable, llega a tu vida escarbando hasta lo más profundo, uniendo lo que no se emparejaba, ubicando lo que no encontraba sitio y conectando todo tu sistema. Y mi amor es ella.

Jamás me había sentido tan feliz de sentir los brazos de alguien rodeándome. ¡Dios! Lo he logrado.

—Gitana —digo—. Te amo.

Me juré que si volvía a tenerla junto a mí se lo diría sin miedos, sin tapujos. La amo y me importa tan poco lo que piensen los demás, que si es apresurado, que si no ha pasado suficiente tiempo, que si es inmaduro, que si no puedo amarla tan rápido, que no es amor en realidad, que si es ilusión o la emoción del momento. Me importa una mierda. La amo, la amo con todas mis fuerzas, con todo mi ser, con todos mis sentidos.

Dulce Adicción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora