- ¡Levántense! -tía Petunia empezó a tocar fuertemente la puerta de nuestra "habitación" digo, si así se le puede llamar a un diminuto cuarto debajo de las escaleras las cuales llenaban de polvo la cama cada vez que subían o bajaban por ellas.
- Buenos días, Harry -le dije a mi hermano que, al igual que a mi, lo habían despertado los horribles gritos de nuestra tía, quien parecía más molesta que de costumbre.
- Buenos días a ti también, hermanita. -respondió depositando un pequeño y cálido beso en mi frente, acción que me provocó una sonrisa en el rostro.
Harry parecía siempre ser aquella pequeña luz de esperanza que permanecía en mi vida para evitar que me volviera loca.
Después de unos cuantos segundos, escuchamos a Dudley bajar a toda velocidad por las escaleras y brincar en ellas lo cual provocaba que cayera mucho polvo de éstas.
- ¡Despierten primos, iremos al zoológico! -gritó como lo hacía cada vez que hablaba con nosotros, o incluso con sus padres.
Estaba a punto de abrir la puerta del cuarto cuando el regordete del hijo de los Dursley me empujó hacia adentro del mismo, azotando de nueva cuenta la puerta, provocando que sin querer derribara a Harry y sus lentes resbalaran por el puente de su nariz.
- Lo siento, fue el torpe de Dudley. -le pedí disculpas mientras ataba mi cabello con una pequeña liga que traía siempre conmigo en la muñeca derecha.
- No importa, estoy bien. -me dijo con una sonrisa y sin preocupación en su tono de voz.
Salimos del cuarto para dirigirnos a la cocina. La escena que vimos al momento de entrar a ésta fue la de Tía Petunia deseándole un feliz cumpleaños al insoportable de su hijo.
- ¿Por qué no intentan hacer el desayuno sin quemar la cocina? -pidió con una típica mirada de desprecio como lo hacía siempre cuando se trataba de nosotros dos.
Parecía que a pesar de ser hijos de su hermana, odiara cada partícula de nuestro ser, y no bromeo cuando lo digo. Nosotros simplemente éramos como un par de animales insignificantes más que vivían en su casa.
- Si, Tía Petunia. -respondimos mi hermano y yo al mismo tiempo y asintiendo ligeramente.
- Rápido muchacho, mi café. -musitó Tío Vernon a Harry en un tono demandante mientras que él se encontraba sentado frente al televisor.
- Si, Tío Vernon. -respondió el castaño, liberando un suspiro pesado.
- Tú hazle su café, yo continúo con lo demás. -hablé dedicándole una sonrisa.
- ¡Dime cuántos son! -demandó Dudley con la voz alterada, apretando la mandíbula y empuñando sus manos mientras miraba a su padre con desespero.
- Treinta y seis, los conté yo mismo. -respondió el mayor a su hijo, tratando de apaciguarlo.
- ¿Treinta y seis? ¿Por qué? ¡El año pasado fueron treinta y siete! -gritó de una manera dramática.
Ése niño si que hacía berrinches. Harry y yo no podíamos si quiera solicitar una felicitaciones de cumpleaños sin ser atacados con algún comentario hiriente.
- Oh, si claro hijo, pero este año son más grandes. -se escudó con el mismo objetivo de antes.
- ¡No me importa el tamaño que tenga! -gritó una vez más; Harry y yo solo nos limitamos a miramos y negamos de manera discreta.
- ¿No crees que exagera un poco en todo? -me preguntó mi hermano casi en un susurro inaudible.
- Definitivamente. -le respondí en voz baja ya que si nos oían podría irnos mal.
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Eres Mía • || Draco Malfoy ||
Fanfiction𝐄𝐌: "i love you, little Potter" _____ y Harry Potter, mejor conocidos como los niños que vivieron. Tras haber pasado once largos y tortuosos años con sus tíos y primo muggles, los Dursley, finalmente este par de hermanos comenzarán a vivir la ave...