Dos semanas más tarde del nacimiento de HaeChan, mientras el trío de adultos desayunaba cereales y una taza de café antes de irse a sus respectivas actividades y dejar a los niños en la guardería.
Fue en eso cuando Yuta carraspeó y les pidió un gran favor.
— Cuídenlo, por favor.— Dijo el japonés— Iré a China a buscar a SiCheng, no creo que haya desaparecido así de la nada. Necesito una explicación.— Respiro profundo.— Al menos saber si murió o si me abandonó pero necesito respuestas. Han pasado seis meses desde que se fue.
Obviamente le dijeron que si, ellos también estaban muy preocupados por su amigo chino.
Solían llamarle WinWin, y era la adorada pareja de Yuta, no había nada en el mundo que ese hombre amé más que a su chinito. Así que ese día se decidió, empaco sus cosa y compro un pasaje directo a China.
— ¿Quieres que vaya contigo hermano? .— Se ofreció Johnny
— Puedo ir solo…— Le respondió tranquilo.— ¿Problemas en el paraíso con el conejo?.— YoungHo río, el problema no era Dong, sino el demonio que tenía por hijo, HaeChan.
Nunca quiso creerle cuando lo llamaba engendro del diablo, llamaban exagerado al menor y le decían que era un angelito.
Pero ese bebé moreno de ojos castaños era el mismo Satanás.
— Si pude con TaeYong, puedo con cualquiera…— Minimizó el problema del mocoso malvado.— ¿Sabes algo de…?— El japonés lo interrumpió adelantándose a la pregunta que ya sabia que vendría.
— Les dieron el alta hace unos días, ya está en su casa.
John sonrió a medias y abrazo al contrario. Agradecía tanto que el peli violeta fuera el mejor amigo de su ex por que al menos así sabría como está.
— Son la única pareja que queda viva, SiCheng y tu aman como nadie más, ve a buscarlo bro.— Le murmuró con una mano en su hombro.
Yuta asintió y se puso de rodillas para despedirse de su hombrecito.
— Pórtate bien Xuxi.— Le susurró uniendo sus frentes.— Te amo bebé
— Papa papá.— Llamo el niño sosteniendo las manos del japonés para que no se alejé.— Papá ¡Papá!.
No quería que su otro papá se fuera.
— Ya mi amor, volveré y si Dios quiere, traeré a papá Winko conmigo.— Beso la frente del bebé y deshizo su agarre.— !Hazle caso a tus tíos! ¡Y no comas crayolas que después la popo te sale de colores!
Y así se despidieron, Yuta se subió a su moto, condujo con una gran mochila en su espalda en dirección al aeropuerto.
Registro su equipaje, retiro su boleto y se sentó a esperar la media hora.
Se sentó a esperar su vuelo y en eso cerró sus ojos y visualizo el rostro de su SiCheng, sus finos rasgos, ojos de cristal, que observaban todo con curiosidad e inocencia.
Su sonrisa preciosa que iluminaba cada uno de sus días.
Sus delicados labios, los cuales amaba besar hasta el cansancio, incluso en las noches en las que no podía mantenerse despierto luego de sus horas de trabajo y de hacer las cosas de la casa.
Su mente se vio invadida de miles de recuerdos; de sus cinco años como pareja, de sus peleas por nada, de sus competencias.
Del nacimiento de Lucas, sin dudas lo mejor de su vida junto al chino fue ese pequeño rayo de luz que llegó para quedarse, el pequeño relámpago que destruía todo a su paso pero que a su vez lo mantenía a él con vida.
Hizo memoria de cada uno de esos hechos y llego a una conclusión:
Su SiCheng era perfecto, y era suyo. Estaba seguro de que todo esto era una simple confusión y que Winko estaría esperándolo con los brazos abiertos una vez que llegue.
Yuta trabajaba en una pequeña gráfica, no era un gran negocio pero le daba algo de dinero para mantener a la familia.
En cambio WinWin era un importante CEO en la misma compañía de JaeHyun y TaeYong; el era quien cubría la mayoría de los lujos; pero desde que SiCheng había viajado a China por trabajo tuvo que afrontar todo solo.
Por suerte Yukhei no era un niño caprichoso ni malcriado. Podía entretenerlo hasta con una caja de zapatos y el menor quedaba maravillado.
Una voz lo saco de sus pensamientos y lo obligó a levantarse para ingresar al avión.
Una vez dentro de la gran nave el japonés se recostó y cayó dormido a los segundos.
Fue una hora y media la que estuvo sumergido en sus sueños, hasta que una mano lo despertó, y tuvo que abandonar a su perfecta familia con superpoderes que luchaba contra el mal para ir a buscar a su pareja.
En el aeropuerto tomo un autobús hacia Zhejiang, la ciudad natal de WinWin.
Zhejiang era una parte muy hermosa y curiosa de China, era brillante y cautivadora, justo como su novio.
Se bajó en la parada del autobús y camino más de treinta cuadras con solo deteniéndose a comprar tres botellas de agua cuando tuvo al oportunidad.
Era el atardecer, y aquel barrio donde vivía su amor lucía tranquilo.
Nakamoto se acercó a casa de sus suegros, dónde esperaba conseguir respuestas. Está quedaba frente a un bello parque al que solían ir cada vez que se quedaban allí, Lucas amaba los juegos y el aire libre.
Camino ligero cortando paso por la plazoleta — la cual a esas horas ya estaba llena de gente— pero algo lo detuvo.
Un sonido, más bien una risa que el reconocía y amaba.
Volteó para todos las direcciones buscando su origen. Lo encontró y una sonrisa broto inconsciente en su rostro. ¡Había hallado a WinWin!
Dejó escapar unas lágrimas mientras acortaba la distancia entre ellos.
Junto a su pareja se encontraban sus suegros, y un pequeño bebé que dormía en los brazos de su chico, probablemente el hijo de su hermana o de algún amigo.
— ¡Winko!.— Le gritó para llamar su atención.
Espero que el chino viniera a abrazarlo, a explicarle todo lo que había pasado y que le diga lo mucho que los extrañaba.
No pudo predecir la verdadera reacción de SiCheng, quien se lo quedo viendo con expresión de pánico, nervioso.
Los padres de su pareja lo veían molestos… ¿Había hecho algo mal y no recordaba?
Su corazón se detuvo pero volvió a latir cuando WinWin le pasó el niño a su madre y se aproximó a el.
— Yuta…— Al oírlo decir su nombre no pudo evitar lanzársele encima rodeando su hermosa figura con sus brazos.
— No sabes lo mucho que te extrañe.— Susurró en su oído.— Nos haces mucha falta, a mí y a Yukhei, te necesitamos.
— Yuta, espera.— Trato de advertirle algo, pero para cuando el japonés al fin lo soltó ya era tarde.
— SiCheng.— Murmuró una voz en chino que le pertenecía a un hombre que se acercaba a ellos claramente molesto.— ¿Quién es el, cariño?.— Pregunto pasando un brazo por la cintura del menor quien se notaba incómodo.
— Kun, no…— El castaño no pudo terminar de hablar para cuando aquel rubio recién llegado lo había acercado a su cuerpo posesivamente, Yuta observó confundido.
— ¿Cariño?.— Quizás el japonés no sabía hablar el idioma con fluidez pero si reconoció esa expresión.— Winko por favor dime qué esto no es lo que creo que es…— Le suplico con el llanto en al punta de la garganta, amenazando por salir.
— Yuta escucha…
— ¡Seis meses! Seis meses me hice cargo de nuestro hijo ¿¡Recuerdas que tienes uno!? Se llama Yukhei y te necesito durante todos estos días, lloro cada una de esas noches rogando que su papá Win vuelva. Soy un pésimo padre, tú eras el que tenía todo bajo control, conmigo es un desastre.
— SiCheng ve con RenJun a casa ahora.— Decreto el otro sujeto antes de que el menor pudiera hablar. Observó a su ex pareja con lágrimas en los ojos como si le estuviera rogando el perdón. — No me hagas repetirlo.— Amenazó, y el más chico se vio obligado a alejarse, con las mejillas empapadas y rojas.
El joven tomo a su bebé en brazos y fue escoltado por sus padres hacia la casa.
Nakamoto intento seguirlo pero fue detenido por un socarrón llamado del otro.
— ¿Así que tú eres el japonés del que WinWin tanto hablaba?.— Espeto en coreano, cosa que sorprendió al mayor.— Creí que eras más guapo.
— ¿Disculpa?, ¿Quién eres?
— Soy Qian Kun, esposo de Qian SiCheng y padre de Qian RenJun.— Le sonrió presumido.— Tu eres el idiota japonés cuyo novio se cambio de país, no le contesto las llamadas ni los mensajes, no volvió más, pero que creyó que era ¿Qué? Un problema de señal? ¿Qué tan estúpido eres…?— Las palabras hirientes del chino fueron detenidas por un ataque fallido por parte del pelinegro.— Wow, esperaba algo mejor.— Murmuró sonriendo y le propinó un golpe en la mandíbula que lo dejo en el suelo.
El japonés se levantó rápidamente, se limpio la sangre que le caía del labio e intento atacar nuevamente al chino que se defendió dejándolo otra vez en el piso, con un gran dolor en el pecho y el rostro.
— ¡Kun! ¡Basta!.— Le rogó el castaño desde la puerta de su casa.— ¡Por favor!
— Te quiero lejos de mi SiCheng.— Le murmuró.— Ten.— Lanzó unos billetes en su rostro.— Vuelve a Corea con tu hijo; aléjate de mi familia.
Y se marchó caminando de vuelta a su casa donde el menor lo recibió bañado en llanto.
— ¡No quiero tu mugroso dinero!.— Le gritó levantándose nuevamente.
Vio que los dos chinos ingresaron a la casa y mientras lloraba recogió el dinero, realmente lo iba a necesitar si quería volver a casa.
Se alejó a paso lento guardando los billetes arrugados en su bolsillo.
Camino nuevamente las treinta cuadras solo que esta vez sin una motivación, ni ganas. Se detuvo a comprar una botella de alcohol en un negocio a mitad de camino y bebió lo que quedaba del camino a la estación de autobuses. Una vez allí abordó, se sentó y llamo a Johnny.
— ¿Yuta? ¿Qué hay? ¿Lo encontraste?
El japonés tuvo que cortar el teléfono para que no lo escuché romperse como lo hizo; sus ojos se llenaron de lágrimas y su rostro se volvió rojizo. Su pecho bajaba y subía agresivamente.
— Disculpa, ¿Estás bien?.— Le pregunto un joven en chino, era rubio y muy atractivo. Estaba parado en el pasillo, no sabía dónde era su asiento original ya que el autobús estaba todo vacío excepto de ellos dos y un par de personas más.— ¿…?.— Hizo ademán para que le responda.
— S…Si.— Logró formular al final levantando su rostro empapado.
— No luces bien.— Acercó su mano a su frente para comprobar su temperatura.— Soy el doctor Ji, ¿Necesitas que te acerque a un centro médico?.— Le ofreció. Cuando escucho su nombre el japonés levantó la mirada y lo observó curioso.
— ¿Doctor Ji?.— Sentía que conocía a ese hombre.— ¡Oh! ¡Usted atendió a mí hijo hace unos días!.— Se golpeó mentalmente por ser tan torpe, de seguro el hombre atendía a muchos niños día a día.— El pequeño que se le quedó la cabeza atrapada en un cubo de arena.
— Oh sí, pobrecito ¿Cómo se encuentra?
— Mejor, quiero creer, lo deje en Corea con unos amigos.
— ¿Y tú viniste aquí por?.
— A buscar a mí pareja…— Se río de su torpeza y rápidamente se corrigió.— Ex pareja.— Murmuró triste.
— Lo siento.
— No es tu culpa.— Le dedicó una sonrisa limpiando los rastros de llanto y movió su mochila del asiento junto a él indicándole que podía acompañarlo.— ¿Vuelve a Corea?
— No, estoy a punto de partir a Tailandia, un pequeño allí necesita de mis conocimientos.— Río presumido.
— ¿Lo mismo viniste a hacer aquí?
— En realidad vine a ver a mi mejor amigo, acaba de casarse y quiso presentarme a su pareja e hijo.— Aclaro con confianza. El japonés notó lo tierna que era la voz del otro y se sintió tranquilo con su presencia.
Se quedaron un poco más hablando hasta que sus caminos se separaron en el aeropuerto.
— Espero verte pronto, cuídate, y a tu pequeño.— Se despidió de él ya que el vuelo a Corea salía antes que el de Tailandia. Le regaló una hermosa sonrisa y el otro sintió que se derretía. Yuta se volteo y comenzó a caminar hacia la puerta de embarque.— ¡Espera!.— Se detuvo y lo miro confundido.— ¿Puedes darme tu número?.— Le pregunto algo asustado pero cuando vio la sonrisa en el otro se tranquilizó.
— ¡Claro! Ahora te consultaré cada vez que Yukhei se enferme, y créeme que ese crío se enferma cada dos por tres.— Río por primera vez desde que llegó a China y sin querer, se perdió en los ojos contrarios hasta olvidarse de todo lo ocurrido con SiCheng.
— Es el último llamado para tu vuelo.— Murmuró el coreano apenado.— Espero verte pronto.
Esta vez el japonés se marchó sin darse vuelta atrás, con una sensación extraña en el pecho.
Arribó a Corea en la noche, se montó en su moto, la cual había dejado en el estacionamiento del aeropuerto, y condujo hasta su casa que ahora compartía con los Kim y los Seo.
— ¿¡Que te paso!?.— Chilló Dong Young histérico al ver a su amigo golpeado y con los ojos rojos.
— Larga historia…— Soltó en un suspiro e ingreso a la casa.
— ¿¡Papá!?.— Escucho el grito de Yukhei desde la sala y más lágrimas se le escaparon.— ¡Papapapappapa!
El niño se acercó a él emocionado y lo abrazo sin intenciones de soltarlo por un largo rato.
Yuta estrujó en sus brazos a su hijito, beso su cabello incontables veces y le susurró que estarían bien, a pesar de que ahora eran ellos dos contra el mundo.
— ¡Tío! ¡Tío!.— Gritó JungWoo al verlo entrar, el infante ignoro su aspecto y una sonrisa le brillo en el rostro.— ¡Mira lo que Sushi hace!— El mayor paso su mirada al pequeño que tenía en brazos quien sonrió mostrando sus dientitos.
— Sn…. Snoopy.— Hablo con dificultad.— Uggo… ¡P…Pa… papá!.— Los mayores y TaeIl se quedaron observándolo esperando que el menor comience con uno de sus ataques, pero no paso.— ¡Papá Uta!.— Al japonés se le escaparon lágrimas de alegría y atrapó a su hijo en otro fuerte abrazo.— ¡Uta! ¡Uta! ¡Puta!
Todos quedaron mirando a Yukhei sorprendidos pero al ver que el niño lo había hecho sin intención y se mantenía sonriente abrazado al pecho de Nakamoto lo dejaron pasar.
La noche paso y los alegres pequeños se fueron a dormir dejando a los adultos sentados en la cama compartiendo una botella de vodka mientras esperaban escuchar de la aventura de Yuta en China.
— ¿Y Win…?.— Le pregunto YoungHo
— No volverá.— Respondió dando un sorbo largo.— Tiene una nueva familia allá en china.— El dúo de oyentes lo miraron sorprendidos.— ¿Pueden creer que tiene un hijo? Me siento tonto por no haber notado su embarazo.
— Bienvenido al club.— Río triste Johnny.
— Esa empresa es una fábrica de infieles.— Acotó DoYoung que estaba ahí escuchando con el pequeño demonio sentado sobre sus piernas observando y escuchando con aparente atención.
— Si, si lo es.— Le dio la razón el americano.
Los tres rieron y dejando la botella a un lado se quedaron dormidos acurrucados. Yuta y YoungHo abrazados a un costado y DoYoung con su hijito en su pecho.
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Back To you [NCT] (Cancelada)
Fanfic"No hay habitación para ti, ya todo está terminado" "No volveré a ti" "Cuando te veo llorar enloquesco" "¿Por qué me haces esto a mí?" "Ahora dices que quieres volver a mi mundo pero eres demasiado para mí" "No me hagas esto, no me sacudas más, no...