Seis

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|CAPITULO SEIS|

Su cabello estaba recogido solo había unos cuantos mechones sueltos de cada lado de su rostro. 
Sus hermosos ojos azul oscuro que a la luz del sol tenían un tono purpura que muy pocos habían notado resaltaban aun mas su belleza, recordó las veces en las que se paraba frente al espejo con su madre detrás, diciéndole lo parecida que era a su padre y lo mucho que sus ojos se parecian a los de su hermano.
Su ceño se frunció.
No tenia nada en común con Roose Bolton, tenia tantas cosas de su madre, como su buen corazón y esa sonrisa que caracterisaba a ambas sin embargo era terca y decidida, sabia distinguir entre lo malo y lo bueno.

- Te ves hermosa - Sansa la saco de sus pensamientos. Le dio una sonrisa de boca cerrada.

- Gracias pero estoy muy nerviosa - Ella dijo dándose media vuelta alejándose del espejo.

No quería ponerse triste en este día pero le estaba siendo imposible.

Elia sonrió en cuanto vio a la pequeña castaña caminar hacia su cama donde ella estaba recostada. Sonrió de manera nostálgica, no quería dejarla sola pero ya me habían informado que no había mas esperanza para ella.

- Mami ¿Estas bien? - Su dulce voz hizo que su corazón se encogiera y que las lagrimas comenzaran a salir de sus ojos.

- Ven aquí pequeña - Sostuvo sus pequeñas manos sobre las de ella - Yo... estoy muy enferma, cariño.

- Dijiste que te pondrías bien - Contesto - Lo prometiste.

- Ya nada funciona, lo lamento tanto - Un sollozo salio de su boca.

La niña de 8 años la miro con lagrimas cayendo por sus mejillas. Sabia lo que su madre le quería dar a entender, lo había escuchado de los sirvientes y del maestre.

- No quiero quedarme sola - Sollozo - Por favor no me dejes.

- No quiero dejarte amor, te amo tanto, eres lo mas importante en mi vida mi pequeña niña pero los dioses han decido esto -

Abrazo a su madre con toda su fuerza.

- Los dioses me odian, no quiero que te aparten de mi lado, no quiero que te vayas, no quiero quedarme con el.

Separo un poco a la niña para poder mirarla a los ojos. A pesar del frío que hacia la luz del sol entraba por la ventana haciendo que sus ojos se vieran de otro color.

Esos ojos que había visto en alguien hace años.
Aegon, su bebé, su pequeño bebé. Lo habían asesinado ante sus ojos y ella no pudo hacer nada.

El invierno se acerca // Robb Stark//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora