I.Sin voz

3.6K 68 6
                                    


La mano suave de dedos largos y firmes me acaricia sutilmente de arriba abajo, una y otra vez, en una cadencia infinita que me deja la boca seca y me hace querer gritar que suba, que llegue a su destino, que no se entretenga en los pliegues de mis rodillas, que no tienen nada de especial. Deseo decirle al dueño de esa mano que me está volviendo loca, que ya no puedo estar más húmeda, que necesito que su caricia calme mi ansiedad. Pero no puedo, tengo los labios sellados con un pañuelo azul y blanco que antes él tenía en su pelo. Antes de que empezara el juego, antes de que me propusiera bailar con él con nuevas reglas. Me había parecido bien, diferente, divertido, excitante...pero ahora estoy desesperada, me arqueo y remuevo intentando que entienda que le necesito. Ahora.

Por la sonrisa en sus ojos, sé que me comprende, él siempre se anticipa a mis pensamientos, a menudo sabe de antemano lo que yo misma desconozco de mí, y ahora es una de esas ocasiones. Sabe que me está volviendo loca, sabe que notar sus dedos cerca de mi ropa interior sin siquiera rozarme es un suplicio. Pero él tiene el control, hoy es su juego, sus reglas.

Justo cuando ya estoy a punto de pedirle, de rogarle que me quite el pañuelo, que ya no quiero jugar más, que es demasiado para mi...se inclina, y sin mirarme, sin que sus dedos me toquen, aparta mis braguitas con la nariz y se hunde en mí. Sin miramientos, sin un aviso. De estar desesperada por su contacto, ahora me encuentro con su lengua saboreando mi humedad. En un ritmo frenético que parece que no va a cesar y que me está haciendo perder la razón.

De repente, otra parada, otro silencio. Solo noto que sale de mi, y cuando creo que voy a tener que volver a suplicar, noto una sensación de frescor que provoca que mi humedad se despierte. Está soplando mi clítoris. Es un anticipo. Lo sé. No es la primera vez que lo hace. Le encanta jugar con mi "botoncito" antes de atacarlo sin piedad. Que conozca sus intenciones no disminuye un ápice las sensaciones que me provoca cuando noto sus labios succionándome, lamiéndome. Es brutal, desgarrador, miles de alfileres se me clavan en el pecho cuando por fin me dejo ir, con el aullido ahogado por su pañuelo. Ha sido intenso. Placer sin letras.

Noto su respiración subiendo, escalando mi cuerpo y cuando llega a mis ojos, me dice que esto no ha acabado. Ahora le toca a él...y si me porto bien y no me remuevo mucho, llegará de nuevo mi turno. Y con esas palabras vuelvo a estar chorreando. Mi cuerpo que ya se había secado y relajado, vuelve a ponerse en tensión, a imaginar lo que él puede hacerme...

Perdida en élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora