XL. Hambre

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La puerta cerrada marcó el inicio de nuestro baile. Sin darme tiempo ni a saludarle, se quitó la toalla y quedando totalmente expuesto a mis ojos golosos me preguntó si veía algo que me gustara. Estaba juguetón y muy excitado. Era más que evidente.

No podía apartar mi vista de su erección, era impresionante. En los dos últimos días la había disfrutado varias veces, pero no me había parecido tan grande e imponente como ahora. Mis manos ansiosas se dirigieron rápidamente hacía el objeto de mi veneración y el tacto me sorprendió. Estaba sumamente duro, rígido. Empecé a mover mis dedos curiosos, desplazando mis yemas con toques casuales desde la base hasta la punta. Recreándome en la suavidad de su glande, empecé a trazar círculos ligeros. El ronroneo que escapó me indicaba que iba por buen camino.

Mirándole a los ojos, seguí mi recorrido e intensifique mis caricias. Los toques de pluma fueron dando paso a una cadencia rítmica y su purpurina cada vez se oscurecía más. De pie, apretada contra él, su pecho oscilaba al compás de mi mano que le acercaba al precipicio. Cuando noté que contenía el aliento, paré en seco y un "no pares por favor" desesperado surgió de sus entrañas.

Le sonreí con malicia y recreándome en su desesperación, lentamente, muy lentamente, desaparecí de su vista quedando a la altura de su necesidad. Una última mirada a sus ojos ya perdidos en la negrura me animó a tomarlo entero. Nunca había sido capaz de recibirlo tan profundamente. Mi boca lo recogió entero y con solo dos repasos de mi lengua juguetona sus espasmos me avisaron del final antes de que con sus manos intentara apartarme.

Levanté la cabeza y con su gloria aún en mis labios le insté a llenarme. La sorpresa aumentó su deseo y se corrió con un grito de mi nombre.

Aún temblando por el esfuerzo y el placer, me ayudó a incorporarme y me dio un beso dulce que se mezcló con el sabor salado de su esencia aún en mí.

Separándonos después de nuestro ritual de mimos post orgásmicos, me recorrió con la mirada y empezó a reír. Yo no entendía ese cambio de tercio y mi ceño fruncido debió mostrarle mi desconcierto, pues en cuanto volvió a mi cara paró su risa y se excusó diciéndome que había estado tan ocupado que no se había ni dado cuenta de que yo no me había desprendido ni de una sola pieza de ropa. Parpadeando por la confusión, entendí que el calor que me hacía sudar no solo era provocado por la imagen de orgasmo que aún conservaba en mi retina, sino que mi chaqueta de piel no ayudaba a que mi piel se refrescara.

Ante la imagen que ahora yo también estaba percibiendo: él totalmente desnudo y yo totalmente vestida (chaqueta incluida), las carcajadas también se apoderaron de mí. La situación era cómica y yo me sentía pletórica. Él se sumó a mi alegría y cogiéndome en brazos me tiró en la cama que me acogió sabiendo que su destino era que acabáramos enredados en ella.

Aún movidos por las risas se tumbó a mi lado y se tapó con el edredón, su piel sudorosa por el esfuerzo del placer recibido empezaba a refrescarse y una vez calentito centro su sonrisa ladeada en mí. No había previsto su movimiento distraída como estaba en sus labios que siempre me perdían. De repente, noté una mano suave apresándome y un dedo invasor que me hizo gemir. Mis ojos denotaban sorpresa y los suyos satisfacción. Se acercó aún más a mí, y me susurró un "cierra los ojos y solo siénteme" que provocó que mis piernas se abrieran de manera inconsciente. Él era mi Alibabá y siempre tenía la contraseña para abrirme.

Su dedo revoltoso jugó a entrar y salir acompañándose de hasta dos de sus hermanos, hasta que su dueño notó que mi respiración agitada no podía contenerse. Paró, se relamió esos labios que me tenían hipnotizada y sin dejar de clavarme con la mirada, despareció entre las sábanas blancas. Mi siguiente reacción fue un jadeo, al notar su lengua lamiendo mi clítoris sin compasión tras desprenderse de mi ropa que le molestaba. Parecía que quisiera devorarme y tuve que meter mi mano entre mis piernas para con una caricia en su pelo suplicarle que tuviera piedad de mi "botoncito". Ya estaba sumamente sensible después de su asalto digital y necesitaba un poco de dulzura.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2019 ⏰

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