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Llevaba más tiempo en el gimnasio que de costumbre. El sudor en mi frente y el dolor muscular desde hace unos cuantos minutos atrás había pasado a segundo plano, lo que había pasado a primer plano era no recordar nada, y como había prometido no beber, el ejercicio era la única opción que me quedaba, por desgracia.

La fiesta del martes pasado se había salido un poco de control, bebí más de lo normal y terminé en "aquel lugar", Matt que me conocía perfectamente fue en mi búsqueda y me llevó a casa entre lágrimas y una angustia que estuvo a punto de llegar a consumirme por completo.

Lo más terrible de aquella situación era que desde hace más o menos 3 años que no sucedía algo así y eso significaba un retroceso para mí y para todos. Culpé el hecho de que el juicio había sido hace unos días, que el volver a tener que recordar todo había sido el detonante para que cayese tan bajo, pero la verdad es que no era así, y los demás, aunque hayan dicho que me creían tenían más que claro que no era así, porque, aunque pasaran miles de años sabía y sabían que llegaría a ese lugar y retrocedería, era un círculo vicioso que hasta ahora no me había esforzado por controlar.

– ¿Estás ocupada? –Se acercó Scott, un compañero de universidad. Negué.

– No, ya me iba. –Tomé la toalla y sequé mi sien. Scott era bien parecido, la mayoría de las chicas de Kappa estaban obsesionadas con ser algo más que: "La de una noche" en su vida y no las culpaba. Medía sobre el metro ochenta, de cabello rubio, adinerado y una actitud sencilla y encantadora, pero que al menos en mí no resultaba de esa manera en momentos como éste.

– ¿Cómo has tomado lo del juicio? –Me tensé completamente. De las pocas personas en Great Falls que conocían la historia, Scott era una por haber estado involucrado y nunca sabía cómo reaccionar frente a aquello, aunque él tampoco parecía cómodo cada vez que se tocaba el tema.

– No quiero hablar de aquello... Ya sabes... –Buscó mi mirada perdida en el piso. La esquivé tantas veces como me fue posible–. No ha sido fácil. Ya sabes que recordar una y otra vez el incidente no es grato para nadie...

– Sólo quería saber si estabas bien, a todos aún nos cuesta hablar del tema, pero para ti... En fin, sólo quería corroborar que estuvieses bien. –Le sonreí, más mecánica que naturalmente, pero al fin y al cabo él entendía.

Él y su hermana habían estado involucrados involuntariamente en aquel fatídico accidente al ir detrás de nuestro auto y presenciar todo lo ocurrido y además, sacarnos a ambos del auto ante que este explotara y con ello, salvar mi vida; y desde el primer juicio habían mostrado disposición a ayudar, y como familia se los agradecíamos siempre y cada vez que podíamos. Sobre todo, yo.

Suspiré tratando de reprimir el llanto que desde antes de subirme a la bicicleta había estado atorado en mi garganta. –Gracias. De verdad. –Acarició mi hombro y sonrió.

– Es lo menos que puedo hacer, Alex. –Asentí–. ¿Fue el último no es cierto? –Volví a asentir. Suspiré casi como si el aire estorbara en mis pulmones.

– Ya no habrá más, después de tanto tiempo al fin se va a terminar. –Me miró con un dejo de lástima, como si realmente lo sintiera–. Quizá fue cuatro años tarde, pero al menos cambió.

– Independiente el tiempo trascurrido, ahora está pagando por lo que hizo y lo hará toda su vida. –Sonreí sin ganas, todos decían aquello y yo también lo sabía, el punto era que no me reconfortaba en absoluto–. Lo hiciste, Alex. Cambiaste una injusticia y él ahora pagará como debía.

– Hubiese preferido esto hace unos años atrás, pero también sé que esto es mejor que nada. –Un dejo de alegría recorrió mi cuerpo para luego perderse en la angustia que me consumía.

Demonios: Mi Error FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora