Mi estómago, cabeza y en general todo mi cuerpo estaba jugando a fallar, por alguna extraña razón sólo quería dormir, y comer algo, porque desde hace 3 días que mi estómago estaba rechazando todo, y la verdad anhelaba con todas mis fuerzas poder comer un sándwich de carne y extra queso en Subway.
Había terminado de estudiar a eso de las 4 de la mañana de anoche y la materia en mi cabeza parecía querer salir, así que conduje lo más rápido posible y en cosa de minutos me encontraba en las puertas de la facultad.
Entré al salón de clases sintiéndome peor que en la mañana, pero no podía faltar a este examen, según mis cálculos necesitaba un 3, pero en microbiología hasta eso podía llegar a ser imposible, por lo mismo entré rápidamente a la sala y busqué un asiento para poder sentarme y que esto terminase lo más rápido posible. La profesora ya se encontraba allí así que me escabullí entre las sillas.
– Señorita Fabiani. –Cuando me senté la señorita Anderson me habló. Mi cara de sorpresa pareció divertirle.
– ¿Qué? –Pregunté sin entender por qué todos me miraban, sobre todo la profesora–. ¿Hice algo?
Rio y se acercó. –Usted se encuentra eximida de este ramo, no tiene qué hacer el examen. Creí que lo sabía.
– ¿Cómo? –¿Yo eximida? ¿En qué mundo paralelo me encontraba?–. No entiendo...
Volvió a sonreír. –Usted tomó Fisiopatología y al haber aprobado ese ramo, automáticamente tiene la mitad de la nota para este examen, y de acuerdo a su calificación necesitaría un 0 para pasar...
– Usted está bromeando... –Negó. Una sonrisa gigante comenzó a formarse en mi rostro.
– Si quiere da el examen, y se queda... –Negué y me levanté para tomar mi bolso–. Eso pensé.
– ¡Nos vemos el próximo semestre! –Dije y ella sonrió. ¡Dios! ¡Me había eximido!
Había estudiado demasiado para este examen, casi una semana entera, pero entre tantas cosas había olvidado revisar la malla y había pasado por completo este detalle. Así que cuando escuché que no debía darlo no me importó nada más, al final ¡Había pasado microbiología! El mundo estaba a mi favor y esto merecía celebración.
Pero antes de irme a casa pasé al baño, aún seguía sintiéndome mal y no pensaba conducir así o terminaría parando a mitad de camino. Abrí uno de los cubículos y me senté, busqué las pastillas que mamá me había dado para el malestar estomacal cuando noté que traía unas toallitas que no había usado, las moví a un lado del bolso cuando mi mente hizo clic.
Dejé caer mi bolso y tomé mi teléfono. La aplicación se tardó más en abrir que de costumbre, ¡La odiaba! Nerviosamente puse la clave y ¡PUM! la noticia me cayó como un balde de agua fría.
"Tienes 13 días de atraso." Decía el conejito que saltaba de un lado a otro. Tenía que estar mal...
Busqué la fecha de mi último periodo y para mi disgusto calzaba perfecto. Oficialmente tenía 13 días de retraso, y mi última vez con Stefan había sido... ¡Mierda! ¡Todo calzaba a la perfección! Salvo por el hecho de que yo me cuidaba, tomaba anticonceptivos y ¡Se suponían que tenían un 99% de efectividad si me los tomaba como correspondía! El nerviosismo comenzó a jugarme una mala pasada y dejé caer el teléfono estrepitosamente.
– ¿Estás bien Alex? –Dijo Cassie, una chica que se encontraba en el baño en el momento en que había entrado.
– Sí, cayó mi teléfono... –Respondí en lo que lo recogía.
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Demonios: Mi Error Favorito
Teen FictionAlex y Stefan no son exactamente la princesa y el príncipe de cuentos de hadas respectivamente; ambos buscan sólo diversión y libertad, porque con los demonios que cada uno esconde es difícil que algo pueda terminar realmente bien en sus vidas. Se...